Nacionalismos y burros por doquier
A menudo decimos “nacionalismo”, lo definimos como cosa de paletos o aldeanos, y nos quedamos contentos con la explicación. No creo que valga; no todos los nacionalismos son aldeanos. Los hay cosmopolitas, que integran elementos exóticos, los hacen suyos, y los muestran con gran orgullo. Como el nacionalismo británico o el francés del siglo XIX. Eran nacionalismos más de lo que “hacemos” que de lo que “somos”. Hacemos, por ejemplo, imperios. Y cultura universal.
Completamente distinto es el nacionalismo asno u ontológico. Un poner, el de “ser vasco”. No se trata de hacer cosas diferentes ni mejor que los demás, sino de algo tan imbécil como de ser lo que somos. Si ya lo “somos”, ¿qué cojones hay que hacer? ¡Nada! Pero esa chorrada que empieza en nada, o en el orgullo idiota de ser lo que seas o como seas, como si los demás no fueran como son, siempre acaba en otra cosa muy distinta. Porque ningún colectivo es homogéneo, y mucho menos en el mundo de ahora, de tanta movilidad. Así que dentro de lo heterogéneo, los nacionalistas asnos siempre acaban definiendo las esencias. No lo que somos, sino lo que deberíamos ser … para ser lo que somos. Tenemos que ser muy vascos, para ser vascos, que es lo que somos - y que nos da motivos para nuestras reclamaciones de que nos dejen ser vascos. Ya, ya; es una idiotez. Pero por eso se llama nacionalismo asno, precisamente.
Habrá que quien piense que eso es cosa y problema de catalanes y vascos, y que los demás están libres de tal tendencia. Yo he vivido y conocido muchos sitios de España, y no estoy nada de acuerdo. Y para mostrar, no un nacionalismo pero sí lo que impulsa el nacionalismo asno, traigo un asno andaluz. Me ha llegado por correo, pero lo he vivido yo mismo, con mucha frecuencia, y doy fe de que es tal cual.
Hoy estoy guarnía. Y lo que más me gusta de estar guarnío es poder decir que estoy guarnío... Es una expresión que me encanta... como tantas otras que son tan nuestras. Como cuando uno se harta de comer y acaba engollipao (o engoñipao) o cuando riegas las macetas más de la cuenta y las dejas enguachinnás... Yo de niño nunca iba a las atracciones, sino a los cacharritos... y cuando me tangaba el colegio lo que hacía era rabona... (qué peyas ni peyas). A lo largo de mi vida he conocido a más apollardaos que tontos y a más esnortaos que despistados... pero nunca a ningún antipático, sólo a malajes o saboríos... Aquí lo mucho es una jartá o una pechá, y lo poco es una mijita... y la gente no pasea, da vuerta... Lo que está muy sucio está empercochao y lo que limpias a fondo lo dejas escamondao... Si se te va la olla te quedas majarón, y si das mucho la lata te llaman pejiguera... Los borrachos, que son papaos, no deambulan, sino que dan camballás... y la gente no odia la mentira, sino el falserío... Lo roto está descuajaringao y lo pasado de fecha revenío... los cobardes son jiñaos y lo muy visto está mu manío... Por expresiones como estas, y las miles que se quedan en el tintero, cada vez me gusta más el andalú... y quien diga que hablamos mal que aprenda a entendernos y verá como le coge el gusto.
Hay quien se siente inclinado a observar minuciosamente, y dar cuenta de las pequeñas peculiaridades de una cultura local. No sé, la longitud del rabo de la boina en Andoáin, o el diámetro y colores del tocado de los Hullum Bandanga. Debe ser apasionante. Apasionante, digo, para el estudioso de las rarezas humanas marginales. Pero cuando son los propios Hullum Bandanga los que se miran y estudian a sí mismos, la cosa cambia. Mucho. Y si de ese estudio concluyen "lo que somos", y de ahí te conminan con diversos grados de violencia social (o de la otra) a ser lo que eres, pero no eres en grado suficiente para su gusto, el mucho se convierte en muchísimo. Y en peligroso. Es el nacionalismo asno. Que, como vemos, tenemos por doquier.Podría explicar que se trata de un truco. En origen del jefe de la tribu y sus amigotes; ahora de los políticos. La demagogia más barata para tener a la gente satisfecha de sí misma, especialmente a la gente más burra. Que ya son “lo que somos” - o sea, burros. Y al mismo tiempo para tenerla dividida y entretenida contra un enemigo. Los “otros”. Madrit, y tal. Pero me da pereza, y ya tenemos 775 palabras. Tampoco hay que abusar.
Añadido posterior (también de Vera en Twitter). Clic: