Rawandi espiritual, todo lleno de "valores", contra "menos lobos, Caperucita".
Dicen que es jornada de reflexión. Debe ser de reflexión sobre la enfermedad moral del País Vasco, alias Vasquilandia.
Mintegui, esa mujer con pinta de “señora bien” que se han buscado los políticos de la ETA, asegura que condenar los asesinatos de inocentes por la espalda que practicaban hasta hace nada sus mentores, sería tan absurdo como ponerse a condenar las guerras carlistas. Lo que demuestra por una parte su gran calidad humana y empatía, y por otra sus ejemplares virtudes cívicas. Que no son tan raras; solo las mismas que las de los miles y miles que le van a votar. Incapaces de decir (de sentir, ni hablemos): No, no debieron asesinar inocentes por la espalda como herramienta política.
Urkullu acaba de comentar algo sobre el año que se cumple desde que los asesinos dejaron las “acciones armadas”. Bueno, él no ha dicho asesinos, y nunca lo dirá. Salvo que empiecen de nuevo, y contra los recogenueces. En ese caso hipotético, es una apuesta segura que no les llamaría “acciones armadas”. Donde se ve que, para Urkullu, el calificativo de un asesinato depende de su acuerdo o desacuerdo con el asesinado. Para Urkullu, y para los miles y miles que le van a votar.
Entre Urkullu y Mintegi vamos a tener una mayoría de este país enfermo. Y yo soy antivasco por tener semejantes pensamientos. Me consuela, al menos, saber que Julio Caro tenía el mismo problema. O Einsten, pero en antialemán. Con compañía así, no puedo sentirme muy solo.
Mi gran problema de verdad es Rawandi. Que afirma:
La democracia liberal es un sistema basado en valores morales verdaderos
YLa democracia liberal se basa en los derechos humanos.
Es mi gran problema, porque aparte de la compañía de gente como Albert Einstein, o Julio Caro, para mi supondría un gran consuelo poder imaginar que avanzamos hacia un mundo donde una enfermedad social como la de Vasquilandia sea cada vez más difícil. Por educación. Por civilización. Pero Rawandi representa -y repite sin parar- el pensamiento dominante. Y así, no puedo dar en imaginar aquello que me consolaría.Es muy fácil. Mintegi y Urkullu están tan convencidos como Rawandi de basar su sistema y sus actos en valores morales verdaderos. Y están definitivamente seguros de basarse en los derechos humanos. Porque a veces unos valores y otros, y unos derechos y otros, entran en conflicto. Aproximadamente todos los días. Y para ellos, el derecho de la nuca del asesinable no es nada comparado con el derecho de una cosa que suponen sagrada, y llaman patria, o algo así. Coincide con el grupo de gente que piensa como ellos. Y un charco de sangre en la acera puede que sea una pena, al menos en teoría. Pero nada más que gajes de un conflicto tan olvidado y lejano como las guerras carlistas.
El problema es que ya puede Rawandi hacer toda la gimnasia que quiera con su pomposa aseveración de que los valores verdaderos son los que él dice, y no los que dicen los sociópatas, que en realidad no hay forma humana de convencer a un sociópata con ese procedimiento. Ni siquiera de impresionarle un poquito.
Así que podemos seguir con la discusión … infinitamente [–>]. Por mi parte se puede meter todos sus valores por donde le quepan. Yo me conformo con sistemas. Por ejemplo con un sistema que diga que tu puta patria, o cualquier otro valor que se te ocurra abrazar, no valen la libertad ni siquiera el incordio de una sola persona. Y que en caso de conflicto, que ocurre a diario, se compara una libertad (negativa) [–>] de una persona, con la de otra. Y nunca con un valor. Nunca, como en jamás, por ningún motivo, bajo ningún concepto. Un sistema donde en vez de “valores” hay normas de civismo y convivencia. Normas que no te dicen lo que es bueno o es malo, sino simplemente que como se te ocurra disparar una bala a la nuca del convecino, cárcel y a joderse más o menos para siempre. En caso contrario, jugando a los valores, siempre llegan Urkullu y Mintegi. Y tienes que arrear con una sociedad enferma, y sangre por las aceras. Un maldito horror, siempre a la vuelta de la esquina.