¿Seguro que lo del PP no es peor?
Yo comprendo que es muy natural ponerse a mirar para otra parte, y decir: -¿Y tú, y tú, qué? Pero eso es caer en una trampa especialmente imperdonable en un partido no obsesionado con la igualdad. Porque lo mismo que las personas no somos iguales (igual de tontos, feos, pobres, etc), bien pudiera pasar que no todos los partidos sean iguales. ¿Por qué no?
Por ejemplo, los groupies. Todos los partidos tienen cafrecillos dispuestos a aplaudir siempre con entusiasmo, haga el partido lo que haga. Pero es muy probable que no todos tengan la misma proporción de cafres entre sus votantes. Por la sencilla razón de que no todas las motivaciones son iguales. Es muy distinto estar construyendo la nación anhelada durante siete mil años por el pobre pueblo elegido, que gestionando la vieja España brutal y cainita. Como es diferente -de cara al entusiasmo- ser el partido que vende -“todos somos iguales, el Estado nuestro papá, y el dinero público no es de naide”-, que el que solo vende “normalidad”, sea lo que sea, y un cierto espíritu de respeto por las tradiciones. Y si metemos por medio el odio, y la cizaña y la envidia de grupo, mucho más.
Se entiende la idea. Cuanta más fantasía -positiva y negativa-, más entusiasmo despertará un partido, y más cafres acríticos le seguirán. Y por lo tanto tendrá más margen de maniobra si le pillan con los dedos en la corrupción; actuar más le hace perder menos votos que si tuviera más votantes críticos (que piensan). Y sí, esta diferencia es una faena; pero es que la vida es dura. E injusta. Si no les gusta, que se hubieran hecho sociatas o nacionatas. O al menos que hubieran mantenido cierto espíritu y principios de los que craacterizan al grueso de los que les votan. Pero lo que de ningún modo funciona es ser nada de nada -aparte de tu propia y equivocada idea de “normal”- y encima permitir que descubran que también tú eres mafia. Permitir eso es el colmo de la incompetencia, si no queremos preocuparnos de la moralidad.
Pero también es el colmo de la irresponsabilidad. Si uno quiere hacer más difícil de aceptar las reformas y faenas económicas necesarias, nada como mostrar que los dirigentes mangan el dinero que no hay. Y si encima lo hace el único partido que propone esas reformas, aunque sean en su versión más liviana, estamos aviados. Han permitido que pase lo que nunca debe de pasar, justo en el peor momento para que pase. Y no vale que digan que lo hicieron otros, en tiempos pasados. Que ocurriera es malo; que se sepa es muchísimo peor; y que se sepa en el momento más delicado es el colmo. El colmo de la perfecta incompetencia. O sea, Mariano.
Y puede que sea muy buena persona, o muy mariano. Y hasta muy majete y ocurrente él a la hora de compartir un café. Incluso puede que sea el paradigma de la honradez y las buenas intenciones. Ni se puede saber, ni tiene ninguna importancia. Es improbable, pero da igual. Lo que importa es que no ha sabido impedir que estalle la bomba de mierda en medio de la tormenta. El jefe de una mafia tiene que saber hacer ofertas que no se pueden rechazar. Y si no sabe, es mucho mejor que no ser el jefe de una mafia. No puede alegar ignorancia del medio en el que se mueve un fulano que ha desarrollado ahí toda su nada breve vida profesional.
Y lo que ya es definitivamente el máximo imaginable de la inadecuación para el cargo es cuando se ponen a hacer como que aquí no pasa nada. O cuando salen con el -¡y tú más!-. Los otros no son vosotros, Mariano. Al partido de los EREs le van a seguir votando, al contrario que a ti. Y te has cargado la posibilidad de que haya el espíritu necesario para encarar lo que hay que encarar. Casi nada.