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Original: http://plazamoyua.com/2013/02/08/no-es-que-los-politicos-sean-chorizos/

2013-02-08 - publicado por: plazaeme

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No es que los políticos sean chorizos.

Me tropiezo con esta imagen, completamente normal, al primer vistazo matutino a Twitter.

salvajes-profesionalesÚltimamente la casta política no es muy popular. Por el mangui. Nadie les aplaude. La única discusión es si los políticos son más chorizos que el común, como si fueran una raza aparte, y degenerada, o si son seres normales que viven en una cloaca más guarra. Una cuestión sin duda de gran interés académico, pero tal vez una manera de desenfocar el problema. Tanto centrarse en la pasta, que si Barcy 20, EREs 1.000, Pujolandia ni se sabe, etc, da la impresión de que el robo es único problema de la política española. La única aberración. Somos chorizos. Y así no se puede saber si acaso no hay otras aberraciones comparables, con una causa que se pueda considerar común con el choriceo. Sería importante, porque nada como conocer la causa para poder empezar a paliar el problema. Imaginemos que no es que los políticos sean chorizos, sino que todos somos cafres y ellos simplemente están más cerca del dinero. ¿No podría ser?

Yo creo que la foto de arriba nos da una pista.

No guste o no, los partidos políticos son una parte clave y muy sensible del sistema que tenemos:

CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA: ARTÍCULO 6

Artículo 6

Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.

Una manifestación delante de la sede de un partido político es, por definición, una aberración en el sistema que tenemos. Si tenemos un sistema imaginariamente basado en el pluralismo político y la voluntad popular, y la expresión de esos fenómenos ocurre a través de los partidos políticos, cualquier presión sobre los partidos es una presión sobre el pluralismo y la voluntad popular. De cajón, vaya. Es un ataque a la esencia del sistema.

Un partido de fútbol tiene sus normas. Sin ellas, sería otra cosa distinta. Y cuando un jugador le arrea patadas a las rodillas de los jugadores del otro equipo, le echan del campo para que se le pase la afición. Es la única manera de que el partido siga siendo un partido de fútbol, en vez de -por ejemplo- una disputa entre dos bandas de delincuentes juveniles. Lo curioso es que esta mentalidad la entienden todos los aficionados a ese deporte que no destaca precisamente por su elegancia, pero no conseguimos entender el mismo esquema si lo trasladamos a la política. ¿Cómo puede nadie protestar airadamente porque manguen pasta, cuando está aplaudiendo un ataque frontal al fundamento que sostiene el sistema? El resultado es inevitable.

- Etarras en las instituciones.

- Parabién judicial al asalto de supermercados y amenazas a sus trabajadores, porque se trata de la  "presión ambiental típica de un piquete de huelga".

- La mayoría en el parlamento puede impedir una investigación parlamentaria de los actos del gobierno nombrado por esa mayoría. El último, el PP con la amnistía fiscal y Bárcenas.

- Los partidos convocan y jalean manifestaciones contra los otros partidos, incluso en plenas elecciones.

Pero, según el ambiente que circula, aquí el problema es que los políticos "son" chorizos. Una tara genética, o algo así, y todo se arregla cambiando de políticos. Acojonante. O LOGSE.

O igual no es que “sean” chorizos, sino que “somos” cafres. Digo. ¿Por qué no pensarlo?


  • tmpd 2013-02-09 00:31:56
    En lo que respecta al comentario 3) en el dialogo entre Bouza y Plaza . Creo que Plaza tiene razón en que "la enfermedad" no es solamente española, las personas viejas como yo hemos visto como se ha ido generalizando "el buenismo", la falta de respeto hacia los maestros y los padres y perdiendo lo que ahora llaman valores y que se podría traducir por ética y educación; creo que en algunos países se resiste mejor a esa tendencia porque durante generaciones esos valores , incluido el sentido de responsabilidad y el respeto al otro, estaban mucho más cosolidados que entre los españoles. Viejecita es verdad que por ej. recuerdo que mis hijos, cuando ibamos a España, buscaban por todos sitios las papelera para tirar los papeles de los caramelos y que era inverosimil para ellos y sus amigos encontrar algo y no devolverlo o llevarlo a los objetos perdidos, aunque fuera dinero contante y sonante, Hoy aquí en Ginebra te encuentras con gente que tira los papeles o cualquier cosa por la calle y hay que cerrar la casa con llave porque vienen, en general de Francia, y te roban las casas y las personas con bastante frecuencia. Creo que no hay que idealizar lo que pasa en otros sitios. Pero lo que me da miedo es que en España, el sistema político y social no solamente no sirve de contención a la corrupción y el desmadre sino lo facilita.
  • Luis Bouza-Brey 2013-02-09 00:12:17
    No soy capaz de resistirme a publicar aquí, de manera inmediata, el magnífico artículo de Cortázar sobre el tema del que estamos debatiendo. Y ya me gustaría conservar todavía el optmismo de G. De Cortázar, pero los hechos contravienen los deseos e ilusiones, y el paìs está reventando por todas sus costuras. Cosa, por otra parte, que algunos venimos pronosticando hace siete años. Habrà que ver como resolvemos esta crisis, pero hará falta un tratamiento de raíz para no ir a peor, y desconfío de la capacidad de las élites y de la agudeza y firmeza del pueblo para imponerlo. Por eso creoque seguiremos degradándonos. Os dejo con García de Cortázar: CON­TRA LA RE­SIG­NA­CIÓN FER­NAN­DO GAR­CÍA DE COR­TÁ­ZAR DI­REC­TOR DE LA FUN­DA­CIÓN DOS DE MA­YO, NA­CIÓN Y LI­BER­TAD, ABC (1ª Edición), 9 de febrero de 2013. NUESTRA literatura regeneracionista se escandalizaba hace un siglo por algo que, al parecer, estamos condenados a repetir, como si nuestra historia no consistiera en un trayecto hacia el porvenir, sino en un tedioso cautiverio que nos hace caminar en el círculo cerrado de la fatalidad histórica. Por mucho que pretendieran verlo así aquellos generosos y algo ingenuos españoles que se asomaban a nuestra decadencia, a nuestro atraso científico o a nuestra incapacidad para organizar una democracia moderna, lo que nos aquejaba no era una oscura deficiencia de carácter ni, desde luego, una parálisis para trabajar al unísono. Resultaba, por entonces, demasiado sencillo y demasiado doloroso considerar que los españoles no podíamos resolver nuestra radical diferencia respecto de los países civilizados y teníamos que asumir nuestro sino fratricida de habitantes del solar de Caín y Abel, de las guerras civiles y del antagonismo ideológico permanente. Como los héroes de una tragedia griega, como esos dos individuos que pintó Goya, enterrados hasta las rodillas y matándose a garrotazos. La angustia de los hombres de la generación del 98 y del 14, cuya envergadura moral e intelectual aún nos conmueve, denunció la distancia entre la España real y la oficial, que ahora todavía ofrece signos tan alarmantes de desprestigio institucional, de debilidad de nuestra clase política y de abdicación de los intelectuales. A los políticos, aguijoneados por el pensamiento crítico, les corresponde el esfuerzo por recuperar la trama de confianza que debe unir a una nación y a quienes la representan. A ellos atañe forjar la sensación de que todos militamos en un proyecto común. A ellos incumbe la conversión de una amalgama de individuos en verdaderos ciudadanos. En ellos debe cobrar forma un liderazgo ético, en disposición de señalar el rumbo de la empresa nacional y la honestidad de una legítima representación de sus aspiraciones. Los regeneracionistas del 98 nunca se refirieron a la ausencia de nación, sino a la incapacidad del pueblo y de sus dirigentes para constituirse en Estado. La falsedad de España no consistía en su esencia, sino en su representación. No se trataba de un proyecto histórico trivial y caprichoso, sino de una necesidad colectiva que no lograba encontrar el cauce preciso y justo de su irrupción en la historia como verdadera nación, vertebrada en la conciencia de sus ciudadanos y constituida en instituciones legítimas y respetadas. No era uno de esos Estados formados apresuradamente en una mesa de negociaciones, trazando sus fronteras con la bulimia moral y la astucia política de mercaderes diplomáticos, sino un empeño común reconocible en las palabras y en los actos de generaciones de españoles que así se habían considerado desde los inicios de la modernidad y el humanismo. Para aquellos escritores el patriotismo era el primer espacio de responsabilidad ante el propio pueblo, la primera pasión por hacer que los españoles disfrutaran de las condiciones de bienestar y cohesión social que había de proporcionales el adecuado encaje entre Estado y nación, entre libertad y sociedad, entre tradición y progreso. Nada tuvo aquel esfuerzo de definición de una idea nueva de España, de descubrimiento de soberanías de laboratorio o de miserable aprovechamiento de una crisis económica devastadora para poner en duda la nación. Hubo razones pero también emociones que se radicalizaron cuando los españoles prefirieron sus diferencias a sus semejanzas, cuando confundieron la quiebra del Estado con la destrucción de la nación o pensaron que un pueblo adquiere la conciencia nacional sometiéndola a la ortopedia de instituciones que no lo representan. La nuestra es una historia que va recorriendo ciclos de tres o cuatro décadas en el empeño de negarse o impugnarse, con desgraciados paréntesis políticos, sociales y culturales que parecen copiar el ritmo de incubación y desarrollo de una enfermedad crónica y que nos han ido construyendo como una excepción a la regla de la Europa moderna desde la primera de nuestras guerras civiles del siglo XIX. La metáfora biológica, de tanto éxito en los escritores de finales del XIX, resulta desdichada, al hacer de esta nuestra nación voluntariosa y sana un organismo defectuoso, para el que siempre se han pensado remedios de cirugía mayor, en lugar de los más adecuados recursos del rigor político y la organización colectiva de nuestros derechos. Somos españoles libres y, por tanto, responsables de nuestra existencia y posibilidad como nación. Y no vamos a dejar que algunos aprendices de cirujanos de hierro pretendan someternos a su vocación hospitalaria, haciéndonos creer que el guerracivilismo está incrustado inexorablemente en los ijares del pueblo. España no puede ser de nuevo una excepción, aunque algunos se empeñen en proporcionar a nuestros colegas europeos determinados espectáculos que pueden hacer que no se nos tome demasiado en serio. Los últimos cuarenta años no han sido un nuevo paréntesis, sino el punto en que decidimos y pudimos resolver definitivamente nuestra consistencia nacional. Quisimos dar a la nación un Estado, pero nunca pretendimos que ésta fuera sustituida por un Estado artificioso. Desde la dureza de aquella historia española, henchida de frustraciones, descubrimos la posibilidad de ser al mismo tiempo realistas y soñadores, pragmáticos e idealistas. La transición no abrió un nuevo paréntesis, sino que cerró para siempre nuestra extraña condición en el concierto de las naciones. Hace cuarenta años, dejamos de ser esa excepción que alimentaba el júbilo de los viajeros, la curiosidad de los antropólogos y la severa angustia de los intelectuales. Éramos lo que, en realidad, continuamos siendo, a pesar del impulso estético con que se nos quiere devolver a la vejatoria condición de un circo de variedades, y a pesar del fervor contable con el que algunos quieren indicarnos que España es una sociedad anónima de la que pueden marcharse algunos accionistas cuando la economía nacional cotiza a la baja. Los patriotas, los demócratas de España, preferimos la vida a la bolsa. Nosotros preferimos enfrentarnos al desafío de la historia en lugar de venderle el alma al diablo de la crisis. Nosotros haremos que esta nación se gane su derecho a continuar siendo normal. ay momentos en que un país, puesto en permanente estado de excepción por quienes desearían destruirlo, debe recordar que una nación es la idea en la que se realiza, los valores en los que se justifica, la voluntad de ser en la que el tiempo se convierte en historia. La nación española ya no puede verse como una sucesión de ciclos trágicos, independientes de la decisión de los ciudadanos y sujetos a la malevolencia de una oscura fatalidad. Es, por el contrario, una afirmación de la existencia colectiva levantada sobre el impulso de la libertad, decidida con la fuerza de nuestra convicción, insumisa frente a la pesadumbre del destino, ajena a los mitos de nuestro carácter ingobernable y a la falsedad de nuestra incompetencia para existir como ciudadanos libres, inspiradores de sus principios, fabricantes de sus derechos, arquitectos de su constitución.
  • tmpd 2013-02-08 23:56:11
    Despues de leer el post y los comentarios , me parece estar al mismo tiempo en acuerdo y en desacuerdo con muchos de vosotros. Por ej. en cierto modo estoy en desacuerdo con Heber Rizzo cuando dice "que todos los pueblos tienen y tendrán el gobierno que se merecen y además el preferido por la mayoría de ese pueblo". Eso me hizo recordar gobiernos terribles como el de Pol Pot , no pienso que los cambodgianos se merecieran ese gobierno. Creo que no elegimos ni el lugar ni el momento de nuestro nacimiento, ni los padres ni las vivencias que tenemos en la infancia. Podemos comparar en cierta medida los pueblos con los individuos. Viejecita, no sé como es el libro sobre los Yanoama, pero hay uno muy interesante que se publicó en los años 60 de Ettore Biocca que se llama Yanoama y que describe la vida de ese pueblo contada por una mujer a la que raptaron a los 11 años y que vivió con ellos durante unos 20 años y es verdaderamente interesante. En los años 60 se publicaron también dos libros de Colin Turnbull : Uno "The forest People" sobre los pigmeos Banbuti y ves como en medio de un ambiente primitivo los individuos se reparten la comida sus ritos sus amores y en medio de todo sientes una cierta armonía. En contraste escribió otro libro "The mountain people"donde decribe la terrible desintegración del pueblo IK una tribu de cazadores a los que prohiben cazar y el resultado fue desastroso, perdieron todas las convenciones sociales se desintegraron las familias , los hijos robaban la comida a los padres los padres dejaban morir a sus hijos, abandonaban a los viejos y a los debiles. No creo que se puedan poner en el mismo saco todos los pueblos primitivos.
    • plazaeme 2013-02-09 09:00:45
      Aquí hay un problema, Tmpd. Si se trata, como dices, de que no se puede meter en el mismo saco a todos los pueblos primitivos (de iguales circunstancias), o es más bien que no se puede meter en el mismo saco a los distintos antropoólogos (y sus prejuicios). Los chimpancés se reparten la comida, si es de caza. Y yo creo que todas las culturas humanas conocidas reparten comida y tienen bailes de amor. Lo otro, lo de " en medio de todo sientes una cierta armonía", es algo que pone el antropólogo, o su lector. Pero repartir comida y bailar no impide que haya asesinatos y secuestros por parte de los primitivos, antes o después de la comida / baile. Los etarras sin ir más lejos, muchachos por otra parte estupendos. El libro de Chagnon no es solo un estudio novedoso de una sociedad primitiva. Más importante, es la advertencia (denuncia) del tremendo error y prejuicio provocado por el mito del buen salvaje entre la antropología más convencional. Que puede ser una tesis cierta o equivocada. Pero si fuera cierta, entonces un estudio anterior debe mirarse bajo el nuevo foco, considerando la posibilidad de que opere ese prejuicio descrito por Chagnon. A mi me convence bastante Chagnon, porque es lo que venía pensando antes de leer a Chagnon. Simplemente por haber escuchado a bastante gente con experiencia directa -no académica- con primitivos. Lo que no se puede es esperar que todos sean iguales, porque las circunstancias son diferentes. Es muy diferente la distribución de los recursos y la circunstancia ecológica en un semidesierto que en una jungla. Pero imagina esta circunstancia. Un valle con fruta y caza, y dos tribus. Las tribus tienen dos estrategias opuestas. Pueden ser zapaterescas, buenistas, progres. Y en ese caso no se harán la guerra, sino que se repartirán pacíficamente la mitad del valle para cada una. ¿Qué población tendrá cada una? Fácil; salvo epidemias, tanta población como permitan los recursos. De forma que todos estén medio muertos de hambre, pero sin morirse del todo. La otra estrategia es hacerse la guerra, y que el control de la cantidad de población lo regule la violencia en vez de el hambre. Y así todos pueden estar fuertes y sanos, sin problemas de sobre-población. El desequilibrio entre las dos estrategias está en que en el momento en el que una de los dos tribus adopte la estrategia de la violencia, la otra se ve obligada a copiarla, y el sistema se mantiene para siempre. El sistema violencia es mucho más estable que el otro. Yo lo vi con toda claridad en Polinesia, que es lo más parecido que existe a la idea del paraiso. No tanto por experiencia directa (en parte sí), como por lo que cuentan todos los que llevan muchos años viviendo entre polinesios. Y es el mismo relato, desde las Marquesas o Hawái, hasta Nueva Zelanda. Lo que pasa es que el relato, siendo siempre el mismo, hay que estructurarlo y contextualizarlo un poco. En el paraíso no hace falta trabajar ni esforzarse. La comida, la ropa, y la habitación, simplemente se cogen de los árboles y del agua, con toda facilidad. Casi jugando. El único problema es que el espacio es limitado, y siempre se está a punto de sobre-poblarlo. Y la estrategia, invariable, es una sociedad extraordinariamente violenta y competitiva. Donde no se compite por la obtención de recursos, sino directamente unos contra otros, para ver quien es el más fuerte, y tiene derecho a seguir vivo. Los europeos que primero llegaron por allí (españoles, y luego francesas e ingleses) admiraron las cualidades guerreras y marineras de aquella gente, e incluso pensaron en usarlas. Pero en seguida se dieron cuenta de que no eran disciplinables, y que hubieran matado (y probablemente comido) a los oficiales, a la primera oportunidad. En general los antropólogos no cuentan esto, que por otra parte ve cualquiera que pase un tiempo en Polinesia. Así que cuando lees a Chagnon, tienes la sensación de que el sí está describiendo la realidad.
      • tmpd 2013-02-09 13:09:43
        Plaza estoy totalmente de acuerdo contigo, es la idea del ´los alcones y las palomas. Planteas varios problemas: uno es la sobrepoblación; cuando hablamos de pueblos primitivos , lo mismo que cuando hablamos de grupos de chimpacés, estamos hablando de sociedades en que todos los individuos se conocen unos a otros y se puede establecer la gerarquía y la defensa del territorio y en ambos casos se utiliza con frecuencia la confrontación y la la lucha, pero tienen sus reglas, pero en el mundo actual muchas veces no conocemos ni a nuestros vecinos, y las reglas las establecen desde muy lejos. Estoy también totalmente de acuerdo en que el mito del "buen salvaje" es casi absurdo y fuera de la realidad, incluido el mito de que los salvajes o los pueblos primitivos conservan con amor la naturaleza que les rodea, porque en muchos casos han acabado destrozando esa naturaleza, lo que explica por ej. la desaparición de algunas poblaciones y culturas como en la isla de Pascua. Bueno , me tengo que ir a preparar la comida , pero gracias por recomendarnos el libro de Chagnon creo que me va a gustar.
    • viejecita 2013-02-09 08:54:13
      tmpd Gracias por los datos sobre los libros En cuanto termine de desgranar guisantes, de hacer natillas, y de prepararlo todo para la invasión del fin de semana, y si hoy no me da tiempo lo haré el lunes, me voy a Amazon a ver si alguno de ellos está editado en Kindle, y a comprarlo si lo está. La pena es que ese tipo de libros, a no ser que se hayan hecho excepcionalmente famosos, como los de Margaret Mead, suelen estar agotados, y hay que comprarlos de segunda mano... Gracias de nuevo y un abrazo
  • Luis Bouza-Brey 2013-02-09 07:40:33
    Gracias, tmpd, por tu comentario e informaciones. Yo estuve por Ginebra hace seis o siete años. No es la Suiza profunda, sino quizá la más baqueteada por la circulación exterior. Más recientemente, y como turista, no he tenido esa experiencia negativa de la que hablas, en otras partes de Suiza,excepto en Zurich.. Pero creo que tienes toda la razón en lo que dices de que en algunos países se resiste mejor el deterioro que en España "porque durante generaciones esos valores, incluido el sentido de responsabilidad y el respeto al otro estaban mucho más consolidados que entre los españoles".
  • octavio 2013-02-08 09:04:51
    Desde mi punto de vista la cosa es bien sencilla.... en contra de la idea de que todos somos buenos por naturaleza, la realidad es que todos somos golfos potenciales. Si se organiza la sociedad o cualquier organismo bajo esa premisa , creas , con caracter previo, los filtros que impiden o hacen muy dificil que pases de golfo en potencia a golfo a secas.
    • Cari 2013-02-09 01:32:46
      Yo creo que eso no funciona así. Los anglosajones hacen lo contrario, ponen lo decente como lo normal. Eso sí, si alguien comete un delito o tan siquiera una leve falta, lo paga de verdad. No se condena a nadie de antemano, pero se castiga fieramente al delincuente. Así se consigue no entorpecer a los que trabajan y se comportan honradamente. Las relaciones basadas en la confianza funcionan. Lo que no se admite es la mentira y los que han fallado en la confianza.
      • octavio 2013-02-09 08:02:48
        Cari, no tenemos origen protestante, calvinistas pero si podemos aprender de ellos... pero sin olvidar que nuestro origen es Rinconete y Cortadillo o el patio de Monipodio, que lo llevamos en el ADN. La mentalidad española se resueme perfectamente en el dicho ... Señor, Señor, no te pido que me des pero ponme donde haya" y frente a esto, solo se puede poner algo muy anglosajon..."check and balance"
  • viejecita 2013-02-08 09:02:01
    A mí me parece que los que hacen esas cosas, como la agitación en la calle, como poco quedan como unos peleles. No son Señores. Y conste que lo de ser Señor no tiene nada que ver ni con los apellidos ni con el dinero que uno tenga. Señores son los que tienen una conciencia y un sentido de la responsabilidad propios, y que los defienden Ellos, sin ampararse en multitudes ni en consignas de partido. Eso no descalifica a alguien por ir a una manifestación. Eso le descalifica por ir de tapado, amparado por el grupo, y sin haber estudiado las razones ,( y si son o no son verdad) , para esa manifestación. Y eso no afecta solamente a los políticos. Que también afecta a muchos " científicos y periodistas", que repiten consignas recibidas donde se les mande repetirlas, sin siquiera intentar comprobarlas. Pero claro, esos ni son científicos ni son periodistas de verdad, porque para merecer ese nombre, el primer requisito es la búsqueda de la verdad. Y estos, lo que buscan es la adhesión ciega por parte de "las masas".
  • Luis Bouza-Brey 2013-02-08 09:47:45
    A mi juicio, el problema es que los actores del sistema político están estancados en percepciones, ideas y comportamientos anquilosados. Siguen comportándose igual que en los años sesenta del siglo pasado o, algunos, igual que en los años ochenta de hace dos siglos: No hay más que ver a sociolistos sectarios creyéndose la encarnación del pueblo por una gracia de dios; o a los nacionalistas, imbuidos del espíritu eterno de la Nación eternamente vejada; o a los populares, apegados al señoritismo y los privilegios de sus antepasados; o a los comunistas, expertos en grescas, preparando la siguiente, como hace cincuenta años; o al pueblo aborregado, analfabeto político, oscilando entre la pasividad ignorante y el cabreo pasivo, frente al comportamiento desvergonzado y arbitrario de las élites trileras elegidas po él. En las neuronas de las élites y el pueblo no han penetrado los años pasados, ni el final de la guerra fría, ni la construcción de la Unión Europea, ni la Constitución, ni nada de lo relevante. Cada uno de los actores sigue ensimismado en sus pajas mentales y sus neurosis particulares... ¿Qué "democracia" va a surgir de ese marasmo putrefacto? Nuestra sociedad está condenada a ser el enfermo de Europa, como siempre, y a adquirir el rango de pueblo marginal y pícaro, situado en tierra de nadie y constituyente de un problema para la civilización occidental. Y de ese destino no somos capaces de salir, pese a apariencias transitorias.
    • plazaeme 2013-02-08 09:55:39
      Mi impresión, Luis, es que la "enfermedad" es general, no española. Al tener menos cultura, la padecemos más, pero no es algo nuestro. No inventamos nada, ni siquiera la mierda. Bueno, solo es una impresión.
      • Luis Bouza-Brey 2013-02-08 15:21:19
        Somos muy diferentes: la crisis de la democracia del mundo occidental se multiplica en nuestro país debido a nuestra "idiosincrasia". Los nacionalistas acentúan crisis irresolubles de identidad; los no nacionalistas la picaresca, que estimula la corrupción; las élites su cainismo e incapacidad para percibir el interés general y llegar a acuerdos referidos a él. Por mucha crisis occidental que se produzca en el resto de los países, no se les llena el sistema de poder de chorizos, la economía de listillos ladrones de guante blanco, la sociedad de inquiridores del con iva o sin iva; la seguridad social de tramposos de la receta o de las falsas pensiones; la Andalucía de ERES; la sanidad catalana de espabilados arrimados al poder para enriquecerse...etc., etc., etc. No es cuestión de falta de cultura, sino de falta de cultura cívica y democrática, profesionalidad, ética y responsabilidad social, en general. No hemos salido de la picaresca medieval, aunque en intervalos nos hayamos suicidado con utopías irrealizables, guerracivilismos totalitarios, borreguismos autoritarios, y fundamentalismos étnicos. Nuestro país tiene una cultura política y cívica patológica, y la pseudodemocracia no ha hecho más que acentuar sus patologías. No aprendemos. No servimos para la vida en libertad: estamos condenados a caer y recaer una y otra vez con la misma piedra.
    • Napo 2013-02-09 10:40:51
      Con leyes duras sí. Europa terminará por imponérnolas directa o indirectamente. Al tiempo. Espero. Deseo.
    • From the Wilderness 2013-02-08 12:33:04
      El legado de Jean-Jacques Rousseau, germen del romanticismo, sigue vigente. La idea del hombre bueno por naturaleza ha calado profundamente en la sociedad occidental. Nada de responsabilidad individual, mérito o esfuerzo. El actual buenismo bebe de esas fuentes y solicita grandes sumas (adecuadamente gestionadas por ellos, eso sí) para curarlo de la enfermedad social. Otro Global Warming. Catecismo para progres : Diluirse en lo colectivo para, surfeando esa ola, ser transportado a donde nunca se soñó llegar.
      • viejecita 2013-02-08 20:16:02
        Qué típico: He ido a Amazon a encargar el libro ( que no sale hasta el 19 de este mes ) y vale más caro en la edición de Kindle que en la de tapa dura. Y eso no es culpa de Amazon, que son las casas editoras las que obligan a esos recargos. Que se mueren de miedo con el negocio que se les acaba... En vez de sacar la edición digital barata, que sería lo lógico, y poner al mismo tiempo una edición bonita, con fotografías, con papel del bueno, tapas de piel, y cintitas para marcar, y mucho más cara... Son tontos.
      • plazaeme 2013-02-08 19:54:58
        http://www.amazon.com/Noble-Savages-Dangerous-Yanomamo-Anthropologists/dp/0684855100/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1359356447&sr=1-1&keywords=noble+savages
  • Napo 2013-02-09 10:35:26
    Somos así y sólo unas leyes duras nos pueden reprimir, que no cambiar. El cambio de mentalidad y de actitud vendría con los muchos años. Muchos. Aquí el que trinca ( eufemismo patanegra de robar) es un tio listo. ¡ Lo que sabe fulano! Hacen falta leyes que den miedo y eso es posible sin salir de la senda democrática. Hay leyes que al publicarlas en el BOE dan risa al delincuente y miedo a la gente honrada.
  • Heber Rizzo 2013-02-09 16:33:17
    tmpd: La tiranía de Pol Pot no nace del pueblo camboyano, sino de la tiranía china que era a su vez una rama de la pretensión tiránica universal comunista. Y lo mismo sucede con los pueblos primitivos que son invadidos por fuerzas superiores, generalmente gubernamentales. Me refiero claramente a una situación puramente nacional, o con muy poca influencia del exterior. He vivido las dictaduras latinoamericanas y todas ellas se generaron (y se siguen generando) por el deseo de esos pueblos. Lo mismo sucedió en Alemania con Hitler, en Italia con Mussolini ("todos me pidieron seguridad, nadie me pidió libertad") y con Franco en España. Todos ellos fueron elegidos por la mayoría de los integrantes de sus pueblos, ya sea por los votos, ya sea por su apoyo armado. Por supuesto, llega un momento en que esos mismos pueblos se hartan de tanta hambre, de tanto palo y de tanta sangre, y se rebelan contra los tiranos. Aunque parece ser inevitable que algún tiempo después (a veces poco, a veces mucho), vuelven a buscar dictadores para que los gobiernen.
  • Heber Rizzo 2013-02-08 15:51:30
    Todos los pueblos y a todo lo largo de la historia, han tenido, tienen y tendrán no solamente el gobierno que se merecen, sino el que además es el preferido por la mayoría de ese pueblo, ya sea en democracia o en tiranía.
  • Luis Bouza-Brey 2013-02-08 15:33:34
    Cuando uno circula por Europa ni se le ocurra tirar un papel en la terraza de un bar: te echa una bronca hasta el camarero. Los lavabos de los sitios públicos están limpios; aquí, llenos de mierda y demás residuos fuera de los recipientes adecuados para recibirlos; el dinero público no es de nadie; el interés general no existe, los ríos, rieras y callejuelas, llenos de residuos de todo tipo, etc. etc., etc. Falla el sentido de la responsabilidad social, y ninguna élite se ha preocupado de crearlo. Y ya no entremos a fondo en el ámbito de la cultura política estricto senso: la Constitución sigue siendo una desconocida después de treinta y cuatro años de su aprobación; los políticos recitan mantras antediluvianos; los electores se parecen a hooligans deportivos más que a ciudadanos democráticos, etc. etc. etc. ¿Creéis posible que un régimen de libertades pueda sobrevivir en este clima social?
    • viejecita 2013-02-08 19:16:38
      Don Luis Tengo muchos amigos que estuvieron de emigrantes por el mundo. Y cuando volvieron a España, no tiraban un papel ni una colilla al suelo, dejaban a los coches que venían de carreteras laterales incorporarse a la suya, etc. Todo se contagia. Incluso la hermosura. Es sólo cuestión de que unos cuantos tengan suficiente orgullo y responsabilidad para empezar ellos a dar ejemplo, y al cabo de un poco, su ejemplo se notaría, vaya si se notaría. Yo recuerdo que cuando era pequeña, la gente en el metro olía mal, y gritaba al hablar, y escupía por todas partes . Incluso en los bancos, había escupideras para que no lo hicieran en medio del suelo. Y ahora, nos metemos con los chinos , porque en China hacen todas esas cosas que hacíamos nosotros hace nada. Y aquí en España ya no hay escupideras más que en los dentistas
    • plazaeme 2013-02-08 19:34:21
      Esa es una buena pega, Luis. Porque la democracia no tiene la educación entre sus ventajas. La buena educación es elitista, por definición. Y la democracia es anti elitista, también por definición. La persona educada tiene todas las de perder si está inmersa entre los bárbaros. No funciona. Y solo puede irse extendiendo la educación entre élites encerradas y protegidas de la barbarie. Al modo de los antiguos clubs de Londres. De ahí se extiende hacia abajo, porque al final el bárbaro quiere no serlo y poder entrar en el club. La democracia, con su espíritu igualitario, hace lo contrario. Prohíbe la mera idea de élite, como si fuera una ofensa. Prohíbe hasta la idea de honrar la excelencia, salvo en el caso de darle patadas a una pelota. Y así ocurre que lo tiene mucho más crudo el país que llega a la democracia desde la barbarie. Pero no intentes explicárselo a uno de estos bárbaros de la democracia. Ni siquiera conciben que haya países (ni personas) más cultivados.
  • Maleni 2013-02-08 13:14:11
    Si no hay más constatación de lo buenos que somos que ver quién te extiende una factura de Iva. Quien te la da es astronauta y quién la pide extraterrestre. Eso sí quienes nos comportamos con ese civismo ejemplar no paramos de decir que los "políticos", una forma de decir "los que no son yo ni tú" son unos chorizos y unos corruptos. Y nos quedamos tan frescos. Ale al próximo establecimiento a repetir la perorata.
  • jazmin 2013-02-08 12:21:04
    Ignorancia y sinvergozoneria....las dos cosas...y la Logse, no lo ha inventado, sólo fomentado. Siempre ha estado, sólo que ahora ni si quiera guardan las formas porque estamos en un sistema que se saben impunes...y no me refiero sólo a los políticos. Los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra. Gordillo roba en un supermercado y nada menos que un alto tribunal dice que forma parte de la huelga....etcetc. Y como bien dice Octavio...golfos!...lo que hay es que crear el sistema que lo prevenga...y como mínimo paguen por sus delitos. Y es imposible sin la separación total de poderes. Y poder ELEGIR, que votamos, pero NO ELEGIMOS. Y quitar todo tipo de subvención, y no hablo sólo de España....vivimos en el país de la compra de votos...de la compra de todo y todos....Los partidos, sinficatos, empresas etc, no pueden estar a base de subvenciones. Los partidos porque deben responder y ser de los ciudadanos, no partidos de Estado; los sindicatos porque deben ser y responder a los trabajadores, no a los intereses de unas elites sindicales privilegiadas; los empresarios porque es imposible y aberrante sostener unas empresas que no son rentables y lo único que tengan sean perdidas. Y a la sociedad en general, porque acallan las voces criticas y mata a la sociedad, y en ello me refiero tanto a medios de comunicación, como ONGS, Asociaciones civiles etc.
  • Al 2013-02-08 11:17:08
    Estás hecho un pedagogo plaza, el ejemplo con el fútbol hace que hasta el mas corto lo entienda. No puedo estar mas de acuerdo con la premisa del artículo, condensada por octavio; Todos somos golfos potenciales. Sin embargo, quizás por impregnación del buenismo siniestro se defiende la presunción de inocencia sólo para unos, para los otros es de presunta mangancia. O sea, hay dos razas humanas según el sentido de su voto. Y no se puede juzgar igual a unos que a otros. Habrá a quien esto le parezca una tontería, pero la comprobación está bien a la vista. El escándalo en el PP ha provocado la catarsis parece contra la corrupción. El país es un clamor contra ella, se acosan sedes, se exige que rueden cabezas... del PP y de la casta real. A mi me tendría encantado si fuese la catarsis contra la corrupción de todos y todas, pero si solo caen de la Zarzuela y del PP tengo el convencimiento de que no arreglará nada. Mas bien al contrario, aumentará la corrupción.