Religiones y religiones.
Nota (pm): No puedo dejar pasar este comentario de Francisco en un hilo ya viejo y poco visitado [–>], y lo pongo como entrada. Escribe (y piensa) como los ángeles - valga el juego de palabras. 😉
Si se anima a mandar más cosas, le ponemos su etiqueta / sección.
Francisco
Rawandi, podrías empezar por preguntarte por qué el impulso religioso parece ser una característica tan exclusiva de la especie humana. Tal vez una de las más exclusivas. Algunos ateos furibundos se han esforzado por explicarlo en términos de psicología evolutiva, como un mecanismo de tranquilización, la busca de un padre o padrino protector para quitarnos el estrés de los miedos que nos causaban nuestros predadores en el paleolítico. (Yo las historias de la psicología evolutiva las leo sobre todo como fuente de entretenimiento; tienen explicaciones para todo.)Si eso fuera así, supongo que una gran parte de los herbívoros que viven en estado casi permanente de aprehensión, habrían desarrollado impulsos parecidos. No hay pruebas de que no sea así, pero o lo disimulan muy bien, o mi impresión es que no. La explicación más sencilla que se me ocurre para el origen de ese impulso es que debe de estar relacionado con ciertas facultades de razonamiento que nos son únicas y nos permiten hacernos cierto tipo de preguntas. ¿De dónde sale todo esto? ¿Cuál es su causa última? Ese tipo de cosas. Algunos logran desentenderse de esas preguntas, y otros no tanto. Los ciervos, por lo que sospecho nunca se las han planteado.
Uno de los disparates más grandes en que caen los ateos militantes es su creencia en la posibilidad de erradicar ese impulso. Es un disparate aun mayor que la idea de erradicar la libido. La jodienda no tiene enmienda, y la creyenda aun menos.
Es cierto que la religión organizada, si se le permite arrimarse mucho al poder, o tomarlo, puede resultar muy incordiante, muy corrupta y muy intolerante a toda disidencia. En eso se parecen a todas las demás clases que se arriman o llegan al poder. Yo estoy muy contento de no tener que dar explicaciones a nadie sobre mis creencias o mi falta de creencias religiosas. En eso estamos de acuerdo. Afortunadamente, no veo ningún peligro hoy en día por ese lado. Desde la espectacular confiscación de tierras eclesiásticas por parte de la nobleza en Inglaterra a mediados del siglo 16, http://es.wikipedia.org/wiki/Disoluci%C3%B3n_de_los_monasterios el proceso ha continuado imperturbable. Apenas quedan curas.
Por otra parte, la religión organizada ha cumplido una función importante de cohesión social, de congregación, de comunión, e incluso de terapia. Yo no creo que la mayor parte de la gente que iba o sigue yendo a misa, por ejemplo, lo haga movida por una fe inquebrantable. Algunos sí. Muchos van simplemente por costumbre, un rito social digno y solemne, o porque les relaja o por lo que sea. En general, los sermones que dan los curas no me parecen fuente de perversión o motivo de escándalo, así que no entiendo tus alarmas. Tampoco entiendo tus alarmas por que en un currículo escolar se enseñen al menos los rudimentos de una larga tradición a la que pertenecemos, que adquieran un mínimo de contacto con historias, mitos, textos o creencias que son parte esencial de nuestra civilización.
Tampoco entiendo tu fe en la posibilidad de que la ciencia proporcione respuestas algún día al tipo de preguntas que mueven ese impulso de que hablábamos. La ciencia es una herramienta nada más, una manera de indagar, un impulso que también nos es único, al igual que el impulso religioso. No es una palabra mágica. No es un estado mental privilegiado. No es o no debería ser una cofradía de iniciados con carné y poderes especiales. Y no empezó de repente con Galileo o con Newton. Su función es sobre todo de orden práctico. Nos ha facilitado mucho la existencia en muchos sentidos. Algunos de vosotros tenéis fe en que también servirá para responder a todas esas preguntas sin respuesta que los herbívoros no se hacen, pero los niños de 6 años sí. Esa me parece una fe bastante infantil, basada sobre todo en propaganda y autobombo por parte de vuestros sacerdotes. Esa manía de ir por ahí diciendo a la gente que su creencia en Dios es un vicio “pernicioso” de la que deben protegerse. ¿Y quiénes los van a proteger? Los científicos con carné, por supuesto. Ellos se nos anuncian como antibiótico para esa horrorosa epidemia de la religión. ¿Para qué queréis a Dios, dicen, cuando ya nos tenéis a nosotros, que os lo explicaremos todo bien masticadito si nos dais tiempo?
¿Tú realmente crees que los físicos tienen explicaciones fiables sobre nada de eso? Habla con veinte cosmólogos y te darán veinte explicaciones distintas sobre la historia y el futuro del universo. Todo eso son patrañas. La distancia que nos separa de una explicación de la existencia es la misma que nos separó siempre. No hay progreso posible en ese sentido. En todo caso, si la ciencia tiene algo que ver en esas cosas, sería más bien en el sentido que menciona Luis Bouza: estimular aún más la sensación de perplejidad y admiración ante el espectáculo. No reducirlas.
Da la impresión a veces de que no os habéis enterado todavía de que la iglesia hace ya mucho tiempo que no corta el bacalao. Si quieres preocuparte por cosas potencialmente “perniciosas” husmea un poco en el lado tenebroso de la ciencia, en el hecho de que la mayoría de los físicos en Estados Unidos trabajan directamente para el departamento de defensa. Y no se dedican precisamente a la teoría de cuerdas. O que hay una gran cantidad de científicos con carné que trabajan simultáneamente para la industria farmacéutica y la investigación sobre armas biológicas. Y una cantidad enorme de cacos y charlatanes, también con carné científico, con la boca bien prendida a la teta pública, que se prestan alegremente a la campaña por convencer al mundo de los poderes casi divinos de la molécula de CO2.
Curas parece que quedan muy pocos en todas partes. Su modesta función de terapia colectiva ha sido reemplazada por visitas individuales al consultorio del psicólogo, a 100 euros por hora, donde los pacientes entran por una puerta y salen por otra, no vaya a ser que se vean entre sí. ¿Pero científicos con carné arrimados al poder o enchufados a la gran Ubre? A punta pala, señor. Puedes reclutarlos para lo que quieras. El estado tira unos granitos de maíz y se le acercan como gallinas, dispuestos a hacer lo que les digan.
¿Es esa la gente que nos va a explicar el origen del mundo y nos va a sacar del cuerpo el pernicioso impulso teísta, con frasecitas como “autosustento natural”?
En una comedia de Molière hay un estudiante de medicina a quien en el examen oral le preguntan los doctores:
¿Por qué el opio hace dormir?
Y contesta más o menos (en latín macarrónico)
Porque posee una virtud dormitiva, cuya naturaleza consiste en somnolecer los sentidos.
Y el tribunal de doctores canta a coro:
Bene, bene, bene respondere! Dignus, dignus, dignus est entrare in nostro docto corpore.
inferencia--> interferencia