Parlamentario británico pide perdón por haber firmado la "Ley de Cambio Climático".
Douglas Carswell en su blog. Vía Tallbloke –>.
Douglas Carswell
Mi mayor error como miembro del parlamento fue no oponerme a la Ley de Cambio Climático de 2008.Fue una equivocación. Lo siento.El mismo día que el gobierno laborista aprobó este fatuo intento de “parar el calentamiento global”, estaba, si recuerdo bien, nevando. Si me hubiera opuesto a la ley, no hubiera habido gran diferencia, pero creo que debería de haber estado mejor informado.
Al contrario que mucha de la legislación “de gesto” que pasa por el parlamento, esta ley ha acabado teniendo consecuencias reales. La Ley de Cambio Climático ha subido los precios de la energía, ahogando a las familias, y haciendo la recuperación económica aun más elusiva.
El objetivo de la ley era crear una economía baja de carbono. Me temo que eso es lo que ha hecho, pero tal vez no de la forma que se pretendía. La Ley del Cambio Climático nos está dando una economía baja en carbono de la forma en que la economía de la Gran Bretaña preindustrial era baja en carbono.
Cortar las emisiones en un 26% para 2020 -como exige la ley- supone, en efecto, elevar tanto los costes de la energía que algunos van a tener que prescindir de ella. ¿Eso es progreso?
Los precios mínimos para el carbono, de la ley, suben los precios. En vez de unos productores de energía compitiendo por proporcionar a las familias y negocios un producto a un precio que quieran pagar, la legislación introduce un sistema de fijación de precios. Los proveedores se cambian a las llamadas fuentes de energía “renovable”, y el usuario final lo paga.
Un organismo irresponsable –el Committee on Climate Change– determina la política energética de la misma manera lo hacen ahora los banqueros centrales con la política monetaria. El precedente no es bueno. Adair Turner, mandmás de la Financial Service Authority, era su presidente.
La tragedia es que no tendría por qué ser así. La innovación tecnológica está descubriendo vastas reservas de combustibles fósiles. Según aumenta nuestro conocimiento, la idea de que al cambio climático se debe completamente a la actividad humana parece menos cierta de lo que fue. Los molinos de viento, resulta, son renovables en el sentido de que hay que cambiarlos cada 25 años -o tal vez cada 15.
Demasiado a menudo la política pública en Whitehall está conformada por ideas y asunciones residuales - que se acaban sabiendo equivocadas. Y nunca tanto como en política energética. Es el momento de un replanteamiento fundamental de la política energética, empezando por reconocer que la Ley de 2008 es un error.
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Original en el blog de Carswell: