La fiscalidad territorialmente asimétrica, el nuevo prodigio de Rajoy.
Sí, Rajoy. Ese tipejo despreciable que aparentó nombrar a Pizarro como jefe de la cosa económica en el PP, para conseguir votos dando la impresión de que se rodeaba de gente competente. Y que, una vez perdidas las elecciones, mostró sin vergüenza que le importa un carajo tener a mano alguien que entienda las necesidades de la economía y las empresas. Y a este genio es al que le hemos encargado los españoles que lidie la crisis.
La canallada que está perpetrando en Cataluña, con una fiscalidad a medida de su despilfarro - a cambio de un retraso en el ansia de separación del gobierno local-, tiene infinidad de argumentos en contra. Y ya se están diciendo por todas partes. Pero hay uno que no se menciona. Y es que se va a cargar una de las pocas ventajas reales que tiene el aberrante sistema autonómico / federal español. La posibilidad de experimentación económica.
Escuchar a los economistas de diferentes ideologías es echarse a llorar. Cuando no ponerse a pensar directamente en el suicidio. Y sin embargo, se puede apostar que hay formas de juzgar políticas económicas distintas sin escuchar a los economistas. Bastaría observar el movimiento de la gente entre zonas de circunstancias razonablemente parecidas, pero de políticas económicas claramente diferentes. Si las personas y las empresas se trasladan de la zona A a la zona B, y estas se parecen en recursos y en cultura, pero no en política económica, parece que se podría más o menos concluir que la política económica de A es mala, y la de B es buena.
Tal vez un solo caso pueda resultar una excepción, pero varios ejemplos podrían dar una buena idea. Y un sistema autonómico con gobiernos locales de políticas económicas contrarias serían, según esta tesis, un buen campo experimental. Gobiernos partidarios de muchos impuestos y gasto público frente a gobiernos partidarios de lo contrario. Y observamos los resultados. A diferencia de naciones diferentes, en este caso el tránsito es más o menos libre. No hay trabas legales, y no hay (ejem) trabas lingüísticas. Pero observaríamos los resultados no de forma teórica, con mil mediciones diferentes y contradictorias, sino con algo tan simple como observar el movimiento de personas y empresas. La gente no es tonta para eso, y sabe dónde hay trabajo y oportunidades.
Hoy publican un artículo muy interesante en el Wall Street Journal que enfoca exactamente eso, para USA:
Aquí podríamos tener el mismo campo experimental. Si no fuera Rajoy. Hasta ahora, solo la excepción del "Pufo Vasco" (y Navarro) estropeaba el sistema. Se podría incluso mejorar. Dando más cancha fiscal a las autonomías, pero también más responsabilidad. Y veríamos cómo funciona cada política, sin necesitad de teorías. Ni de ideologías, claro. Pero Rajoy está en otra cosa. Lo que le va es ir trampeando con un sistema partitocrático que se cae a pedazos. Y si le conviene (a su culo) un sistema fiscal a medida del nacionalismo catalán, lo hará. Y no habrá forma de saber qué es lo que funciona, más allá del politiqueo barato y los chantajes oportunistas.Al final, ¿cuál es la diferencia entre un idiota de ideología y un idiota de mamoneo?