El prestigio de los asesinos.
Marod, santa paciencia, no se mostraba partidario de mi explicación de que los votos de ETA son en gran medida votos a asesinos. Votos, porque asesinan. Y que dejarles participar en el juego político sin abjurar de los asesinatos cometidos, es dejarles sacar partido político de los asesinatos. Y desde luego eso es una forma ideal de no derrotarles. Pero no a las personas, que no importan. Ni a la ideología, que ni siquiera está prohibida. Es mucho peor; es no derrotar al asesinato. La peor dejación de funciones que puede hacer un estado de derecho. Y no digamos si se pretende civilizado.
Pero vamos a tratar de ayudarle a que entienda que sí, que el asesinato, el haber asesinado, da prestigio y votos. ¿Por ejemplo, cuántas camisetas como esta hace falta mostrar para que se entienda?
¿Y qué saben del Ché los alegres y jueviles sociópatas que llevan esas camisetas? Casi nada. Básicamente, que mataba a los malos. Según su cuento para niños de buenos y malos. Sugiero una búsqueda en Google [fusliamos, fusilaremos, y seguiremos fusilando], a la que se puede llegar clicando en la siguiente imagen.
Supongo que Marod aceptará que el Ché, con la misma ideología, pero sin haber matado una mosca, no figuraría en ninguna camiseta.
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=HqAvuiyzz5k]
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Es lo que pasaba con Aralar. No se jamaba una rosca, ni siquiera cuando la ETA no se podía presentar a las elecciones. Bueno, sí, heredaba como un 10% de sus votos. El otro 90% votaba asesinato, no ideología. Y cuando no pueden votar asesino, no votan. Porque si no, hubieran votado a Aralar sin mayor problema. Pero las manos limpias no les molan a los cafres.
Marod solía contestar: No me líes, Batasuna es Batasuna y Aralar es Aralar. ¡Toma, claro!; eso es lo que estoy diciendo. ETA es asesinato, y Aralar no. Y es el asesinato el que se lleva los votos. El prestigio. Y la simpatía de los bestias, que no dudan en atacar desde detrás de la barrera a cualquiera que ose plantarle cara a los asesinos, sus héroes.
Como El Jueves en esta viñeta de Julio Serrano, que saca Periodistadigital.com.
Tiene guasa Julito Serrano, ¿no? Que por otra parte no debe ser nada hijo de puta. Ni de lejos. Un humanista, o así. ¿Alguno de los de Vox ha asesinado a alguien? ¿Defienden asesinatos producidos por otros? ¿Tienen a un racista redomado como fundador de su ideología? ¿Acaso al angelito Julito se le ha ocurrido mirar las ideas del principal teórico del totalitarismo de derechas ("extrema derecha" para los amigos) [-->], para ver si Vox está más cerca de los nazis que el mismo Julio?
¡Uf!, no, que lío. Eso es complicadísimo. Julito no da para tanto. Mucho más fácil dividir el mundo entre "los nuestros" y "los enemigos", y aplaudir a aquel de los nuestros que más asesine. Que es, exactamente, lo mismo que hacían los partidarios de los nazis. Otros, por cierto, que también comprendieron muy bien el prestigio del asesino. Y se disfrazaban para que no cupieran dudas. Como, por otra parte, los etarras.
Eso es todo. Somos así, mientras una capa de civilización no nos cambie. Adoramos los cuentos de buenos y malos, que nos permiten seguir siendo niños. Y adoramos a los asesinos, si son de los nuestros - en el cuento. Y todo el truco para mejorar, para progresar, para hacer una sociedad más o menos vivible, es acabar con el prestigio del asesino. Y eso es lo que estamos discutiendo - y lo que probablemente no vamos a hacer.