Bilbao se queda sin historia, si les dejamos a los nacionatas.
Yo creo que lo llevaba hacía tiempo en un runrún de la cabeza. Pero sin mirarlo. Y hoy, que he comido en esa calle, el runrún ha llegado a la conciencia, produciendo la pregunta impertinente. ¿Qué cojones hace el nombre de un don nadie nacionalista [–>], del siglo XX, entre los de Mazarredo [–>] y Henao [–>]?
Quiero decir que la calle ya estaba ahí muchísimo antes de que naciera Don Nadie. Y que Don Nadie es literlamente nadie en la historia de Bilbao. Y en la historia en general. Y que para poner a Don Nadie, hay que quitar a quien estuviera antes. ¿A quién han quitado los paletos?
La villa se podría definir de muchas formas. Una de las de mayor justicia histórica podría ser: Infinita e inagotablemente sitiada por los carlistas; jamás conquistada por ellos. Cosa que conviene olvidar. Y nada mejor que quitar del nomenclátor municipal a quien fastidió a los carcas el segundo sitio de Bilbao [1836 –>]. Normalmente conocido como “el” sitio, aunque los intentos fueran aproximadamente infinitos (*). Espartero, nada menos. Que rompió el cerco en una esforzada batalla [–>] sobre las defensas que tenían los carlistas en Luchana, lo que le valió el título de conde de Luchana. Luego tuvo muchos más, y más importantes [–>].
Parece obvio que los herederos de la carcunda no le van a poner a Don Nadie el nombre de una calle nueva, muy bonita, en las afueras, si se pueden quitar de encima un nombre que recuerda para siempre que la carlistada nunca se jamó una rosca en la ciudad. Pero no hay nada más divertido que joderles a estos inventores de tradiciones ancestrales, literalmente de hace dos días, con las palabras de la tradición y de la historia. Doy fe de que les da un síncope cada vez que les explico que no entiendo a la puta máquina de aparcar, si se dirige a mi en vascuence. Algunos de los controladores de esos artilugios miran por encima del hombro cuando se lo digo, como para comprobar si nos esta oyendo alguien. A otros les sale humo por las orejas. Pero no dicen nada, porque entender, entienden. Vaya, que lo entienden todito todo. Bien claro queda. Un hijoputa rebelde, con tanta cara como para decirlo por la calle.
Así que Espartero, y la historia de la Muy Noble Muy Leal e Invicta Villa de Bilbao, me van a servir para el mismo propósito. Trolear al nacionata. ¿Dónde está la calle Espartero? ¿Y por qué ya no está? ¿Quién era Don Nadie?
Lo de invicta viene precisamente del conde de Luchana. Pero si los paletos borran las encerronas siempre fracasadas de los carcas, habrán borrado la parte tal vez más esencial de la historia de Bilbao. Claro que a cambio nos traen tradiciones que no se han visto nunca por estos lares, como el Olentzaro ese. Y los vasquitos y neskitas, que jamás se habían escapado del mercado de San Antón. Etc. No es más que otra forma de borrar la historia; inventarla.
Nota (*): El llamado en Bilbao “el sitio” se presta a confusión con la muy histórica Sociedad El Sitio [–>]. No se trata del mismo sitio, aunque sigue siendo de la carlistada. El de Espartero es el segundo sitio (1836 –>), de la primera guerra carlista. Lo de la Sociedad El Sitio viene del tercer sitio (1874 –>), igualmente infructuoso, durante la segunda guerra carlista. Por lo menos, al general Concha no le han quitado la calle. Todavía. ¿Calle Purkullu en el futuro? ¿Iberrinche? Pachindacari, ni de coña.
Nota 2. Ya que hablamos del Príncipe de Vergara, habría que plantearse la conveniencia de ciertos abrazos, tan buenistas. A ese en concreto le debemos la supervivencia de la Edad Media, hoy, en forma de fueros, o pufo vasco (© Mikel Buesa). Y a través de ese anacronismo, tenemos lo que los asesinos de hoy llaman “el conflcito”. Además de la disculpa para que los que quieren templar gaitas con los separatas catalanes, propongan singularidades (exclusivas para Cataluña). Que no es otra cosa que el rollo medieval también para ellos. Lo que bien pudiera ser la puntilla para España. Y es que hay abrazos y buenas intenciones que los carga el diablo.
Cuenta Maroto [–>]:
... pusieron luego sus armas en pabellones, se mezclaron libre y alegremente las tropas y quedó sellada la paz con el mayor contento y armonía... ¡Soldados nunca humillados ni vencidos, depusieron sus temibles armas ante las aras de la patria; cual tributo de paz olvidaron sus rencores y el abrazo de fraternidad sublimó tan heroica acción... tan español proceder!
Sí, puede que sea muy español eso de "sin vencedores ni vencidos". Ni idea. Pero también puede que acabe con España.–
Añadido. A cuenta de los comentarios de Repbana, añado la comparación del escudo de Guipúzcoa, antes y después del borrado de la historia que llevan a cabo los nietos del transtornado Arana.
Lo que no parece cambiar es el palo de la baraja: bastos. 😉