Polacos, podencos, y las cosas del comer.
Nos entretenemos mucho discutiendo si somos catalanes o podencos; vascos o galgos. Y sobre soberanías y prodigios. O si Pablemos tiene la chorrada más larga. Pero no le haremos ni caso a la próxima Cumbre de la UE, donde entre otras cosas quieren decidir:
- Cortar las emisiones de CO2 en un 40% respecto de los niveles de 1990, para 2030.
- Mejorar la eficiencia energética en un 30%.
- Incrementar las energías renovables en el "mix" hasta el 27%.
¿Puede ocurrir el horror que planean en ese encuentro de la UE, que tan poco nos interesa? Ellos dicen que sí:
Pero hay cierta esperanza. Que no va a venir de ningún imaginario "derecho a decidir". Puede producirse por los polacos, que parecen tener muy claro que si su energía es de las más baratas de Europa, es porque usan carbón, y no subvencionan fantasías eólicas ni solares. Y el gobierno, con apoyo de la oposición, ha dicho que si las propuestas de la cumbre siguen como están, a Polonia no le quedará más remedio que vetar el acuerdo. Esperemos que los polacos se porten. Entre otras cosas, van todos unidos. Es buen síntoma. Porque si esperamos que nuestros gobernantes o nuestros periodistas se ocupen de las cosas de comer, lo llevamos claro. O tal vez sería mejor decir que ni nosotros mismos nos interesamos por las cosas del comer. Como si fuéramos ricos, tú.