Tribulaciones de un exiliado en el Sur: Bolivia (parte 1)
Sefuela
Añadidos en color azul y cursiva.
No es bueno acordarse de una promesa cuando te vas a acostar, pero algo más grave tiene que suceder para que yo rompa una, así que aquí va la entrada prometida. No será larga, pero espero poder transmitiros algo de lo que he aprendido durante los pocos días que hice una escapada a una ciudad realmente maravillosa como es La Paz. Eso sí, las imágenes las subo mañana.
Las dos primeras fotos son de las afueras de La Paz. El increíble Valle de la Luna con sus formaciones caprichosas de roca arenisca y la Puerta del Sol en Tihuanaco. Esa enorme puerta, por la que se supone llegaron los 5 incas a la Tierra (y que fue rota para impedir que volvieran) es de lo poco que queda en pie en Tihuanaco. Las porámides y monumentos de allí son reconstrucciones modernas.
La primera impresión que tuve al llegar al aeropuerto fue similar a la que tuve hace unos 12 años en Bogotá. Llegaba a una ciudad y un país donde podía ocurrir cualquier cosa, y no todas buenas. Así que la primera tarea era rescatar la maleta, conseguir un taxi confiable y llegar al hotel. Lo de la maleta fue fácil. Lo del taxi tampoco fue difícil. Iba prevenido sobre precios hasta la ciudad (75 bolivianos, unos 9 euros), y que debía buscar un radio taxi (distinguible porque llevaban letrero encima del techo del coche). Además, casualmente el taxi que agarré (lo de coger aquí no significa lo mismo que allí) llevaba publicidad de mi hotel, y me trasladó sin problemas.
Al llegar al hotel, en pleno centro de La Paz, pregunté si la zona era segura y hasta que hora. La pobreza y suciedad que había visto por las calles en el trayecto me hacían sospechar que no lo era totalmente. Me informaron de que era segura siempre para los locales, y hasta las 10 de la noche para los turistas. Entendí la tentación de asaltar a quien crees llega con dinero regalado, y con mucho para ellos, y nunca salí después de las 10.
Estas dos siguientes fotos son de una calle extremadamente céntrica en La Paz. Las fotos de indígenas hay que tomarlas desde lejos y con cuidado, ya que consideran que cuando les hacen una foto, les roban el alma, y se enfadan muchísimo.
Para que os hagáis una idea, el sueldo medio de un habitante del llamado Estado Plurinacional de Bolivia en la capital es de unos 2500 bolivianos (la moneda de allí), que son unos 300 euros al mes. Los precios para los locales son acordes. Es posible tomar una coca cola en un comercio (no te dejan salir porque te obligan a devolverles el casco) por un boliviano (12 céntimos de euro o 20 pesetas). Yo lo hice, así que puedo dar fé. Horas más tarde, pagaba cuatro euros en el aeropuerto de Lima por una botella pequeña de agua.
Una comida en un restaurante te puede costar cualquier cosa. Pagué 100 bolivianos (12 euros) en un buen restaurante para probar la carne de llama, y 20 bolivianos con bebida inclñuída (menos de 3 euros) en un restaurante tipo Mc Donalds pero adaptado a la cocina andina llamado La Quinta y donde se puede comer rápido y de forma excelente por ese precio. El Majadito, que era el plato especial (arroz, con carne, huevo y plátano frito) y estaba espectacular, costaba 28 bolívares, pero un sandwich de chola (cerdo asado) costaba tan sólo 12 bolívares.
Al lado de mi hotel estaba el mercado de las Brujas, donde se puede comprar cualquier cosa para todo tipo de conjuros, incluidos fetos de llama, que utilizan algunas brujas, siguiendo una larga tradición. También abundan todo tipo de productos derivados de la coca (excepto cocaína) y hojas de coca que la gente masca para ayudar a soportar la altura.
Estas dos siguientes fotos son del mercado de las brujas En la primera, podéis ver infinidad de remedios supuestamente curativos. En la segunda, colgados y de color blanco, están los fetos de llama que se utilizan para conjuros. También podéis apreciar en esa foto la inclinación de muchas de las calles.
La Paz está situada, en su parte baja, a 3.000 metros sobre el nivel del mar. En la parte alta, denominada El Alto y que ahora es un ayuntamiento independiente, aunque absolutamente fusionado con La Paz, uno se encuentra a 4.000 metros de altura. Es impresionante ver la ladera de la montaña llena de casas. Las calles son, en su mayoría, tan empinadas que los coches sólo pueden circular en primera velocidad. Los peatones tienen que recorrer unas calles donde las aceras alternan tramos de escalones con pronunciadísimas cuestas. Sin la ayuda de la hoja de coca o una especie de Vicks VaporuB hecho de coca que venden allí hay que estar muy sano y muy en forma para poder moverse por esas calles.
En la primera foto del grupo de abajo, podéis ver una de las numerosas busetas que circulan por las calles y que son el transporte de muchos paceños. Pueden parar en cualquier sitio originando cierto caos en el tráfico. La segunda foto es una vista de La Paz desde el moderno teleféricos, cuyas tres líneas comunican amplias zonas de La Paz y sirven para salvar de manera muy rápida el caótico tráfico y los desniveles de la ciudad. La tercera es de la zona más acomodada de la ciudad. También se aprecia el desnivel. La cuarta es de un grupo de comercios que apenas tienen un metro cuadrado cada uno.
En el plano económico me llamó poderosamente la atención un hecho: reniegan como del diablo de imprimir billetes (eso que ahora pide todo el mundo). Se explica fácilmente si tenemos en cuenta que la inflación allí alcanzó, gracias a imprimir a lo loco, el 11.600% anual. No debía ser fácil vivir en una economía así.
La economía está intervenida, pero tengo dudas de si lo está mucho mas que la española. Los paceños se quejan de que Evo no ha hecho caso a las ciudades y se ha volcado en los campesinos, cuya ignorancia es tremenda, incluso sobre cómo cultivar el campo. Las empresas extranjeras sólo pueden entrar en el país como socias del Estado boliviano al 50%. Coca Cola Bolivia es 50% del estado boliviano.
Evidentemente, ese intervencionismo es superior al español. Hay dos cosas que lo compensan en parte. La primera es la picaresca. La segunda son los bajos impuestos. Un taxista allí paga, por una renta muy superior a la media, un impuesto del 13% sobre la renta, sin que exista impuesto alguno a la hora de comprar un coche, ni IBI, ni similares.
Lo que sí existe es la obligación de emplear lo que tengas, bajo pena de expropiación. Sea un coche o una casa, y aquí entra la picaresca. Numerosas personas en La Paz poseen pequeños terrenos en las afueras donde no viven. Para evitar la expropiación de dichos terrenos, comienzan a construir una casa. Hacen las paredes y paran. A los inspectores les dicen que irán a vivir cuando terminen la casa, pero que hay pocos materiales de construcción y, ya si eso, irán terminando algún día. Evitan así la expropiación y mantienen la propiedad en el campo y en la ciudad.
Mañana o pasado, más, y algunas fotos.
Un abrazo a todos y muy feliz 2015 desde Santiago de Chile.