Sociedades, cuentos, y libertarios
Sigue la movida, y no se puede estar en dos sitios al mismo tiempo. Así que me sigo copiando (con perdón). Viene de:
Un intento de explicar de otra forma qué es (o qué efectos tiene) una sociedad. Algo que no podría estar más lejos de “no ser nada”.
Observa lo que ocurre cuando hablamos de algo que tenga que ver con ideas. Nunca empezamos de cero. Ni el filósofo más coñazo (aunque lo intenta). Sería imposible, y ni siquiera empezaríamos a hablar. Lo que hacemos es partir de un nivel ya muy elevado, que tiene por debajo una cantidad acojonante de asunciones, significados y sobreentendidos. Pero acojonante.
Una experiencia muy curiosa es intercambiar ideas con gente de culturas muy distintas de la tuya, pero a su vez con una exposición muy diferente a la cultura europea. Imagina un caso real. Dos paisanos de pequeñas islas del Pacífico, con un par de centenares de habitantes cada una. Que viven exactamente igual. Misma pesca, misma caza y misma recolección. Y etnias / culturas tan alejadas de la tuya que, a esa distancia son iguales. Quiero decir que no hay una que sea más cercana. Por ejemplo, las dos son antropófagas en origen. Ah, y ambas alejadísimas de la siguiente población humana. Y ya para adornar, hagamos que ambas fueran descubiertas por españoles en el siglo XVI. Pongamos que una isla es de la Polinesia Francesa, y la otra de las Islas Salomón.
Con el pasiano de la Polinesia Francesa puedes perfectamente tener esta misma conversación. No le convencerías más que a mi, pero no tendría ninguna dificultad en entender lo que dices, ni en localizar dónde te equivocas. Es más, el ejercicio que estoy haciendo es hablar contigo como si yo fuera él. Pensando a través de él. Sabe lo que quieres decir cuando dices libertad; sociedad; estado; educación. Y todo el otro montón de sobreentendidos que tenemos ahí debajo para poder mantener esta discusión, y de los que ni siquiera somos conscientes.
Con el paisa de Solomon no podríamos dar ni el primer paso. No entiende libertad; entiende poder. No entiende sociedad, entiende nosotros. No entiende estado; entiende policía. Y por educación, no tiene muy claro si hablamos de las cuatro cosas que le dieron en la escuela, o lo que sabemos “nosotros” (la gente de su tribu) y también le enseñaron de niño.
La única diferencia entre ambos es la exposición, durante varias generaciones, a profesores franceses. O profesores que se habían educado con profesores franceses.
Eso es -entre otras cosas, pero muy principalmente- una sociedad. Una acumulación brutal de sobreentendidos, que vienen de los cuentos chinos y hacen posible una comunicación a este nivel. “Individuo” es un cuento chino, y por eso no usamos la expresión persona. El de cultura afrancesada lo entiende perfectamente. Pero el otro, si acaso se acerca a intuir de qué vas (y es muy difícil), pensaría que estás como una puta cabra. Entiende persona; un humano. O uno “de nosotros”; o uno de los “de fuera”. Pero que no es algo en absoluto independiente de su grupo, ni de los cuentos de su grupo. Entiende la realidad persona, no el cuento individuo.
¿Alguno de los dos tiene más “razón”? Sin duda, el segundo. No acepta individuo, que no deja de ser un cuento chino. Y no tragarse los cuentos chinos es definitivamente algo más cercano a la razón y a la “verdad”. ¡Pero no es más cercano a la operatividad! El cuento individuo, al falsear y exagerar brutalmente lo que pertenece sólo a un fulano de lo que es propio de su sociedad, produce unas consecuencias. Y esas consecuencias nos llevan a la luna. Literalmente.
No, Luis. Tu cuento sólo es la exageración y la sacada de madre del cuento liberal. Y busca conscientemente unos efectos (característica de los cuentos no demasiado bonitos). Pero aparte de los efectos que busca, tiene dos problemas. Necesita -y a la vez crearía- unas circunstancias que no existen, y muy presumiblemente no pueden existir. Y es un cuento “asocial”, porque le quita a la sociedad lo que necesita para serlo. Vaya, para ser compleja. El salomoniano y yo no podemos ser sociedad, porque no creemos (o hacemos como que creemos) los mismos cuentos. Podemos hablar a nivel de “he visto un tiburón muy grande cerca de las Peñas Rojas”. No a nivel de ideas un poco complicadas, como el cuento de la libertad. No nos entendemos más allá de lo que necesita una banda de cazadores recolectores. Y sólo una educación “de sociedad” puede producir que básicamente todos compartan los mismos cuentos, y eleven el nivel de complejidad. El liberalismo es un cuento muy bonito, que sabemos que te lleva a la luna. El libertarianismo no sabemos a dónde lleva, y pinta muy bonita no tiene. No reparte cuentos industrialmente, según tu propuesta de una sociedad (o un estado) que no educa.
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