Luis Bouza-Brey
Edurne Uriarte, en "El candidato de Rivera", pone de manifiesto el error y la inconsistencia del pacto de Ciudadanos-Rivera con el PSOE-Sánchez. Un error grave que ataca la lógica democrática por apoyar la entrega del poder a un partido que hace ostentación de sectarismo antidemocrático y autoritario, desviando la dinàmica política del país hacia el radicalismo irresponsable, la demagogia y la manipulación de la opinión pública. Según la versión de las cosas del clon zapatético Pedro Sánchez y la izquierda antisistema, parece como si hubieran sido el PSOE y el izquierdismo los heroicos resistentes frente al capitalismo que han salvado al país del desastre económico y la malvada troika, cuando han sido precisamente su demagogia, frivolidad y sectarismo excluyente los que han impulsado el agravamiento de la crisis en España.
Ahora, después del episodio indigno de manipulación y ausencia de principios del plebiscito interno del PSOE, legitimado por un Comité Federal inane, se le ha dado al irresponsable que dirige el PSOE barra libre para mangonear y pervertir el equilibrio político del país hasta conducirlo al desastre. Ciudadanos y Rivera, con una falta de criterio bochornoso, han contribuido a alimentar esta operación y a abrir el camino a nuevas alianzas suicidas del PSOE que ya comienzan a desarrollarse bajo la dirección de Sánchez y con la aquiescencia del partido y el Comité Federal: No parece que el PSOE, ni mucho menos Sánchez, estén dispuestos a un Pacto de Estado o Gobierno de Coalición de constitucionalistas que emprenda una política firme y coherente de Regeneración del sistema político y el Régimen Constitucional del 78.,
A mi sólo me queda continuar repitiendo inútilmente mi diagnóstico y previsión anteriores, del dos de enero de este año, cuando dije que:
‘…La irresponsabilidad de promover un frente “de izquierdas” y “por el cambio” con los neocomunistas bolivarianos, “para echar al PP”; la inepcia y el cretinismo buenista de creer que dando privilegios al nacionalismo étnico lo integrarán, y la frivolidad con que se oponen a la política económica del Gobierno y de la Unión Europea, así como el objetivo estratégico de intentar formar un batiburrillo de izquierdistas, nacionalistas, comunistas y “mareas” para alcanzar el poder, constituyen una estupidez e irresponsabilidad de tal calibre que van a darle la puntilla al PSOE, destrozando la recuperación económica, poniendo en peligro la unidad de España y derruyendo el sistema de libertades.
Estamos ante una situación de emergencia nacional peor que la creada por Zapatero, y ante ella, las vacilaciones e incoherencias de los militantes y dirigentes del PSOE que se oponen a Sánchez reflejan la inanidad e inutilidad suicida del PSOE actual …’ ( Luis Bouza-Brey, en /2015/12/30/resucita-el-psoe-cousas-a-30-12-15/ ).
Vean lo que dice EDURNE URIARTE, en un artículo que, pese a no estar publicado todavía en abierto, creo que por su claridad y contundencia merece el comentario público por mi parte, sin necesidad de esperar unas horas a su difusión por parte de otros:
EL CANDIDATO DE RIVERA
EDURNE URIARTE, 'ABC (1ª Edición)' - 2016-03-01
Momento histórico, en que se presenta por primera vez a la investidura quien no ha ganado las elecciones
Una frase letal de la respuesta de Mariano Rajoy a Albert Rivera, « comprenderás que no apoye a tu candidato», define perfectamente el momento lamentable al que ha llegado la democracia española. El momento histórico, esto sí es histórico, en que se presenta por primera vez a la investidura quien no ha ganado las elecciones y lo hace con el apoyo de un partido nuevo que prometió regenerar la democracia y comienza su proyecto de regeneración con el intento de hacer presidente al perdedor de las elecciones. Pero, sobre todo, el hecho democrático más relevante y más grave de este intento de investidura del perdedor es que se hace sobre la base del veto, de la exclusión, de la intolerancia hacia la derecha, hacia un partido democrático, y votado, además, por más de siete millones de españoles.
Entregados casi todos a los superficiales cálculos aritméticos, parece haberse olvidado el dato central de lo que se juega esta semana. Y de lo que se va a jugar en las siguientes. Que estamos como estamos porque el líder del Partido Socialista se ha negado a dialogar con quien ha ganado. A pactar la gran coalición ofrecida por el PP tanto al PSOE como a Ciudadanos y que habría dado ya hace semanas un Gobierno a España. Y que esto sucede por motivos puramente sectarios, porque una parte de la izquierda no ha superado aún su incapacidad para aceptar la legitimidad democrática de la derecha. Y lo grave no es sólo que lo haya hecho un partido democrático como el PSOE. Lo grave es la naturalidad con que este sectarismo ha sido aceptado por amplios sectores de los líderes de opinión. Y, por supuesto, por Albert Rivera y por Ciudadanos.
Todas las pretensiones regeneradoras de Ciudadanos han acabado aquí, en su adhesión a la estrategia excluyente del Partido Socialista. En su aceptación del veto de Sánchez al PP, en su participación en esa pantomima de pacto para la consulta a la militancia de Sánchez. Salvado momentáneamente, eso sí, ante una parte de la opinión por quienes se niegan aún a aceptar la realidad de lo ocurrido y se agarran a la manipulación de la historia de este sectarismo. Con eso de que Rivera no tuvo más remedio que pactar con Sánchez porque Rajoy se había negado a presentarse, como si Rivera no hubiera aceptado desde el inicio la estrategia de Sánchez.
Y es clave esta posición de Ciudadanos porque se le suponía llamado a combatir desde el centro algunos vicios de la vieja política. Como la pretensión de superioridad moral de la izquierda o el pacto de Tinell fáctico que ha sido la política española en estos últimos años. Y resulta que, a las primeras de cambio, cuando se ha enfrentado a su primera gran decisión de política nacional, se ha montado al mismo carro de los pactos para excluir a la derecha ganadora. ¿Por qué? He aquí una cuestión de difícil respuesta. Porque resulta altamente complicado entender por qué Ciudadanos ha agotado en dos meses todo su crédito de partido renovador y diferente.
Ciudadanos es ya un partido vulgar y corriente, con un hiperliderazgo mayor que el de los viejos partidos, y con una desventaja sobre ellos y muy especialmente sobre su supuesto principal competidor, el PP. Que ya no se entiende su mensaje, ni siquiera el de la unidad nacional. Esta semana quiere hacer presidente a Sánchez, al político que quiere hacer una reforma «federal» para reconocer la «singularidad» de Cataluña.