¿Son como yonquis, o son como chimpas?
Durante el año aproximado que tuve una relativa cercanía a políticos, me solían preguntar cómo se puede explicar lo que hacen. Qué les lleva a tomar decisiones aparentemente aberrantes – si uno parte de lo que aseguran que les motiva. Y si se da por supuesto que no son ni psicópatas ni subnormales, que en general no suelen parecerlo. Es una pregunta muy natural, pero es una pregunta equivocada. Lo mismo que mi respuesta por entonces. Una respuesta más o menos “mágica”.
Imagina un yonqui -solía contestar. Puede ser un tipo perfectamente razonable, con una conducta no menos predecible que la de un humano medio. Puede incluso ser un tipo estupendo. A menudo lo son. Pero sabes que su adicción le puede llevar eventualmente a cualquier barbaridad -sin límite alguno- si tiene un problema para proveerse. Y a los políticos -explicaba- se les puede entender muy bien como yonquis del poder.
En realidad es una explicación que explica muy poco. No dice nada, por ejemplo, de las diferencias entre los drogatas. Algunos resultan ser muy buenos políticos. Y sobre todo no dice nada del resto de la banda. Los pringados que aplauden y votan con fervor a los yonquis. ¿Los miramos como yonquis a su vez para entender tan extravagante conducta? Sería un problema muy gordo, porque si todos son adictos la adicción no explica nada. Se podría sustituir adicción por humanidad y sería lo mismo.
Lo malo de ese punto de vista es que se fija en individuos, cuando estamos ante un sistema. Las conductas aisladas no tienen sentido porque son conductas de sistema. Y la perspectiva adecuada no es ni de coña la politología, sino la etología [–>]. En la que nadie ha avanzado tanto como Frans de Waal para entender el problema que nos ocupa.
Si en vez de mirar a los políticos como yonquis los miras como a chimpancés cambia completamente la perspectiva. Y se empieza a poder explicar lo que hasta entonces no se entendía.
Por ejemplo:
Es muy claro. La conocida disposición a servir a la nación, o a mejorar la economía, son herramientas funcionalmente equivalentes al chimpa alfa que le hace la pelota a la jerarquía superior de las hembras, para ganarse su apoyo. A tu político favorito le importa “la nación” lo mismo que al chimpancé Mike, de Goodall, le importaban Flo y sus amigas cercanas. Son herramientas para llegar a macho alfa.
Visto así, como un sistema de banda de chimpancés, se pueden entender las decisiones de nuestros amigos los políticos, que ya no nos parecerán tan estrafalarias. Adquieren sentido.
Y se puede entender incluso hasta a Rajoy. Es un error de sistema. La estupidez de sustituir el ascenso natural de un joven macho aspirante a alfa, que avanza en función de una mezcla de fuerza, voluntad y capacidad de buscarlse aliados, por el dedazo del soberbio Aznar. Lo que consigue el dedo es poner a un incapaz en el puesto inadecuado. Lo malo es que nuestro sistema político disfuncional dota al incapaz de herramientas suficientes para mantenerse mal que bien en el poder, pero no le dota de la naturaleza necesaria para ejercerlo con eficacia. Y así se jodió el Perú.
Resumiendo. Cuando les veas o les oigas en esta circunstancia que llaman bloqueo, no imagines estar ante hombres de estado, que es algo que sólo existe en los sueños. Mejor sería que interpretes una trifulca en una banda de chimpas que tiene un macho alfa equivocado. Y eso explica, no sólo lo que están haciendo los jefes de los partidos, sino también lo que estáis votando. O sea, el sistema al completo. 😉
Antes, cuando sólo teníamos a Lorenz, había disculpa para no entenderlo. Ahora, con de Waal, ya no.
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Citas: Los párrafos citados (son “fotos”) vienen de la primera recomendación.
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