Nuestros primos, los neandertales, pudieron no ser inferiores en nada
En general somos bastante satisfechos, engreídos. No necesariamente como catalanes supremacistas chiflados, pero el caso es que siempre hemos mirado a los neandertales por encima del hombro. ¿Acaso no provocamos su desaparición y nos quedamos con el sitio donde vivían?
Eso debe implicar una superioridad. Y tenemos muchas teorías para explicar esa ventaja nuestra, a pesar de la incómoda evidencia más fácil de ver – que no necesita ninguna gimnasia argumental. Ellos eran más fuertes y tenían un cerebro mayor. Se ve en los huesos. Punto. No necesita interpretación.
Pero en seguida “explicamos”. Sería un cerebro más grande, pero más tosco; peor organizado. Que son dos desventajas; la menor inteligencia y el mayor coste de mantener un órgano tan caro. O bien nuestra inteligencia está en la cultura, donde guardamos buena parte de nuestra sabiduría. Liberando con ello el precio de tanto cerebro.
También formábamos bandas mayores. De individuos -uno a uno- más débiles, pero como grupo más fuertes. Y puede que tuviéramos un rango mayor de comidas, que siempre es una ventaja en períodos de escasez. Otra teoría que se usa es que los “modernos” nos adapáramos mejor a los cambios climáticos.
El caso es que como estamos aquí, y ellos no, alguna de esas teorías tiene que ser cierta. O todas ellas. O alguna muy similar. Hay que buscar la ventaja. Y cuando buscas, sueles encontrar. O imaginar / explicar.
La sorpresa es una reciente propuesta, muy convinente, de que no hay nada que explicar. Que es perfectamente posible esa sustitución de los neandertales por “modernos” sin que hubiera ninguna ventaja competitiva. Por una simple circunstancia que sabemos que es real. La distribución y demografía de las poblaciones. Y tal vez lo más llamativo es que nadie lo haya pensado hasta 2017, después de tantas y tantas décadas especulando sobre la lamentable desaparición de nuestros primos.
Completemos el mapa de antes, añadiendo a los “modernos” además de a los neandertales. De antes de salir de África, se entiende.
Imagina que tienes un flujo constante de la zona de “modernos” a la zona de neandertales. Flujo que, o bien ocurre en una sola dirección, o bien ocurre en mayor medida en una dirección porque la población en África era más densa. Arriba, en lo verde, hacía un frío de infarto con las glaciaciones. Población más dispersa.
Aunque el estudio lo han hecho con modelos matemáticos, en realidad basta con pensarlo. Piensa que tienes una zona mixta, donde hay grupos de los dos tipos. No hace falta que estén en contacto, ni luchando, aunque podría ser. Se trata de que el territorio esté ocupado de forma aleatoria por las dos especies, y por zonas. (Normalmente es raro que haya dos especies en el mismo nicho, en el mismo sitio). Sería algo así.
Ahora imagina que uno de los puntos desaparece. Malos tiempos; no encuentran comida; enferman; se mueren todos. La zona que ocupaban será invadida por una escisión de un grupo de fuera. Y si están repartidos más o menos por igual hay las mismas posibilidades de que la nueva población sea como la original, o sea de los competidores.
Pero si añades la posibilidad de un flujo externo de unos de los colores, o un flujo mayor de uno de los colores, estás aumentando la probabilidad de que las sustituciones sean más de un color que de otro. El del flujo. Y eso al final produce una población de un sólo color. Sin ninguna superioridad por parte de nadie.
Un respeto por los neandertales; y menos lobos, Caperucita. Después de todo estuvieron en Eurasia, con gran éxito, más tiempo del que tiene nuestra especie “moderna”. No más tiempo del que tiene nuestra especie fuera de África, sino más tiempo del que tiene nuestra especie en total. Por lo que parece.
Claro que esta idea no quiere decir que ocurriera así. Pero sí quiere decir que pudo ser, y que no hay que empezar por dar por supuesta nuestra muy catalana superioridad. Es una forma de infantilismo como otra cualquiera.
–
Fuente
Nature (Kolodny y Feldman 2017):
--Añadido para la charla: