Lo que sabemos, lo que creemos, y lo que queremos
Por Rafael Fernández-Cotta, desde el Sahel
Debemos de distinguir entre lo que sabemos y lo que creemos. Sé que la biomasa del planeta está aumentando y va a seguir haciéndolo. Sé que los desiertos se han reducido. Sé que las zonas frías se han templado algo. Yo creo que los gases invernadero van a subir las temperaturas mucho menos de un grado a partir de ahora. Creo que el CO2 no va a llegar a duplicarse. No creo que globalmente los cambios sean negativos, al contrario, en general la biosfera va a mejorar, tanto para el hombre como para los animales y las plantas. No creo que el nivel del mar suba mucho, porque creo que van a aumentar las nevadas. Creo que cambios no van a ser drásticos. Todo eso lo puedo razonar científicamente, pero sé que las películas que monte no tienen por que ser ciertas, como mucho serán aproximaciones que se basan en lo que creo que son buenas razones. Lo importante es saber distinguir entre lo que sé y lo que creo.Ahora os voy a decir lo que quiero. Lo que Europa esta haciendo con África no tiene nombre. Debemos de cabrearnos, y mucho. Hoy quiero coger un buen mosqueo, inventar ingeniosos insultos y dedicarlos a unos cuantos ecologistas blanquitos imberbes, o incluso a algún conocido calentólogo, para desahogarme.
Eso es lo que quiero, pero como sé que es mejor guardar las formas, no lo voy a hacer. En África tenemos gas y petróleo, porque las reservas están muy repartidas por todo el mundo si se usa fracking. Pero Europa quiere renovables y no saben lo que nos estan jodiendo. Las ayudas, los proyectos, todo lo pintan tan verde… Lo que quiero es que Europa comprenda que queremos duplicar el consumo eléctrico y el número de coches cada 10 años y eso debe ser innegociable.
Y no soy solo yo quien lo quiere, somos legión. Sobre el tema en África estamos mejor informados que en Europa donde los periodistas tienen en los blanquitos postmodernos su mercado natural. Ya sabéis que cuando cortan la luz, si es de noche, todo se ve negro. Y eso informa a los periodistas de aquí, porque cuando el niño le pide dinero para comprar velas se tiene que dar cuenta, por idiota que sea.