Cuanto más CO2, peor sale el arroz
Por Rafael Fernández-Cotta, desde el Sahel
De un tiempo a esta parte la eco-calentología se ha sacado de la chistera una nueva idea: El CO2 es malo para los cultivos, porque se reducen los nutrientes. Con los profesionales por el momento tienen poco éxito, y dudo que nunca lleguen a tenerlo, pero entre el publico no instruido me temo que la idea puede terminar calando.
Usan conceptos bien conocidos desde el siglo XIX, pero nos lo venden como si fuese la última frontera del conocimiento. Sin duda dominan el arte de las contorsiones lógicas.
Ya decía Goebels, el jefe de propaganda nazi, que una mentira se convierte en verdad si se repite un número suficiente de veces. Y en eso están. Tenemos que reconocer que en la materia los calentólogos han alcanzado la excelencia.
El modus operandi es bien conocido:
1- Se realiza un experimento, que confirma lo que ya sabemos.
2- Se publicitan cuidadosamente parte de los datos, no sea que dejar las cosas claras comprometa el futuro profesional de los investigadores.
3- Seleccionadas las medias verdades pertinentes, se ponen en manos de periodistas bien pensantes, desconocedores del tema, de forma que deduzcan lo contrario de lo que un profesional puede interpretar del estudio.
4- Y la última fase, en los medios calentólogos, impúdicamente y faltos de conocimientos y vergüenza, se retuercen los conceptos hasta lo grotesco, para jolgorio y regocijo de la progresía.
Veamos paso a paso.
1- Varios experimentos afirman que los hidratos de carbono aumentan en mayor proporción que las proteínas, minerales y vitaminas cuando se añade CO2 a un cultivo.
2- Se publican estudios y meta análisis donde no se menciona el aumento de producción (que si se mide en cada uno de los experimentos), centrándose en señalar que las proteínas bajan en relación a los carbohidratos.
3- Se ponen parte de los datos en manos de periodistas. Tachin, tachin. Si en el estudio aumentan los carbohidratos y las proteínas, pero estas aumentan menos que los carbohidratos, lo que publican es que las proteínas bajan.
4- Se publican en los medios calentólogos historias para no dormir, siempre, siempre, hablando de Aaaaaaaaafrica. Me dan miedo. Porque ¿Saben Vdes?, en todos estos cuentos, como en las películas del oeste, los africanos nos tenemos que morir, por millones. 10, 20, 50 millones, cuantos mas mejor, no vaya a ser que la cifra no sea impactante. Y muertas las victimas inocentes, el blanquito progre de la ONG, cual llanero solitario, vendrá a salvarnos la vida a los que aún sigamos respirando. Todo para regocijo del espectador, que paga el billete del cine, o los impuestos oportunos para financiar la jugada, como es el caso.
Como reza el dicho, le pagaré un penique, o mejor una libra esterlina, a quien encuentre un artículo calentólogo que no diga que las consecuencias las vamos a pagar los africanos, pobres de nosotros, y a no ser que se tomen medidas inmediatas, moriremos por millones a causa de las mas terribles calamidades. Traducción: Vdes tienen que pagar mas impuestos. No hacerlo pone en peligro nuestras miserables vidas.
Varias son las razones por las que precisamente en África es donde el aumento del CO2 menos afecta a los cultivos. Y aquí me tienen dispuesto a poner mi granito de arena para desmontarles el negocio.
- http://www.europapress.es/ciencia/habitat-y-clima/noticia-aumento-co2-diezmara-nutrientes-algunos-cultivos-20140508104423.html
- https://www.ecoticias.com/co2/139539/El-exceso-de-CO2-reduce-las-proteinas-de-los-principales-cultivos-alimenticios
Este es un tema que se nos viene encima. Lo que tarde depende de lo que a los ecologetas se les atasque el inglés. Me temo que no mucho. En los EE UU ya hace furor. Es el contraataque a la evidencia de que el planeta esta mas verde. Por algún lado tenían que salir. Pueden darle un vistazo. Algunos de los artículos son tan tendenciosos, que a mi, que conocer la relación entre los nutrientes forma parte de mi trabajo, me da nauseas. Ya lo dice Luis. En los EE UU... bueno, bueno, aquello es la guerra.
Me he tomado mi tiempo para buscar en castellano opiniones que cuestionen las calentólogas conclusiones. El resultado es CERO. No hay nada, pero que nada de nada. Todos y cada uno de los estudios sobre el efecto fertilizante del CO2 en la agricultura se auto censuran. Los estudios dicen blanco, blanco, blanco, pero en realidad estamos obligados a decir negro. Y terminan quedándose sólo con el negro. Los veo patinando en la linde entre la burda manipulación, el subrealismo y la manifiesta locura.
El asunto no puede explicarse con pocas palabras. Así que me parece de interés haceros una síntesis. Una síntesis siempre es algo pretencioso, y mas si es de cateto, no puedo negarlo, pero espero que pueda seros útil.
Los seres vivos estamos compuestos por una cantidad limitada de elementos. Básicamente de Oxigeno, Hidrógeno, Carbono y Nitrógeno. O, H, C y N. También son importantes cuantitativamente el Fósforo, el Potasio, y el calcio. P, K Mg y Ca. Y en un tercer nivel tenemos los micro elementos, Zinc, azufre, cobre, hierro, molibdeno y boro.
Cualquiera de la lista puede ser limitante para el desarrollo de las plantas, así como la humedad, la luz y la temperatura. El CO2 atmosférico podemos considerarlo a todos los efectos como un macroelemento. Y resulta que conforme subimos cualquier nutriente, sea cual sea, incluido el CO2, bajamos relativamente todos los demás. Así que si abono con nitrógeno, la planta va a ponerse a dar nuevos brotes, ricos en proteínas, y claro, los carbohidratos,las vitaminas o los minerales, bajaran “relativamente”, pero nunca, de ninguna manera, bajaran en valores absolutos. Dicho de otra forma, si quitas el stress producido por la falta de un nutriente se traslada a otro o otros nutrientes, pero claro esta, después de una subida de la producción.
Cuando no se utiliza tecnología, o al menos cierto conocimiento, las producciones reales suelen estar muy lejos de la producción potencial.
Veamos un ejemplo. Supongamos que tenemos un terreno arcilloso y fértil que nunca se ha cultivado y que tiene abundancia de todos los nutrientes. Hay mucha humedad y luz, pero no labramos. La producción será baja, porque el suelo, compactado, carece de oxigeno, sobre todo si hay mucha humedad. Cuando se labra, casi la mitad del suelo es aire, de forma que las raíces pueden respirar sin problemas. De no ser así, se asfixian. Además, como la materia orgánica del suelo se descompone, el amoniaco, que es toxico, no puede escaparse a la atmósfera. Otros son los problemas que conlleva no labrar, pero para el ejemplo valga lo expuesto.
En nuestro ejemplo el valor nutritivo de lo poco producido será máximo. Si cultivamos trigo, que tiene unas profundas raíces, que respiran mal, tendremos pocos kilos, pero el grano tendrá todo el zinc, hierro o boro que necesite. Porque la tierra, para una modesta cantidad de producción, dispone de sobra de nutrientes.
Supongamos que labramos para solucionar el problema de la asfixia raticular. La producción, al menos el primer año, será aceptable. El primer nutriente que se agotará será el nitrógeno, que es el mas volátil. Tendremos una muy modesta bajada de proteínas en el grano (Las proteínas tienen un 16% de nitrógeno), pero en el grano todos los demás nutrientes seguirán estando cerca de sus valores máximos.
Tenemos que solucionar el problema de la falta de nitrógeno, y abonamos con urea. Entonces nos encontraremos con que el siguiente nutriente limitante es el potasio, esencial en la formación del grano. Subirán las proteínas, seguirán altos todos los nutrientes, pero los kilos seguirán siendo limitados, dado que el potasio es esencial en la formación del fruto. Volveremos a tener el grano cerca del máximo de nutrientes, así como de proteínas, pero nos bajarán los carbohidratos.
Para no extenderme demasiado, vamos a labrar y abonar en condiciones con todos los macro nutrientes. N, P, K, Ca y S. Y vamos a plantar semillas de calidad. Digamos que aplicamos los conocimientos de la revolución verde, lo que sabíamos en los años 60 del siglo pasado, pero antes de que se extendiese el uso de quelatos (compuestos que evitan que los micro nutrientes se oxiden, en cuyo caso no están disponibles para las plantas).
Durante unos años tendremos excelentes cosechas, y al menos en principio, ricas en nutrientes. La materia orgánica de la tierra bajará poco a poco y con el tiempo empezaremos a encontrar carencias de micronutientes disponibles y la producción bajara, pero seguirá siendo mucho mas alta, pero que mucho mas, que antes de que empezáramos a abonar y labrar en condiciones. Pero empezaremos a encontrarnos una ligera bajada de minerales en el grano.
Ahora vamos a bajar la humedad de la tierra. Se reducirán los kg cosechados, y por consiguiente las extracciones de minerales a la tierra, por lo que de nuevo volveremos a subir los nutrientes en el cultivo. Y el efecto de mas CO2 es en parte similar al del riego. En una tierra fértil será imperceptible. Aunque depende. Bien es sabido que una cebolla poco regada es mas sabrosa que una cebolla enguachirná.
Para situarnos con datos concretos, antes de la revolución verde una hectárea de trigo producía 1.500 kg en el mejor de los casos. Y ese “mejor de los casos” incluye estercolados tan abundantes que de hecho hoy día están prohibidos en varias CC. AA., por aquello de que contaminan los acuíferos. En los años 70 ya era normal producir mas de 4.000 kg. de trigo, algo así como el triple.
¿ Y eso es bueno o es malo? ¿Mejora la nutrición humana? Yo digo que si. Veamos con un poco de detalle las consecuencias del aumento de la producción, basándonos en los datos mas ecologetas posibles.
Por una parte no podemos negar que si doblamos la producción, las proteínas, las vitaminas y sobre todo los minerales bajan en relación a los hidratos de carbono, algo así como un 7% según los ecologetas. El trigo “moderno” tiene, sigue teniendo, un 16% de proteínas. Nunca he tenido noticias de que el trigo mas ecológico del mundo llegue al 17%, y aunque no me lo creo, concedamos a los calentólogos que sea así. Entonces, antes de la “nefasta” revolución verde, una hectárea producía 1.500 Kg x 17%= 255 Kg de proteína y después de cultivar en condiciones “modernas” tenemos 4.500 kg x 16% = 720 kg.
¿Y el trigo moderno+CO2? Los estudios dicen que producen del 20 al 30% mas de grano con una bajada del 5 al 8% de proteína. Digamos que los kg. aumentan un 25%, pero con un 7% menos de proteína. Entonces tendríamos, para la misma ha, 4.500 x 1,25 x (1-0,07) = 837 kg. de proteína.
El trigo es un alimento muy completo. Para un adulto tiene mas proteínas de las que necesitamos, exceptuando la lisina (que las plantas no producen). Claro que el problema nutricional en casi todos sitios es el exceso de proteínas en la dieta. Parece que para los ricos no debe de suponer ningún problema.
¿Que les puede pasar a los pobres que viven en países cálidos si aprenden a cultivar? Teníamos 3 hectáreas para obtener 4.500 kg de trigo. Ahora necesitamos una sola hectárea para los mismos kilos. Además, seríamos el triple de ricos. Con la tierra que nos sobra vamos a reservar 4.000 m2 para engordar 4 vacas y 10 cabras. Vamos a darle leche y queso a los niños. Y vamos a cultivar unos cuantos frutales. Nos sigue quedando libre la mitad de las 3 hectáreas, que podemos dedicar a hacer un pequeño bosque donde los clavales jueguen al escondite y los findes organicemos una parrillada, por ejemplo, de cabrito a la brasa.
La riqueza puede tener su lado oscuro, si se busca y rebusca. A mas de un negro le va a subir el colesterol, incluso habrá quien tenga intolerancia a la lactosa, y le dará diarrea. Ya vendrán a acojonarnos con eso, y a vendernos cereales integrales ricos en fibra (y bajos en proteínas, porque el exceso de proteínas será el problema, no sea que terminemos todos con gota de comer tanto cabrito).
Pero ¿Que pasa con los minerales, vale decir con los microelementos? Lo cierto es que pueden bajar en mayor medida que las proteínas. Decíamos en párrafos anteriores que en general la tierra esta sobrada de micro elementos. Pero si durante años tenemos altas producciones sin duda las concentraciones pueden bajar, sobre todo en climas fríos, pero difícilmente será el caso de África, la meca del acojono ecologeta. El problema de los micronutientes no es la cantidad que tenga la tierra, sino la cantidad que este disponible para el cultivo. Y a mas temperatura, mas hongos que los transforman en disponibles.
Por supuesto que la agricultura moderna no tiene el menor problema de regular los micro elementos con precisión de relojero. Para ponerles en contexto, el hierro, el mas importante de ellos en la alimentación humana, es requerido por las plantas a tasas de 50 a 100 ppm. Para nuestros 4.500 kg, de trigo algo así como medio kilo. En la practica en Huelva se usa un litro de quelatos de hierro por ha. En Senegal no es necesario añadir quelatos, de ningún tipo. Aquí la meteorización del suelo es tan rápida que jamás tendremos ese problema, porque en el suelo se reponen a mayor velocidad de la que se consumen. De hecho varios estudios afirman que sin el polvo del Sáhara el amazonas no sería tan fértil. Lo mismo vale para los caladeros de Mauritania. Así que si los ecologetas pretenden acojonar a alguien con el tema les recomiendo que hablen de los cultivos de Dinamarca, o Noruega, si les viene mas a mano, y dejen de hacer apología de su inconmensurable ignorancia en sus menciones a África. ¿Que el aumento del CO2 bajará los minerales en los cereales? Aclaren donde.
Aclarados los temas de las proteínas y minerales, vamos a centrarnos en las vitaminas. Y como no, vamos a guiarnos por J.M. Mulet y sus “tomates con genes”
Por lo que dice, no parece que tengamos a la vista una crisis por falta de vitaminas. Podemos quedarnos tranquilos. Un tomate ecológico no va a nutrirte mejor que uno cultivado en invernadero. Al menos eso dicen los análisis de laboratorio.
A mi Mulet me gusta mucho, pero no comparto algunas de sus de opiniones. No pertenecemos al mundo del pensamiento único, y cada cual llega a sus propias conclusiones, parecidas pero no las mismas. Supongo que es porque el tiene un fantástico laboratorio y una modesta huerta experimental y yo tengo una fantástica huerta y un modesto kit de análisis.
Mi postura, dicho con pocas palabras, es que creo que el máximo no tiene porque ser el optimo. Hace unos años me visitaron unos canarios que cultivan tomates. Me aseguraban que producen 260.000 kg. por hectárea, lo que yo no me creía hasta que vi las fotos. Y francamente no me parece bien. Ni me cuesta trabajo dedicar unos párrafos a hacerle una concesión a los ecologistas.
No tengo dudas de que hemos llegado demasiado lejos con algunas producciones. Me decanto por dar marcha atrás, tal como hace tiempo hicieron en los EE UU, donde las mayores producciones de tomates son menos de la mitad que en Holanda. El mercado de los EE UU es menos exigente en cuanto a presentación, pero mas exigente en cuanto a azucares, acidez y vitaminas. Allí si que saben cultivar.
Porque en la huerta, ahí si que podemos encontrar diferencias significativas en cuanto a nutrientes en los frutos. No se trata de que el consumidor pueda sufrir carencias, ni mucho menos. Porque lo que cambia en proporción, no son los nutrientes en si, que permanecen casi estables, es el agua. Se trata de que no nos vendan agua al precio del tomate.
Porque los cereales y las legumbres tienen de un 12 a un 16 % de agua, pero las frutas y verduras son básicamente agua. La materia seca puede variar del doble a la mitad, y la gestión del riego resulta determinante para la calidad. Calidad que a veces, paradogicamente, esta reñida con la presentación.
Los avances han sido tan vertiginosos que en poco mas de dos semanas pasamos de tener una flor a un lustroso tomate. Y cuando llevas las cosas al límite de kilos y buscas la mejor presentación la calidad se resiente.
En las manos del agricultor esta moderar el nitrógeno y el riego a lo largo del cultivo. Y antes de recolectar, puedes suprimir el riego. Y puedes recolectar unos días mas tarde. Mi opinión es que debemos asumir reducir los kilos, que ya son suficientes, y aceptar que parte de la cosecha pueda pudrirse y tengamos que dársela a los cochinos. A esto se le llama manejo del cultivo. Disponemos de un amplio margen para elegir kilos o calidad.
Para que nos hagamos una idea:
Una ha. De tomates ecológicos produce 20.000 kg. O nada, si se la come una plaga.
Un agricultor que se precie, que riegue por pié, no tendrá problemas en sacar 50.000 kg.
Un agricultor que riegue por goteo, con CO2 y fertirriego, no tendrá problema en rondar los 100.000 kg.
Un invernadero de alta tecnología puede acercarse a 500.000 kg. Y llegados a esos niveles, ya si que empezamos a comprometer la calidad.
El agricultor pobre probablemente producirá poco mas que un ecologista, y querrá llegar a ser “un agricultor que se precie”. Y si el CO2 le da una ayudita de un 25% de aumento no le va a venir mal. Tengan por seguro que no tendrá una bajada significativa de vitaminas. Lo que si tendrá es un ahorro de costes, que podrá gastarse en comerse un pollo de vez en cuando.
Creo que vamos situándonos. Por una parte, el CO2 se comporta como un macro nutriente y por otra cambia radicalmente las necesidades hídricas del cultivo. Siendo así, el CO2 tiene que formar parte del manejo del cultivo, por lo que concluimos que los experimentos están mal diseñados.
A mas CO2, mas kilos, mas exigencias a la tierra. Por supuesto que podemos reponer a la tierra los minerales extridos. Si no lo hacemos, ¿Tendremos una bajada de los minerales, vitaminas y proteínas en los cereales y las legumbres? En realidad no, lo que tendremos es una subida de los carbohidratos, que será mas que proporcional a la subida de todos los demás nutrientes.
A mas CO2 menos necesidades hídricas para las frutas y verduras. Lo tenemos fácil. Reducimos el riego y nos ahorramos unos euros. O aumentamos el abonado y reducimos el sombreado y mantenemos la calidad subiendo los kilos.
Y ahora llegamos meollo del engaño al que nos pueden llevar los estudios sobre los efectos del CO2 en los cultivos. Todos los estudios tienen, como se supone que debe ser, un testigo, en el que todos los parámetros se mantienen en los mismos niveles del experimento. Y en el estudio del CO2 no debe ser así. Al experimento hay que adaptarle el abonado al aumento esperado de la producción, si lo que queremos medir es el cambio en los nutrientes que presenta el producto. Así tendremos mas kilos, y probablemente mantendremos la calidad. O bien podemos reducir el riego, si lo que queremos es un ahorro.
¿Y como se diseñan los estudios agrícolas no concernientes al CO2? Pues lo tenemos fácil, hacemos un análisis multi variable. Parcela A, subimos variable X, parcela B, subimos variable X,Y, parcela C, subimos X, Y y Z. Parcela D, testigo absoluto.
En resumen, si la producción sube un 25%, sin hacer ninguna otra cosa, el cultivo enriquecido con CO2 presentará carencias. Ahora bien, si abonamos proporcionalmente, el aumento será superior al 25%, y por supuesto las carencias pueden ser corregidas con un buen manejo y abonado del cultivo.
Las carencias, de no suplirlas, representan de un 5 al 8%, en el caso de las proteínas. Y en todo caso, debemos medir los kilos de proteínas por ha. no sólo la proporción entre las proteínas y los hidratos. Un gramo mas grande siempre tendrá mas proteínas que un grano pequeño, pero el aumento de los carbohidratos será mayor que el aumento de las proteínas. Podemos decir por tanto que el CO2 aumenta las proteínas en un 20% y los hidratos en un 25%. Nada que ver con lo que nos venden, que el CO2 reduce las proteínas.
Y lo dicho para los nutrientes también vale para el riego. Moderemos el riego conforme aumentamos el CO2, a ver que pasa; nos ahoramos dinero.
En economía se usa el termino ceteris paribus para indicar que pasa si se cambia una variable sin cambiar las demás. Hay un concepto que se llama efecto renta, efecto sustitución. Cuando sube la renta, los artículos de lujo relativo, que son aquellos en los que la elasticidad de la demanda es cercana a uno, pasan a ser artículos de primera necesidad, que son aquellos en los que el consumo se reduce conforme aumenta la renta. Así que si subimos la renta, no podemos considerar “ceteris paribus” nuestra propensión al consumo de determinado artículo. Todo esto ha dado pié al desarrollo de sofisticadas herramientas matemáticas. Digamos que si gano 10 euros mas, me los puedo gastar en pasteles. Pero comeré menos pan, con lo que me sobrará otro euro, así que me podré gastar 11 euros en pasteles, no los 10 que gano de mas.
Traslademos esos conceptos económicos a la agricultura. Sin duda el agricultor puede manejar el cultivo buscando según le interese kilos o calidad. Sin duda ·”el euro sobrante”, esa mayor propensión a producir de los cultivos si disponen de mas CO2, puede orientarse a obtener mas kilos o mas calidad.
¿Porque a nadie se le ha ocurrido experimentar que pasa si subo el CO2 y a la vez subo los demás abonos? Los agricultores lo hacen cada día. Y no dudan, ninguno duda, que fertilizar con CO2 es una buena idea. Y no reduce la calidad de sus productos, si el agricultor no quiere.
Y para terminar quiero señalar otro matiz que concierne a África. Aquí el trigo apenas se cultiva. Cultivamos maíz, sorgo y mijo. Son plantas C4, que capturan CO2 por las raíces en mayor medida que las C3, que son la mayoría de las plantas. Así que poco les afecta el cambio del CO2 atmosférico. Para colmo, el mijo, lo que vosotros llamáis alpiste, lo que le dais a los canarios, es el cereal que mas proteínas y minerales tiene. Mal camino llevan aquí los ecologetas con sus nuevas patrañas.