Algunos números electorales 28A
En una vista muy general parece que en estas elecciones se dirimían algunas discusiones que se pueden resumir en dos. La territorial, y la económica. La segunda es más simple. O alegría en el gasto, gastarse sin preocupación lo que no se tiene; o cierta contención. Y el resultado ha sido bastante clarísimo.
Hay que tener en cuenta que el caso del PNV es un poco especial. Porque sí está de acuerdo en gastarse lo que el resto no tiene, y en que el resto se gaste también lo que no tiene. Digamos que es serio sólo de puertas para adentro. O sea que a este respecto no hay mucha duda de lo que se ha votado, ni de lo que va a pasar. Alegría, Macarena, hasta el siguiente fostiazo. Luego, con las lágrimas, cambia el voto por desmotivación del #Kindergarten. O eso ha venido pasando hasta ahora.
El esquema resulta aburrido. Por repetido, y por no muy inteligente. Mientras la cosa económica no va demasiado mal, lo que mola es … ¡que vienen los malos! El dóberman, los fachas, la ultra mega extrema derecha; la Biblia en verso. Mi #Kindergarten favorito siempre lo expresa con mucha claridad:
Luego los buenos producen paro y bolsillos vacíos, y parte del #Kindergarten se desmotiva a la hora de votar. Y entonces ganan los malos que, mal que bien, corrigen algo el estropicio. Y ya estamos listos para la siguiente ronda de ¡necesitamos más tensión! Miedo al doberman; ganan los buenos; vuelta a empezar.
Aunque sea un proceso muy repetido y conocido, no se puede decir que no haya ningún cambio. Pongamos de nivel y de “calidad humana”. Joder, que la sucesión ha sido: Felipe González -> Zapatero -> Dr. Macarra. La leche.
Siempre podemos consolarnos pensando que la bajada de calidad ha conllevado una bajada de resultado. Por ejemplo, si medimos el porcentaje que le quedaba a la derecha en cada victoria de PSOE, podemos consolarnos pensando que la pérdida de calidad se nota. Que no es lo mismo un macarra impresentable que un Bambi místico, o un Felipe. Lo único es que da miedo pensar en el siguiente paso. ¿Cómo podría ser quien supere en falta de calidad al macarra, y la victoria sea una no victoria? ¿O qué más tendría que hacer el Dr. Fraude para no ganar?
Y ahora lo del cristo territorial. En una primera aproximación podemos dividir el resultado entre los que creen que España es una nación, y los que creen que son muchas – aunque nunca especifiquen cuántas son, ni cómo se llaman. Está crudo. El resultado viene en votos y en porcentaje.
Pero esta es una división demasiado simple, porque aunque el segundo grupo coincida en ver muchas naciones en España, luego no están en absoluto de acuerdo en cómo desorganizar ese saco de naciones. Tienen -digamos- una especie de pacto provisional. En una situación que recuerda a la británica. Sí, vale, Brexit; pero, ¿qué tipo de Brexit? Y ahí probablemente nos atascamos.
Añadiendo matices, pero todavía tal vez demasiado simple:
Aburrido no va a ser. Y eso sin tener en cuenta que Tóntez puede hacer, literalmente, cualquier cosa. Y en cualquier sentido. Ahora, además, puede alegar que el electorado se lo premia. Y no sería mentira.