¿Por qué íbamos fiarnos de la "ciencia del cambio climático"?
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Una precisión. Voy a usar el término “ciencia del cambio climático” en un sentido distinto, y casi opuesto, a “climatología” - o “ciencia del clima”. No es un invento, es un término que usan los calentólogos mismos, aparentemente sin rubor.
Pondré un ejemplo. Un libro y página web que los calentólogos suelen recomendar leer a “los escépticos”, para que empiecen a creer, es The Discovery of Global Warming [–>], de Spencer Weart [–>], un físico que se especializó en historia de la ciencia. A mi por ejemplo me lo recomendó Bart Verheggen [–>] cuando le pregunté qué motivos debía de tener un lego para fiarse de la historia del CO2 y la calentología alarmista. La introducción del libro se llama:
Donde se explica:Para el paciente científico, el misterio de los gases invernadero es mucho más excitante que la trama de la mejor novela de misterio. Pero se desarrolla lentamente, con nuevas pistas que tardan a veces años en aparecer. La impaciencia aumenta cuando uno se da cuenta de que no se trata del destino de un personaje de ficción, sino de nuestro planeta y sus especies, situados en una balanza, según se desenrolla el gran misterio del carbono, en un ritmo aparentemente glacial.No es ninguna broma. Lo que llamo (ellos lo hacen) "ciencia del cambio climático" parte de un enfoque completamente diferente que la climatología normal. Esta da el cambio por supuesto, y estudia el clima porque es algo que cambia. Trata de entender el clima, pero entender el clima y entender el cambio es lo mismo. Para el calentólogo, por el contrario, se trata de ver y demostrar el efecto de una idea obsesiva en el cambio del clima. La idea del efecto invernadero del dióxido de carbono. No piensan en el clima en general, sino en el clima en función del CO2. Y así, se quitan de encima los otros factores, con la alegre asunción de que a largo plazo (varias décadas) esos factores se promedian entre sí, y no producen cambio.
Ya que Weart y Verheggen lo plantean en términos de cuento policíaco, se puede usar la metáfora. El policía, o grupo de policías, obsesionados por un supuesto culpable. Solo buscarán, y verán, los indicios que apunten a su culpable. Pero en un sistema racionalmente establecido, deberían tener por encima un director, o un juez, que les señale cuándo ha pasado demasiado tiempo sin que presenten pruebas, y resulta conveniente que empiecen a examinar otras posibilidades, otros presuntos culpables. Y, si ese equipo no es capaz de una perspectiva más general, ampliar el equipo de búsqueda. Incluso, llegado el caso, decidir que ha pasado demasiado tiempo e investigación sin poder poner las pruebas necesarias encima de la mesa, y quitarle el sambenito de supuesto culpable al ciudadano cuya culpabilidad no se ha podido demostrar todavía.
Ese director que está por encima de los investigadores policiales, o juez, que mantiene la cabeza fría, también tiene otra función necesaria. Evitar las guarrerías. ¿Quien las evita en la “ciencia del cambio climático”? Aparentemente nadie. Y voy a citar una, para que se vea claro. Nada que ver con el Climategate, las salidas del tiesto por parte del IPCC, ni el candado mafioso establecido en el sistema “peer reviewed”. Se trata de un truco más sutile, también enormemente eficaz. La frasecita de “la ciencia dice”, “ya no hay duda”, etc. Una mentira muy conveniente.
Ningún científico, salvo los calentólogos, suelen hablar de “la ciencia”. Al contrario suelen decir cosas como las leyes de la termodinámica nos dicen que …, o por el estilo. ¿Se imagina alguien a un astrónomo proponiendo que la ciencia dice que tal asteroide se va a chocar con la luna? No, hablará de la mecánica celeste, ley de la gravedad, o cualquier otro nombre para designar ese conocimiento de reconocida solvencia. ¿Por qué no pueden decir los algoreros que “según la climatología” … ? Pues porque sería parecido a que nos digan que “según la ciencia de los economistas”, las inyecciones de Obama van a levantar la situación. Nos moriríamos de risa, ¿no?
Pues eso. Se trata, no de “la ciencia dice”, sino de qué ciencia dice qué cosa. ¿Qué grado de fiabilidad ha demostrado esa ciencia hasta el momento, y cuantos saltos en el vacío han dado para llegar a la conclusión que proponen? Y luego vienen los calentólogos prodigiosos protestando porque la chusma nos permitimos no creerles, en un acto de anticiencia.
Anticiencia es decir “la ciencia dice”, con dos cojones. Anticiencia es llamar “negacionistas” a los que carecen de fe. Porque “esa” ciencia no ha probado nada de lo que dice. Cuando pido evidencias, unos me dicen que no hay pruebas, sino “atribución” (von Storch). Y otros que lea un libro que resulta ser un cuento de malos policías sin control (Verheggen). Pero no solo somos la chusma la que pedimos las pruebas, sino que “la ciencia” misma lo hace, también sin obtener respuesta. Solo que es una ciencia que no tiene los huevos de llamarse “la ciencia” a sí misma, sino que se limita a llamarse con su propio nombre. Por ejemplo, en el caso que voy a poner, dr. Roy Spencer.
Analiza el último grito de la calentología en materia de evidencia:
Ha salido publicado un trabajo muy inteligente esta semana en Science, de Lacis, Schmidt, Rind, y Ruedy. Usa el modelo climático del GISS (ModelE) en un intento de probar que el CO2 es el principal factor del sistema climático.En resumen, que todavía están discutiendo la madre del cordero, en una ciencia perfectamente inmadura, capaz de hablar del "calor perdido" que no saben donde está, pero asegurando que por narices que sí que está. Y dicen que pedir pruebas es anticiencia, porque ya tienen "atribución". ¡Manda huevos!…/…
No pretendo que os autores estén engañando. Creo que entiendo por qué tantos científicos se meten en ese razonamiento. Ven el sistema climático como un complejo conjunto de procesos físicos autocontenidos y autocontrolados, que permanecerían para siempre sin cambiar hasta que alguna influencia externa entre en el escenario y cambie las reglas por las que el sistema opera.
Por supuesto, incrementar el CO2 es el agente externo de moda en la visión de esos climatólogos.
Pero no puedo exagerar la importancia central de este paradigma o constructo de la teoría del cambio climático, respecto a las respuestas a las que inevitablemente conduce.
No, no hay más motivo para tomarse la “ciencia del cambio climático” en serio que el que pueda haber para tomarse otras ciencias inmaduras en serio.