Zougam
Las dos últimas publicaciones de El Mundo sobre el 11-M, aparte de sus consecuencias judiciales, nos llevan a intuir lo que puede acabar siendo un abismo terrorífico.
El caso 11-M parece una maraña insondable, los no especialistas nos mareamos en cuanto tratamos de acercarnos. Entre los nombres exóticos que nos cuesta recordar y situar, las numerosas bandas de delincuentes y confidentes policiales cuyas relaciones no entendemos, integristas islámicos del tres al cuarto, una Al Qaeda que nadie encuentra, y el remate de la supuesta inmolación colectiva que solo produce una víctima cristiana, y de casualidad, en Leganés, todos nos perdemos. Es un lío.
Pero tratemos, ahora que estamos cerca del inicio del juicio, de casar o contextualizar lo que sabemos de la investigación, de la malísima investigación, con lo que recordamos de los hechos. Aún no hemos olvidado aquellos días, fueron demasiado dramáticos. Veamos los pasos:
El caso 11-M parece una maraña insondable, los no especialistas nos mareamos en cuanto tratamos de acercarnos. Entre los nombres exóticos que nos cuesta recordar y situar, las numerosas bandas de delincuentes y confidentes policiales cuyas relaciones no entendemos, integristas islámicos del tres al cuarto, una Al Qaeda que nadie encuentra, y el remate de la supuesta inmolación colectiva que solo produce una víctima cristiana, y de casualidad, en Leganés, todos nos perdemos. Es un lío.
Pero tratemos, ahora que estamos cerca del inicio del juicio, de casar o contextualizar lo que sabemos de la investigación, de la malísima investigación, con lo que recordamos de los hechos. Aún no hemos olvidado aquellos días, fueron demasiado dramáticos. Veamos los pasos:
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El atentado. Todo el mundo mirando a Eta, menos Otegui, con su eso no es cosa nuestra.
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En la furgoneta Kangoo se encuentra una cinta con cantos religiosos musulmanes, detonadores y restos de explosivos, y ADN de los que luego serán imputados. Primeras dudas sobre la autoría.
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Aparece la mochila de Vallecas, con Goma2 Eco y un teléfono.
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Masiva, enorme campaña del Psoe y la SER acusando al gobierno de ocultar datos y mentir.
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Detención en plena jornada de reflexión de un islamista, acusado de participar en los atentados. Acusaciones del PSoe a Aznar de ser culpable por la guerra de Irak. Cerco a las sedes del PP. Vuelco electoral.
Pero pronto vemos como varias (demasiadas) cosas no encajan
- La Kangoo. Según el periodista Múgica los policías de Alcalá la vieron vacía. Los perros anti explosivo no olieron los detonadores y restos de dinamita que “se descubrieron” después. Cuando la furgoneta llega a la sede de los Tedax, dirigida por Sánchez Manzano, allí sí, allí aparecen restos de explosivos y detonadores, una cinta con cantos religiosos musulmanes, y un montón de ropa con el ADN de los que luego serán imputados.
Pese a la publicación en primera página de El Mundo, con gran relieve, según la cual los policías de Alcalá aseguran que vieron esa furgoneta vacía antes de que llegara a manos de Sánchez Manzano, el juez del Olmo no ha llamado a declarar a ninguno de ellos.
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La mochila de Vallecas. Que esa mochila viniera de alguno de los trenes no se puede demostrar. Nadie afirma que la viera en un tren, o en la estación. Nadie se acuerda de haberla recogido y metido en el bolsón en el que apareció después. No, la procedencia de la mochila de uno de los trenes se deduce de la “cadena de custodia” y esa cadena es más que dudosa. La ponen en duda los propios policías, o algunos de ellos.
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Zougam. Zougam es flete, la mayor lotería del Psoe. Para empezar, y a diferencia de la mayor parte del resto de los choricillos presuntamente imlicados, es un islamista radical creíble. Viejo conocido de la policía por otra parte, porque habían intentado implicarle en el grupo de Abú Dada de apoyo al 11-S, aunque la acusación no prosperó.
Según la versión de del Olmo y la fiscal Olga Sánchez, apodada ValeYa, Zougam dejó una de las mochilas asesinas en un vagón, salió del tren, y siguió haciendo una vida normal. Incluso después de que saliera la noticia de la aparición de la mochila de Vallecas, con un teléfono que llevaba una tarjeta vendida por él, según ValeYa, Zougam se quedó tan tranquilamente en su casa y atendiendo su negocio, y esperando a que fueran a detenerle.
Hay cuatro testigos que afirman haberle visto en los trenes. La declaración de tres de ellos no parece muy sólida, pues le reconocieron después de que su foto apareciera por doquier en los medios de comunicación. Y además son declaraciones contradictorias, porque unos le vieron en un tren, y otros en otro distintio, y es imposible que estuviera en dos sitios a la vez. Pero la cuarta es más seria. Es un testigo que le vió dejar una mochila o bolsa debajo de un asiento en uno de los trenes que estalló, y que le reconoció en una foto policial antes de que su cara hubiera sido publicada por los medios.
Pero ahora El Mundo, nos descubre un buen problema. Porque ese vagón tenía dos pisos, y el testigo le vió dejar la bolsa en el piso de abajo, e irse. Y según el sumario, la investigación policial ha establecido que la bomba estalló en el piso superior, y en el lado contrario al que se supone que fué visto Zougam. Así que si ese reconocimiento fuera veraz, lo único que demostraría es que lo que quiera que Zougam dejara allí, eso no fué lo que estalló. Y eso, en el caso de que Zougam hubiera estado allí.
Recapitulemos pués lo que ocurrió entre el atentado y el día electoral.
Mochila de Vallecas más que dudosa, furgoneta/vacía en Alcalá <–> furgoneta/llena en manos de Sánchez Manzano. Y Zougam, que siempre pareció un pegote en esta historia, ahora se ve que puede salir rana.
¿Que pasaría si ninguna de estas tres pruebas vale? ¿Que deberíamos pensar que ocurrió realmente tras el 11-M?