Zapatero, de la solución al problema. Cayetano Gonzalez
CAYETANO GONZALEZ, en el Mundo.
¿Cuántas manifestaciones necesita el presidente del Gobierno para rectificar su política antiterrorista basada en la negociación con ETA y volver a la estrategia de la derrota de la banda desde el Estado de Derecho?
¿Cuántas manifestaciones se requieren para que Zapatero escuche la voz de las víctimas, que de forma prácticamente unánime le dicen que negociar con la banda supone una traición a la memoria de sus seres queridos?
¿Cuántas manifestaciones se tienen que llevar a cabo para que el presidente recupere el pacto con el otro gran partido nacional en la lucha antiterrorista que él hizo saltar por los aires al llegar a La Moncloa?
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De momento, desde enero de 2005 y con la celebrada el pasado sábado, van seis manifestaciones -las cinco primeras convocadas por la AVT y la última por el Foro Ermua-, en las que el clamor para que el Gobierno no negocie políticamente con ETA ha sido estruendoso. Pero a tenor de lo dicho en las últimas horas por los todo terreno Blanco y López Garrido, ni Zapatero ni su partido quieren oír la voz de la calle.
Si todo lo que tienen que criticar de la contundente y numerosa manifestación del sábado es que mucha gente fuera con la bandera de España y que al final se interpretase el Himno Nacional, es que efectivamente hay un virus que afecta a la capacidad autocrítica y de diagnóstico de la realidad de quien está en La Moncloa. La diferencia es que a algunos de los anteriores presidentes ese virus les atacó en la segunda o tercera legislatura pero es que a Zapatero le ha hecho mella en la primera.
Cuando sólo han pasado cinco semanas desde el brutal atentado de ETA en Barajas, son muchos los ciudadanos que piensan que el presidente no ha roto realmente el proceso y que está deseando, en cuanto las circunstancias se lo permitan, volver a retomar las conversaciones con la banda, si es que en algún momento las ha abandonado.
Han pasado cinco semanas y Zapatero no ha querido generar las condiciones necesarias para una reunión del Pacto Antiterrorista que fuese más que una simple foto. El presidente no quiere el entendimiento con el PP porque sabe que este partido no le va a apoyar en un proceso que suponga hacer concesiones políticas a los terroristas.
Durante bastantes años, fueron muchas las voces, fundamentalmente procedentes de la izquierda, que sostenían contra viento y marea que el PNV era imprescindible para la solución de lo que ellos denominaban el problema vasco. Cuando ese partido, tras el asesinato de Miguel Angel Blanco, firmó en Estella con ETA un pacto por el que excluían al PP y al PSOE de las instituciones vascas, algunas de esas voces llegaron a decir que el PNV se había convertido en el problema y no en la solución. Al actual presidente, con su empecinamiento en seguir con su política de apaciguamiento y negociación con ETA y de ruptura del consenso con el PP, le está pasando algo similar. Es una locura que se empeñe en seguir por ese camino, teniendo en contra, al menos, a un importante sector de la sociedad española y a una inmensa mayoría de las víctimas.
Para resolver esta situación hay pocas opciones. Si Zapatero no rectifica, y no hay ninguna señal que apunte en esa dirección, habrá que esperar a las urnas para que los ciudadanos emitan su veredicto. Mientras tanto, tengo la impresión que hay muchos españoles -todos de «buena fe», señora vicepresidenta- dispuestos a seguir saliendo a la calle cuantas veces haga falta, para pedir la derrota de ETA, para mostrar el rechazo a la negociación y para criticar la política antiterrorista de este Gobierno por renunciar a esa derrota y por estar en la negociación. Y a hacerlo, ¡faltaría más!, con muchas banderas de España y con el Himno Nacional.