La última dictadura de Europa
En el último número de la revista italiana Tempi, un reportaje sobre el País Vasco, la última dictadura de Europa. La traducción competa después de las fotos, al final.
Ricos, autónomos, mimados. El País Vasco es un paraíso burgués. Donde quien no está con los nacionaistas, o vive con escolta o huye. O ya está muerto.
Más allá del irredentismo romántico.
La de los nacionalistas vascos es una guerra sin motivo.
Que desde hace 40 años tiene como rehén a un pueblo entero.
Las tres provincias de Vizcaya Guipúzcoa y Álava son un territorio solamente comarable por grado de autonomía y bienestar al Alto Adigio. Donde se dan los salarios más altos de España y la inversión pública más elevada de la nación.
A pesar de todos los privilegios, el País Vasco es el único sitio de toda España donde no se celebra el minuto de silencio en memoria de las víctimas de ETA. El único donde los que deben de disimular son las víctimas y sus defensores, y no los asesinos.
Aparte de las bombas, la expulsion del partido. Eso se arriesga por ser vasco pero no filo etarra, de izquierdas pero no complaciente. Habla Gotzone Mora.
PORTADA: TEMPI ETA CONTINÚA Ricos, autónomos, mimados. El País Vasco es un paraíso burgués. Donde quien no está con los nacionalistas, o vive escoltado o huye. O está ya muerto. Reportaje sobre la última dictadura europea. PRIMERA LÍNEA: VIAJE A LA ÚLTIMA DICTADURA EUROPEA Régimen burgués Más allá del irredentismo romántico. La de los nacionalistas vascos es una guerra sin motivo. Que desde hace 40 años tiene como rehén a un pueblo entero. Bilbao Por Rodolfo Casadei Cada mañana, o cada tarde, Pilar Elías pasa por delante del negocio del asesino de su marido. Tras quince años de prisión, ha regresado al pequeño pueblo de Azkoitia y ha abierto una cristalería a pocos metros de distancia de la casa de su víctima. Le remató de un tiro en la sien, después de que sus dos cómplices lo hubiesen acribillado y sacado de la carretera cuando conducía la furgoneta con la que volvía del trabajo. Dieciocho años antes, en 1962, Ramón Baglietto, el asesinado, había salvado la vida a su asesino, Kandido Aspiazu: cuando éste tenía apenas once meses, [Ramón] se lo arrebató de los brazos a su madre cuando ésta se lanzaba a la calzada para intentar salvar a su otro hijo, José Manuel, que perseguía una pelota; madre e hijo murieron arrollados por un camión.
Sin embargo, nadie en Azkoitia se atreve a reprocharle nada a Kandido: por el contrario, cuando salió de la cárcel en 1995, mil personas (el pueblo cuenta con diez mil habitantes) le agasajaron, y hace un año, incluso encabezó una manifestación de mil personas que desfiló, precisamente, bajo las ventanas de la viuda de Ramón. Pilar, en cambio, sale siempre de casa escoltada por dos policías, nunca pasa una semana seguida en su casa y hace algunos años se encontró un paquete bomba en el correo.
Hay una sola explicación para todo esto: Azkoitia es un pueblo de la provincia vasca de Guipúzcoa, Kandido es un terrorista de ETA, Pilar es concejal del PP (Partido Popular) y una de las 2.500 personas que viven bajo escolta en las provincias vascas, Ramón era militante de la UCD, partido centrista de los años 70, y una de las 900 vidas truncadas por la banda armada vasca en los últimos cuarenta años.
“Es una historia de película: todos lo entienden. Pero aquí nunca la rodará nadie: la gente sabe lo que se debe y no se debe hacer si quiere vivir tranquila.
En esta sociedad se convive con el miedo y con la falta de libertad de expresión desde hace años. Es como en la Alemania nazi: la mayoría de la gente vuelve la cabeza hacia otro lado y finge no ver. ¿Cómo decís vosotros en Italia? Ah, sí:’ omertà’ ”. Quien así habla es Iñaki Arteta, director de cine vasco, de Barakaldo, a las puertas de Bilbao. A las víctimas del terrorismo y al clima social sofocante creado por el nacionalismo vasco, tanto el institucional de los partidos llamados moderados (PNV y EA) como el ilegal de Batasuna, el partido afín a ETA, el autor ha dedicado dos documentales muy apreciados por la crítica: Voces sin libertad, ganador en su género en el Festival de Cine Independiente de Nueva York, y Trece entre mil, finalista de los Goya 2006 y proyectado en el Festival de Cine de Roma. Pero aquí, en su casa, le ha costado el ostracismo: el gobierno provincial de Vizcaya (coalición PNV-EA), para el cual había trabajado durante catorce años como fotógrafo oficial, no le ha renovado el contrato, y todos los bancos locales que le encargaban anuncios han dejado de llamarle.
Las tres provincias de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava forman un territorio comparable por su grado de autonomía política y bienestar tan solo al Alto Adige. Aquí se encuentran los salarios más altos de España y la renta per capita más elevada del país.
El País Vasco fascina incluso en pleno invierno. Uno se pierde por las callejuelas del casco viejo de Bilbao incluso en su décimo paseo, pero se consuela atiborrándose de pinchos en los bares. Las geometrías elípticas y sinuosas del museo Guggenheim. La solemnidad de las iglesias góticas. El puente móvil de Calatrava sobre el río Nervión. Las escolleras desmochadas.
Y el turista piensa que son folclore todas aquellas pintadas con spray contra el gobierno central escritas sobre los muros exteriores e interiores de la socialista Casa del pueblo, y todos aquellos cortejos con personajes vestidos con traje tradicional y carteles en euskera en homenaje al preso de ETA que está haciendo huelga de hambre para ser liberado (Iñaki de Juana, 25 homicidios a su cargo y un artículo en el diario proetarra Gara, en el cual escribía: “Me encanta ver los rostros desencajados de los familiares en los funerales. En la cárcel, sus llantos son nuestras sonrisas”). Porque el turista no ha hablado nunca con aquellos jóvenes vestidos de calle, siempre de oscuro, que permanecen inmóviles ante la puerta de los ayuntamientos durante las sesiones municipales.
También los campesinos tienen escolta Ellos le hablarían de los interminables turnos para custodiar a un campesino que trabaja en su huerta; a una empleada de limpieza urbana durante su servicio; a un jardinero que cuida los parterres; incluso a un guardia jurado que, con su pistola, hace guardia en un banco. Son los cinco mil escoltas que intentan proteger la vida de los jueces, miembros de organizaciones civiles y concejales del partido socialista (PSOE) y del PP. En una lucha civil de baja intensidad contra rebeldes sin causa: las tres provincias vascas de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava forman, por su grado de autonomía política, bienestar económico y normativas lingüísticas, un territorio comparable en Europa tan solo al Alto Adige. Aquí se encuentran los salarios más altos de España y el gasto público per capita más elevado del país. Por la sencilla razón de que el País Vasco es la única región de España que tiene derecho a recaudar localmente impuestos y conservarlos, transfiriendo a Madrid sólo el 16 % para los gastos nacionales. Además recibiendo mucho más que ese 16 % en infraestructuras (puertos, aeropuertos y autopistas), servicios (defensa, seguridad pública y justicia) y asistencia social.
“Si el País Vasco llegase a ser independiente como quieren no sólo ETA sino también los partidos nacionalistas –explica el economista de origen vasco Mikel Buesa, presidente de la asociación cívica anti-ETA Foro Ermua, cuyo hermano Fernando, portavoz socialista en el parlamento regional vasco, fue asesinado por los terroristas en febrero de 2000-, el PIL caería un 25 % y el paro alcanzaría el 30 %. El gobierno local tendría enormes dificultades para sostener el nivel actual de prestaciones en pensiones, frente a una población en proceso de envejecimiento”.
Los vascos, por otra parte, pueden escoger entre tres modelos de enseñanza para sus hijos: íntegramente en euskera, en castellano y euskera o totalmente en castellano. Según los últimos datos del Euskobarómetro, realizado por un equipo de científicos sociólogos de la Universidad vasca, solo el 43 % de los habitantes de la región se considera políticamente nacionalista, solo el 32 quiere la independencia y apenas el 3 considera que es necesario practicar la lucha armada.
A pesar de todos los privilegios, el País Vasco es el único lugar de toda España donde no se celebra el minuto de silencio en memoria de las víctimas de ETA. El único donde quienes tienen que avergonzarse son las víctimas y sus defensores y no los asesinos.
La lengua como un filtro. A pesar de todo esto, el País Vasco es el único lugar de toda España donde no se guarda el minuto de silencio en memoria de las víctimas de los atentados de ETA, cuando éstos se producen. El único donde quienes tienen que avergonzarse son las víctimas y sus defensores y no los asesinos.
“Cuando, hace algunos años, los terroristas asesinaron a la primera mujer policía local”, cuenta Cristina López Schichtling, presentadora de la católica Radio COPE, “telefoneé a su tío para que hiciera alguna declaración. ‘No tengo nada que decir’, me respondió. ‘Más bien, una sola cosa: sí a la paz’. ¡Y acababan de matarle a la sobrina! Tengo una amiga que es mujer de un guardia civil (el equivalente a nuestros carabineros, N.D.R.) Trabajan los dos en el País Vasco, pero para huir de la tensión social hacen turnos con Castro Urdiales, la última localidad de la colindante Cantabria. A los hijos, que cursan los estudios elementales en una localidad vasca, no les han dicho nunca en qué trabaja su padre, para evitar que sufran acoso por los otros niños o que se queden aislados. Lavan y secan de noche, tendido en el baño, el uniforme de él, que va al trabajo vestido de paisano”. “Soy licenciada en farmacia, tengo también un master y hablo una lengua extranjera, pero como no hablo perfectamente el euskera no se me concederá permiso para abrir una nueva farmacia en mi pueblo”, dice María Monasterio, de Getxo.
Actualmente, el euskera es utilizado en la vida cotidiana por el 15 % de la población en Álava, el 25 % en Vizcaya y el 40 % en Guipúzcoa, mientras prácticamente el 100 % de los habitantes es capaz de expresarse en castellano, primera lengua, por su uso, en las tres provincias.
“Los nacionalistas utilizan la lengua como un filtro para seleccionar políticamente a los ciudadanos en los empleos públicos”, explica Ernesto Ladrón de Guevara, pedagogo y logopeda en la enseñanza pública, autor del libro Educación y nacionalismo. “La ley ofrece a los padres la posibilidad de elegir entre tres diversos modelos lingüísticos de enseñanza, pero los gobiernos nacionalistas han manipulado la oferta escolar penalizando la enseñanza en castellano y promoviendo la que se da en vasco, eliminando a los directivos escolares que se oponían. Conozco a padres que, para poder optar por la educación en castellano, han sido obligados a enviar a sus hijos a una escuela a 40 kilómetros de su casa, a cargo del gobierno regional”.
Los datos parecen darle la razón. En las escuelas privadas del País Vasco, los tres modelos lingüísticos están uniformemente representados, interesando cada uno de ellos aproximadamente a un tercio de los institutos existentes; en cambio, en la escuela pública, el modelo íntegramente vasco ocupa el 62 % de los institutos, el mixto el 27 y el castellano apenas el 10.
En las escuelas elementales, el número de los que disfrutan del modelo A (castellano) ha descendido en el curso de la década de 1982-1992 del 74,8 al 46,8 %, mientras el D (vasco) ha ascendido del 14,8 al 26,7. Las purgas burocráticas Yolanda Salanova, ex-directora de una importante escuela de Bilbao, es una víctima de la limpieza étnica llevada a cabo por las autoridades nacionalistas para realizar su proyecto de “euskaldunización” de la escuela.
“Mis problemas –cuenta- empezaron cuando promoví la primera iniciativa pública contra el terrorismo en una escuela de Bilbao. Comenzaron a mandarme continuas inspecciones administrativas, sin preaviso. Pero nunca encontraron un fallo. Pretendieron que separase físicamente las clases de los estudiantes que habían escogido el modelo A de las de aquellos que habían escogido el D. Me negué. Entonces, el ministerio regional de Educación me obligó a realizar un curso bienal intensivo de euskera, transfiriendo la dirección a otra persona. Enfermé por el estrés: reiteradas embolias pulmonares, anemia y depresión. Me ofrecieron seis anualidades anticipadas de salario para prejubilarme. Los médicos me dijeron que aceptase [prejubilarse] y yo, a regañadientes, firmé*. Ahora estoy civilmente muerta: no me llama ninguno de los antiguos colegas, la escuela para la cual he trabajado durante veinte años me ignora. Cuando no te disparan, te matan de este modo”.
“En treinta años, se han marchado del País Vasco entre las 150.000 y las 200.000 personas”, dice De Guevara. “Los que no somos nacionalistas nos iremos todos de aquí, es solo cuestión de tiempo”, concluye, amargo, Eduardo Uriarte, un ex-dirigente histórico de ETA que se pasó al PSOE y ahora está decepcionado por la política de cesiones de Zapatero. “Haremos como Humphrey Bogart en la última escena de ‘Casablanca’. Diremos también nosotros: ‘Siempre nos quedará París’”.
*Nota: Se negó a aceptar la oferta, (previa a caer enferma), continuando en su centro de trabajo. El acoso y derribo se intensificó. El Departamento de Educación le envió la propuesta de incapacidad laboral por enfermedad, que, a instancia de sus médicos, firmó, sin aceptar nunca ningún tipo de compensación, ni profesional ni económica.
DOCUMENTAL. VOCES SIN LIBERTAD. Director: Iñaki Arteta Productora: Leize Distribuidor: Divisa Duración: 50 minutos Precio: 14,89 € Pie de fotos: El Guggenheim de Bilbao. En la página contigua, a la izquierda, una edición del diario proetarra Gara; a la derecha, un nacionalista vasco se manifiesta por la libertad de expresión.
Pie de foto: En la parte superior, Gotzone Mora, profesora de sociología y concejal socialista en Bilbao, salvada de dos atentados de ETA.
Mafia separatista. Además de las bombas, la expulsión del partido. Éste es el riesgo de ser vasco pero no simpatizante de ETA, de izquierdas pero no complaciente. Habla Gotzone Mora.
“De esta larga lista quedamos cuatro o cinco. Aquí, en la facultad de Ciencias sociales y de la comunicación, quedo solo yo”. Gotzone Mora mira con melancolía la copia del documento La verdadera situación de la universidad vasca, que había firmado en febrero de 2002 junto con otros 41 académicos vascos para denunciar las intimidaciones y los condicionamientos ejercitados por el nacionalismo extremista sobre el sistema universitario.
“En la universidad –se lee en el texto-, como en todas las instituciones vascas, hay una red mafiosa que apoya, justifica y utiliza el terrorismo en beneficio propio, sin que su colaboración con ETA sea perseguida como se debería hacer”.
Gotzone, profesora de sociología y concejal socialista en el ayuntamiento de Getxo, permanece, pero la puerta de su despacho en el campus de Lejona está protegida por cinco cerrojos, los cristales de la ventana están blindados y, fuera, ante el umbral de la puerta hay dos escoltas. “A veces me acompañan hasta seis, depende del nivel de alarma”.
El problema, en efecto, es que ya en dos ocasiones los terroristas han intentado quitar de en medio a esta militante antinacionalista: la primera, directamente, colocando en un ascensor de la facultad una bomba que, por fortuna, no explotó; la segunda, con una emboscada en la universidad que nunca llegó a materializarse porque, poco antes, el comando encargado de la acción saltó por los aires con la bomba que transportaba cuando abandonaba un zulo. Así, hasta ahora, la presión sobre ella se limita a los enfrentamientos verbales con los estudiantes de las organizaciones afines a Batasuna, a sus insultos durante las clases y a las pintadas amenazadoras: hay una, incluso, en el ascensor señalando: “Gotzone ETA”.
El diálogo suicida de Zapatero
Abajo, en el patio de entrada, las paredes de los edificios están cubiertas por pintadas frescas del día y con panfletos que convocan a una manifestación de solidaridad con las ilegalizadas organizaciones afines a Batasuna. Gotzone arranca uno y me lo entrega como recuerdo. A las amenazas de muerte por parte de los terroristas se ha añadido el ostracismo por parte de la corriente del PSOE fiel a la línea negociadora de Zapatero: por haber denunciado los contactos del gobierno con la banda armada, los órganos del partido han impulsado un expediente de expulsión contra ella, que ha quedado en suspenso. “Con su política de diálogo, Zapatero se ha metido en un gran aprieto: en cualquier caso, saldrá mal. Si no mantiene sus promesas, ETA volverá a golpear; si las mantiene, ETA obtendrá la legitimación política del terrorismo”.
La “culpa” más grave de esta mujer es haber denunciado la facilidad con que las universidades vascas reconocen exámenes y conceden títulos a los presos de ETA, quienes gracias a ese expediente obtienen sustanciosas reducciones de condena. Pero ni siquiera con los colegas es suave: “La política de las autoridades académicas es: ‘No ver, no oír’, para no comprometerse. A los profesores amenazados nos proponen el traslado a otras universidades o a cargos académicos distintos a la docencia. Pero yo no me iré de aquí. Soy socialista, pero también cristiana: como Jesús aceptó la Pasión para salvarnos, también nosotros debemos cargar con la cruz para que venga el reino de la verdad”.
A los profesores amenazados nos proponen el traslado a otras universidades o a cargos académicos distintos a la docencia. Pero yo soy socialista y cristiana: no me iré de aquí.