Entre cuotas y fieles
“Me cuesta aprenderme las cosas, tengo la cabeza que tengo.” Esta fué la natural salida de la ministra Álvarez (Fomento) ante su olvido de que el AVE pasará por Lugo (ver vídeo). Como el Pixie y Dixie y tantas perlas de la ex perla de Cultura, Carmen Calvo.
Que nadie piense que ninguna de ambas ha pasado ni medio segundo de rubor por cualquiera de las glorias que acostumbran a largar. No es fácil de entender, pero es así. Son así. Así es el progrerío. ¡Muerte al mérito o a la capacidad! Aquí no hay inteligentes ni espesos, vagos ni esforzados, capaces o inútiles, y el que tenga mérito que se joda, porque eso no cuenta.
¿Y que es lo que cuenta? ¿Que es lo que hace que algunos sean ministras y otros no? Cuotas aparte, muchos codazos para llegar a un punto tal que el gran jefe de los incapaces te vea, y convencerle que tu fidelidad es a prueba de lo que sea. Con eso, más suerte, ministra.
Por eso la obsesión en la educación. No se trata de que todos tengan la oportunidad de estudiar y conseguir unos conocimientos adecuados, eso es “resultadismo”, dicen. Gran pecado. Se trata de que todos pasen por el aparcadero juvenil y salgan sabiendo que el único mérito que cuenta es pensar lo que toca, y hacer la pelota apuntando bien a quien. Y con la esperanza de que con las instrucciones que acabamos de explicar, lo de ministra está a huevo.
Y de ahí el esquema de valores. Progresista o facha. De los nuestros, o facha de mierda. La consigna, por el juicio. ¿Y que quiere decir eso de progresista cuando “las palabras están al servicio de la política”? Pues progresista no será más que lo que diga la consigna en ese momento, que suele reducirse a que “progresista somos nosotros”. Punto.
Y por eso tienen tanta facilidad de entenderse con los nacionalistas varios. Porque es el mismo esquema, cambiando solo de máxima. Para unos se trata de ser muy “progre”, para los otros de ser muy “vasco” (o muy del monte que sea), pero para ninguno de ellos se trata de conseguir resultados medibles, ¡que horror! Ni de conseguir que el personal viva mejor, sino que el mundo sea mejor, porque es un mundo “mas progre”, o “más vasco”, etc. Se entienden, y además tienen una mercancía fácil de vender, porque no obliga a pensar.
Así va la cosa.
°¿°