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Un toque de sensatez

Avinareta nos pasa esta noticia de El Correo --> que bien merece la pena. Gracias.

El Consejo Asesor del Euskera reclama un consenso con los castellanohablantes -->

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De entre lo dicho por el consejo, destacamos :

  • «Para asegurar el futuro del euskera es fundamental la adhesión y la lealtad de la ciudadanía al idioma, fines que sólo se consiguen con consenso social, político y cultural»
  • «Si como resultado de una determinada política se está empujando a alguien a estudiar y a usar una lengua forzosa y obligatoriamente, algo está fallando»
  • hay que aceptar que «los objetivos educativos generales mínimos establecidos sean asequibles y que los resultados lingüísticos de los diferentes centros docentes sean distintos. De lo contrario, podrían resultar perjudicadas tanto la lengua como la educación»
  • «Todos tenemos derecho a que nuestra voz sea escuchada y a participar a la hora de tomar decisiones sobre su futuro. Cuando decimos todos, nos referimos a toda la ciudadanía: vascohablantes y no vascohablantes, ciudadanos de cualquier sensibilidad y color político. Entre todos debemos decidir el lugar que queremos dar al euskera en nuestra sociedad y la manera en la que deben convivir las dos lenguas»
  • «El futuro del euskera no es únicamente asunto de los euskaltzales y mucho menos de los nacionalistas. Puesto que es patrimonio de todos deberíamos considerar tarea propia la de dar aliento al euskera»
  • Los expertos hacen un duro diagnóstico de la situación del euskera. Reconocen los avances que se han registrado en los últimos 25 años, pero destacan sin medias tintas los errores cometidos, - «se ha retrocedido en algunos campos», dice-. «El euskera tiene mayor amparo legal y promoción que nunca. Se han destinado más recursos y se dispone de más dinero que nunca pero no es suficiente para garantizar su futuro». ¿Cuál es la clave?, se preguntan. «Lograr su uso». Y para ello se necesitan «adhesiones y lealtades ciudadanas al euskera», que no se consiguen con leyes ni decretos.

Desde luego que parece una actitud más sensata que el toque de corneta habitual del nacionalismo. Aunque no deja de tener unos cuantos problemas. El primero, hablar de la necesidad de un consenso, sin pararse a pensar en si ese consenso es posible. Salvo que sea un consenso a la Ibarreche: que todos traguen con lo que Ibarreche quiere. Porque el esquema es curioso. El objetivo es que el vascuence sobreviva; y si para ello se demuestra imprescindible no fastidiar demasiado a la gente, pues habrá que tomar en cuenta la posibilidad de no fastidiar demasiado a la gente, y tratar de convecerla.

¿¿Einnn?? ¿Mande? Oiga, que la discusión tiene algunos pasos previos. El primero es decidir hasta que punto nos merece la pena hacer un esfuerzo por que el vascuence sobreviva, y cuanto estamos dispuestos a pagar por ello.

Y hay otro problema. Las metáforas tomadas en serio. El idioma vivo o muerto. El idioma, una cosa, como si fuera un ser vivo. Y claro, ¿quien puede ser tan salvaje de dejar morir un ser vivo, espíritu de nuestra identidad, etc, etc. No hay opción. Salvo que nos demos cuenta de que las metáforas no son la realidad. A nadie se le ocurre hablar de una fórmula matemática viva o muerta. Solamente es una fórmula que se usa, o no se usa. Ningua impliación moral en ello. Y así, si nos deshacemos de la metáfora, empezaremos a ser libres de pensar el problema desde un punto de vista real, y no ideológico. Las ventajas e inconvenientes. Para las personas; no para las lenguas ni para los territorios. Y mucho menos para las ideologías.

Por supuesto que hay algo que al menos el consejo ha sabido ver bien. Que nadie estará contra el vascuence, mientras no lo conviertan en una guerra de lenguas, y mientras no les de por arrinconar y putear al castellanohablante. Si se trata de guerra, si se trata de vascuence o castellano, preferimos el castellano en una desproporción que sería imposible cuantificar, ni siquiera describir. Y no porque sea "nuestra lengua" ni "el espíritu" de nada, sino por puro sentido común. Tan común, que daría vergüenza tener que explicarlo.

Tampoco está de más recordar que nadie está tratando de impedir que el vascuence se use, y que sus parlantes lo mantengan "vivo". ¿A quien le preocupa si sobre la tierra hay 6.000 lenguas, o 6.001? Pero siempre que no nos impliquen a los demás en su problema. O por lo menos que no nos impliquen demasiado. Se puede hacer algún esfuerzo por los anhelos de nuestros convecinos, ¿como no? Pero hacer algún esfuerzo no es lo mismo que dejarse putear. Ni incluye permitir que nuestros hijos estudien en una lengua extraña y marginal.