Iberrinche
El Kalehendari se ha preocupado -¡por fin!- de la situación de los derechos humanos. Ha descubierto que hay una vulneración de la libertad de pensamiento, expresión, asociación y participación política. Pero no porque aquí te maten por pensar lo que el nacionalismo vasco prohibe pensar. No porque no puedas repartir propaganda política contraria al nacionalismo en la mayor parte de vasquilandia, salvo que te arriesgues a una paliza brutal. No porque ser concejal no nacionalista, en cualquier pueblito del país, implique quedar marcado como objetivo por la conocida banda de asesinos. No. Ni siquiera porque el gobierno nacionalista del Kelehendari saque partido político de la circunstancia, en lugar de cumplir su deber de aislar y desactivar a los matones políticos. No. Iberrinche se ha cogido un berrinche porque un tribunal de un país democrático va probablemente a decidir que el extravagante Kalehendari no puede saltarse las leyes según sus caprichos.