La lección del blog de Rosa Díez (y Carlos Martínez Gorriarán)
Se está viendo esos días, y es de presumir que siga coleando algunos más, un fenómeno que es toda una lección sobre las posibles relaciones entre la existencia de internet y la política. Se trata de UPyD, y los blogs de Rosa Díez y Carlos Martínez Gorriarán.
Son dos blogs muy especiales. Extraordinarios para ser blogs de políticos, porque son tan libres como se pueda pedir. Los comentarios aparecen en tiempo real, y no los borran jamás, salvo las inevitables excepciones con quien se pasa con los insultos, o quien se pasa de plomo y raca-raca. y aun así con un margen sorprendentemente amplio.
Una planteamiento así es una demostración de transparencia y juego limpio, y de seguridad en lo que uno hace, que ya por sí sola puede convencerte: -estos tíos son legales. Y te hace pensar, optimista, que esa nueva forma de plantearse la política se acabará exportando a los demás partidos. Si quieren parecer decentes, piensas, y no sufrir el oprobio de la comparación, tendrán que hacer lo mismo.
Pero había un fallo. ¿Qué ocurre cuando esos políticos - blogueros se empeñan en salirse de razón, y en hacer de su capa un sayo, y les piden cuentas en el blog? Pues que se quedan con el culo al aire.
Tremendo. Se saben buenos argumentadores, y como viven endiosados creen estar por encima de los mortales. Y que las minucias de los mortales no les alcanzan. Lo que es muy cierto, salvo que tengan un blog sin censura. Porque ahí los mortales sí les alcanzan. Ahí no tienen las ventajas habituales; el micrófono y la prensa, y la última palabra. Y ahí el argumento imposible o el argumento por peteneas se notan, porque se lo van a señalar. ¡Vaya que si se lo señalan!
Solo les queda el consuelo de que no es mucha la gente que lee hasta el final los argumentos de los diversos participantes. Pero cuando hay una crisis, o un gran pollo en el partido, es de suponer que será mucha más la gente que los lea. Y a los dioses se les ven los pies de barro.
Así que eso de los blogs sin censura es una gran idea para un político que quiera ser transparente. Pero es una idea suicida para un político que quiera aparentar transparencia, pero solo aparentarla. Porque la trampa canta, y es peor.