El derecho de los individuos a expresarse en sus propios idiomas
¿Y por qué no? Parece que los más merluzos del circo nacional andan flojos de entendederas, e intentan darle la vuelta o hacer una gracia con el argumento de los derechos del individuo. ¡Pues adelante con los faroles! ¡Que hablen en la lengua que consideren propia, con toda propiedad! Pero supongo que ese derecho suyo no quiere decir que tienen, además, derecho a que se les entienda, ni que tienen derecho a que los demás paguemos los traductores que solo hacen falta para satisfacer su capricho.
Tampoco entienden que esos idiomas serán cooficiales en sus terruños, pero no lo son en el conjunto de España, ni falta que hace. Y en sus taifas empezaron con lo de la cooficialidad para proteger unas lenguas que deben de estar enfermitas para necesitar tanta protección, pero eso luego se convirtió en su imposición a los que no las necesitan.
El castellano es tan impropio en Vizcaya que a partir 1613 se empezó a exigir saber hablar y escribir en castellano para poder ser miembro de las Juntas Generales de Vizcaya. No era necesario saber hablar ni escribir en vascuence (escribir no lo sabía nadie). Y todavía no había nacido Franco; eran normas de vizcainos para vizcainos. Y desde luego una forma de desplazar el poder del arado a los comerciantes y terratenientes, y permitir el auge económico de la provincia.
Pues que hablen los paletos en lo suyo, ¿por qué no? La solución liberal siempre es la buena, y el derecho a hablar raro siempre está acompañado del derecho a no entender cuando te hablan en raro. Harían que el Senado sirva al menos para algo. Para mostrar al estupefacto pueblo un ejemplo muy gráfico de la payasada nacional. Yo votaría que sí a las alegres parlas diferenciales en el Senado; pero sin traductores.
Tampoco estaría de más que los nacionatas expliquen a parados y jubilados por qué necesitan, de repente ahora, ponerse a gastar en eso. Ni que los votantes intenten recordarlo cuando toque. O inventar un sistema para que sean los nacionalistas los que se paguen sus propios caprichos. Lo malo es que se iba a acabar el nacionalismo, y nos quedaríamosos sin la mitad del entretenido circo.