El chiringuito perfecto
Post de Pato Carlo
Érase una isla próspera y preciosa, donde reinaba una princesa (María Antonia Munar) a la que todos debían corteja1r…Así empezaba este fin de semana un reportaje publicado por el grupo Vocento sobre Unió Mallorquina, un partido nacionalista sobre el que, según recoge la firmante del artículo, los expertos opinan que no es ni lo primero ni lo segundo. Vale, reconozcamos que no es nacionalista sino accidentalista (como los demás, ¡caray!) pero, ¿no es un partido? ¿qué es un partido que no es partido? Pues una agencia de colocaciones o un chiringuito. O, más bien, un chiringuito asentado que funciona como agencia de colocaciones. En el caso de Baleares, el socialista Antich ha tenido que expulsar de su gobierno a todos los cargos públicos del chiringuito de la princesa. El latrocinio era absolutamente escandaloso: sin pomada ideológica que uniera el cotarro, los “mallorquinistas” robaban a cara descubierta.La trayectoria de este partido ya era conocida para muchos. Una escisión de la UCD que se ha ido reinventando para coaccionar, más que condicionar, primero al PP y luego al PSOE y mantener vivo a perpetuidad un invento completamente desideologizado dirigido por una individua que se ha convertido en millonaria desde que a los 24 años (sí, 24) se convirtió en alcaldesa de su pueblo hasta llegar a presidir el partido con mano de hierro y presidir las Cortes isleñas con tan sólo un 6% de votos. El camino de este partido-chiringuito es sin duda muy similar al que puede recorrer UPyD. Partiendo de la demanda de un mensaje político concreto, una figura con proyección pone los cimientos de una estructura con apariencia de partido que no aspira a crecer sino a estancarse en un porcentaje de votos que permita control férreo a la vez que reparto limitado de prebendas y sinecuras. El ámbito geográfico del chiringuito de Munar es Baleares; el de Rosa Díez, Madrid. El lanzamiento de tejos por parte de la prensa zapateril ha empezado y “El País” ha cubierto con extraordinario entusiasmo el reparto de cargos (¡que ironía!) que ha celebrado UPyD este sábado en Bilbao, incluyendo la entrevista a Maneiro “el Grande” y al flamante coordinador, un completo desconocido que al parecer es un “camisa vieja”. Camisa magenta, se entiende.
Unió Mallorquina es, sin duda, el chiringuito perfecto pero hay, ciertamente, algunas diferencias entre Munar y Díez. La primera es que UM es más que la Princesa y UPyD no es otra cosa que la Diosa. Aunque ambas esperan ser juzgadas únicamente ante Dios y ante la Historia, si la primera acaba ante los tribunales terrenales, desprovista de su inmunidad parlamentaria, su chiringuito sobrevivirá, según los opinólogos circunstanciales. El partido con nombre de diputada se extinguirá, por contra, cuando la propia diputada considere llegado el momento de su jubilación dorada y, con ella, las de los cortesanos que cobran del erario público por dedicarse a actividades privadas. Hoy la incompetencia soberana tanto del defensor de alegrías como del partido que en vez de opositar se hace oposición a sí mismo, favorece que los que oyen y ven un minuto semanal a Díez aprecien en la diputada un discurso nuevo que en realidad no es sino la mezcla de un populismo actualizado con puntuales, y cada vez menores, gestos de renovación, regeneración y aire pseudo-intelectual. Una plataforma personal-chiringuito que aspira a ser Unión Mallorquina pero que de momento sólo da para que ciertos bípedos de la Bella Easo se forren mientras vomitan odio, resentimiento y rencor.
¿Hay que “dejar pasar” el fenómeno de los chiringuitos políticos? Yo creo que no. Aún hay descreídos de la política que, tras abandonar la cloaca color chicle, siguen pensando que esta es la mierda, con perdón de los que lean esto mientras saborean un donette o un buen plato de sushi, que menos olor da. Que al fin y al cabo la Díez siempre defenderá, y mandará defender a los suyos, las propuestas de este partido instrumental (Martínez dixit). Se equivocan: los chiringuitos playeros son como pequeñas Bolsas financieras y suben y bajan los precios en función de “la caló”, la demanda puntual y las existencias. Ley del mercado libre, obviamente. ¿Por qué en política tiene que ser diferente? UM, dicen los analistas, cambia, muta, se recompone…y sobrevive. Y da trabajo bien remunerado, que no está mal si lo comparamos con la labor del INEM, sin ir más lejos. UPyD cambiará y mutará en función de los barómetros electorales (postura sobre el aborto, tanteos al padre de Mari Luz, bandera saharaui en sustitución de la española…). Se reinventará según vaya el plan de pensiones. Y mientras todo eso ocurre, estará prolongando la agonía de una voluntad popular secuestrada por suplantadores porque nada de lo que Rosa Díez se comprometió a hacer se está llevando a cabo. No sólo eso: el movimiento cívico que debe aglutinar a la España crítica ha sido adormecido y enterrado tras la irrupción del chiringuito rosa y no resucitará mientras éste ocupe, sólo aparentemente, el lugar político que los ciudadanos creen que llena. El “de la calle al Parlamento” no era más, ya lo sabemos, que una búsqueda de refugio en las arcas del Estado. Sabemos por tanto que para que los políticos profesionales hagan Política en el Parlamento y no otra cosa, es imprescindible que los electores hagamos Política desde la calle, desde abajo, manteniendo altos los niveles de control y exigencia de responsabilidades.
Un partido, un chiringuito más, no arregla el problema sino que lo agranda. Para tener que elegir entre la Rosa rodeada de capullos y dos flores conocidamente marchitas, nos valía ya la elección anterior entre esos decadentes frutos de la naturaleza y el voto en blanco. El problema, el gran problema, es que los chiringuitos, baleares o madrileños, adormecen a unos ciudadanos que acaban aspirando simplemente a vivir del cuento como hacen los demás y, a su vez, impiden que se pueda articular respuesta alguna a unos desmanes de los que ellos mismos participan. Nadie pierde el tiempo si dedica una parte del suyo a fortalecer la democracia tratando de rescatarla de aquellos que la están sobando y maltratando pero sí lo hacemos si no pasamos a una “fase positiva” de recomposición de las fuerzas desperdigadas.
PD: Llamativa la costumbre upeydiana de rebozar el presente en el pasado. Desde las militancias bastayeras de Gorka Maneiro (al que, a pesar de ello, nadie de Basta Ya conocía cuando entró al partido que procedía de Basta Ya) al pasado “cívico y comprometido” de todo el que ahora aspira a trincar en el invento rosa. A mí particularmente me recuerda a esos políticos de todas las siglas que se pasaron la juventud en el PCE corriendo delante de los grises y que, sin embargo, nunca reportaron ninguna medalla a España en competición deportiva alguna, lo cual hubiera sido natural dada su atlética preparación.