Garzón: ¿campaña de denigración, o trivaricación a gogó?
Parece que Garzón plantea la defensa de su caso al estilo de los niños: me atacan porque me odian, luego no pueden tener razón.
- ¿Que qué?
Tal cual; se trata de "campañas de denigración contra mi persona". Pues lo siento mucho, pero yo me apunto a la campaña.Una cosa es que las leyes -o el sistema, se hayan “olvidado” impedir que un juez entre en política, retorne a la judicatura, y a su vuelta pueda instruir casos contra su ex partido y contra su ex rival político, y otra cosa es que eso sea aceptable y debamos de tragárnoslo, sin hacer “campañas de denigración” contra Garzón. Es un comportamiento inaceptable, y señalarle a alguien un comportamiento inaceptable resulta inevitablemente denigrante para el que tal hace. Pero el problema no está en la denigración, sino en el acto. Si no haces lo inaceptable, nadie te va a “denigrar” por ello. Y esa opinión de acto inaceptable no viene de una manía:
Tribunal Europeo de Derechos Humanos:
En un fallo hecho público este miércoles señala que "la imparcialidad del juez de Instrucción nº 5 (de la Audiencia Nacional española) podría estar en entredicho" por las "relaciones personales conflictivas" y la "enemistad manifiesta" entre el demandante y el magistrado, después de que éste reabriera la instrucción del caso cinco días después de abandonar el Gobierno.Es evidente que tenemos un mal sistema, y que en cualquier sistema medio racional, después de esa sentencia Garzón no debería estar en el tribunal que acaba ocupándose de los asuntos de la corrupción de los partidos, vista su manifiesta incapacidad para saber cuándo está contaminado.La sentencia añade que Garzón “no respondió a la exigencia de imparcialidad” que contempla el artículo 6 del Convenio.
La razón por la que Estrasburgo no condena a España, pero reprende la actuación de Garzón es que el juez de la Sala Segunda del Tribunal Supremo Eduardo Moner no se limitó a reproducir la instrucción del magistrado de la Audiencia Nacional, sino que, al contrario, llevó a cabo una nueva instrucción.
También es inaceptable que porque las leyes hayan establecido en España unas excepciones para los casos de terrorismo, resulte que un juez que ya ha mostrado su heterodoxa interpretación de las cosas cuando de política se trata, aplique esas excepciones a un caso sobre corrupción económica de un partido político sin relación alguna con el terrorismo. Hasta un niño entiende que es más importante impedir un atentado terrorista -y salvar vidas con ello, que el derecho de defensa de un terrorista. Pero a ningún niño se le escaparía que eso no tiene nada que ver con el caso Gürtel. Así que cualquier opinión sobre esta perversión del derecho, resultará denigrante sin remedio para el que pervierte el derecho.
Tampoco hace falta ser un lumbreras para comprender que algo huele a podrido cuando un juez pide pasta a un banquero para sus cosas particulares, y la recibe; y después instruye una causa contra ese banquero, y la archiva. Si además sabemos que una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos establece que ese juez es muy capaz de hacer interpretaciones “sui generis” del concepto de contaminación, ¿qué haremos? ¿Callarnos, o denigrar?
Sobre la broma macabra de la “causa general” contra los franquistas enterrados en los libros de historia, y sus vicisitudes jurídicas, casi es mejor no insistir. La cuestión es si tenemos derecho a opinar que Garzón no solo no debería ser instructor de asuntos así, sino que resulta un ejemplo increíble de a qué tipo de juez habría que apartar para siempre de similares trámites. Y no entro en si tales actos deberían dar con sus huesos en el trullo, porque no entiendo de leyes. Pero sí creo que se puede opinar que un sistema decente debería de acarrear esa consecuencia.
¿Esto es denigrar? Supongo que sí. Y si lo opina y expresa mucha gente al mismo tiempo -como parece inevitable, será una campaña. ¿Y ahora qué hacemos? Una de dos. O nos tragamos y aceptamos como normal lo inaceptable, u ocurrirá una “campaña de denigración” contra su persona. La vida es muy perra. Y el “caso faisán”, 4 años y dos días, sin resolver.