La riqueza kultural de los idiomas
Me voy a meter en un jardín, estimulado por nuestro parlamentario local del chiringo magenta. Un año de parlamento (¡el vasco!) han hecho de él un pòlítico. Y como tal da conferencias. La mejor carrera del mundo, parece. En un año se licencian. Y para estudiar no pagan, sino que cobran. Y después, a conferenciar sobre lo divino y humano. Ni los periodistas.
Al caso:
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Hay que empezar por felicitarle sus muy aprovechadas clases de politiqués. Nada como plantear un dilema que nadie propone, para poder discutir lo que uno quiere. Y si discute solo, por argüir contra lo que no está en la mesa, queda como dios. O por lo menos como un político. Pero para mí que también ha recibido lecciones de cierto maestrillo que no está en el parlamento, ni ha sido elegido nunca directamente para nada, pero que siempre acaba controlándolo todo, con mucho arte. El librillo me suena.
Espero poder prescindir de la primera parte; lo de la enfermedad mortal. No se sabe de nadie que haya muerto de plurilingüismo, y menos aun de un plurilingüismo artificial. Pero sí me interesa esa vieja canción de la riqueza cultural atribuida a las lenguas.
Pero primero un poco de perspectiva. No estamos hablando del conocimiento de lenguas en general, en el que cabe el sabio humanista que domina las lenguas clásicas, o el políglota que se mueve con soltura por el mundo. Estamos hablando, por ejemplo, de Vasquilandia. De ser habitante de Vasquilanda con una lengua o con dos. Y en ese caso, la proposición de la riqueza de las lenguas es la proposición de que la sociedad, o sus gentes, tienen mayor “riqueza cultural” en el caso bilingüe que en el monolingüe, a igualdad del resto de condiciones.
Es de esperar que “mayor riqueza cultural” signifique más cultura, más cantidad de cultura. Algo que se puede apreciar: Fulano tiene más cachitos de esta cosa que Mengano. Pues bien, miremos esos cachitos, para saber de cuanta riqueza estamos hablando. Yo creo que interesa mucho. Puesto que estamos dispuestos a pagar un buen precio por adquirirla, nada como saber cuanta riqueza es. Y veremos que se trata solo de un cachito de “riqueza cultural”; la lengua misma. O ni siquiera.
Es muy dudoso que la lengua sea cultura. Se podría mirar si se es posible una lengua sin cultura. En cuyo caso la lengua no sería un cachito de cultura. Y depende de lo laxos que queramos ser con el término. Podemos hablar de “cultura Musteriense”, y decidir que existe cultura sin lengua -en el caso dudoso de que los neanderthales no hablaran. Pero sería más práctico aprovechar nuestro bilingúismo, y reservar el término “kultura” para todo lo anterior al nivel del Auriñaciense; y “cultura”, para la cultura propiamente dicha. ¿Se hablaba antes del Auriñaciense? Sin duda. Entonces, la lengua sola no es cultura, sino como mucho, kultura. A tomar por el flai la “riqueza cultural” del plurilingüismo. Y si no se acepta esta división arbitraria entre kultura y cultura, tampoco cambian las cosas. ¿Que porcentaje representaría el Musteriense en la “cantidad” de cultura al uso hoy? Pues eso.
Pero ahora vienen los euskerófilos, y abducidos, a contarnos que una lengua extra es la herramienta que te pone en contacto con otra cultura. Lo que puede ser cierto si hablamos de griego clásico. Aunque ya está traducido todo lo que se conoce, es indudable la ventaja de disfrutarlo sin intermediación. Al menos para la persona de gran cultura (¿el 0,01% de la sociedad?). Pero en nuestro aquí y ahora, eso se convertiría en el absurdo de que el vascuence te pone en contacto con la cultura vasca, que resulta ocurrir en un 99% en español -o en francés. Y ese 1% que queda solo es de interés para especialistas retorcidos amantes de lo rústico. Ni siquiera sirve la disculpa habitual para aprender una lengua: la capacidad de comunicarse con un mayor número de gente.
Así que hagamos números para tratar de poner esa “riqueza” en perspectiva:
- Ganancia en kultura: el hecho kultural mínimo
- Ganancia en cultura: cero
- Ganancia en comunicación: cero
- Costes: inenarrables
A los defensores del bilingüismo habría que señalarles que no están defendiendo cualquier bilingüismo, sino uno concreto. Y además que no se trata de algo gratis; algo que llega regalado, como poseer el español, sino que se trata de hacer un gran esfuerzo y gasto por mantener artificialmente el conocimiento y el uso de una lengua, para recibir con ello una ínfima cantidad de “kultura”. Las cuentas no salen. Por eso los nacionatas están ya en otros esquemas, otras metáforas:
- La metáfora bastarda de la diversidad cultural vista como biodiversidad. Bien falsa, porque cada cultura no es su idioma, solo ocurre en en ese idioma, como podría ocurrir en cualquier otro. Por ejemplo, la cultura occidental, o Europa, ocurre en un montón de idiomas, sin el menor problema. Y es la misma cultura. Por ejemplo Baztarrika [-->]. Pero cuando se pierde una especie (y se pierden todo el rato), se pierde información. Y cuando se pierde una lengua (también se pierden todo el rato), solo se pierde una forma más de codificar la información, pero no se pierde información.
- Y la metáfora no menos bastarda de los "derechos linguísticos" como libertad de expresión. Donde pegan el cambiazo de la libertad de expresarse, por la flipante libertad de que te atiendan lo que dices, "para que prevalezca el derecho de los individuos a expresarse en sus propios idiomas" (en vez de en el idioma en el que se les entiende) [-->].
Una explicación / añadido, porque hay quien no lo entiende. Una lengua no es una cultura, sino una forma (entre muchas posibles) de codificar esa cultura. Pero cualquier cultura se puede codificar lo mismo en cualquier otra lengua. Es como los lenguajes de programación. Puedes hacer el mismo programa en lenguajes distintos. El lenguaje no es el programa. Y los que están más acostumbrados a un lenguaje, tienden a “amarlo” y a considerarlo superior, y se organizan grandes “guerras” al respecto. Pero el código no es la información. Y en los lenguajes humanos es lo mismo, solo que son infinitamente menos diferentes entre sí que los lenguajes de programación.