Montilla traducido ... ¿con chuleta?
O los derechos "no cuantificables" de Leanizbarrutia
-- --No consta si Montilla sabe escribir en castellano, pero sí consta que en catalán necesita chuleta. En público, disimulando, y sin vergüenza -al parecer.
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Montilla no sabe escribir en la lengua en la que cree que debe hablar. Es, por tanto, analfabeto en su lengua propia. Y ahora, las grandes apuestas que corren por el senado de Babel van sobre si la chuleta con la que hablará estará escrita en catalán directamente, o en cordobés con traducción montillesca al catalán. Porque puede producirse un fenómeno circense bastante notable. Por ejemplo, Montilla dicta en cordobés su parlamento a una secretaria, que lo escribe en castellano. Y luego lo lee, traduciéndolo simultáneamente al catalán acharnegado que gasta, para que los traductores simultáneos profesionales vayan, primero convirtiéndolo mentalmente en catalán convencional, y luego largándolo por la boquita, cada uno en una de las lenguas locales de esta multinación que deja a Europa estupefacta con sus payasadas. Finalmente, los egregios senadores le contestan, con un trámite más o menos similar.
¿6.000 euros? ¡Bah! ¿Será por 6.000 euros nuestra crisis? ¿Acaso toda esa multiplicidad de lenguas no es una gran riqueza, un patrimonio indiscutible? ¿Por qué íbamos a empobrecernos culturalmente hablando en una sola lengua, cuando lo podemos hacer en tropecientas, que es algo que solo cuesta dinero? Es cierto. Son mucho más importantes los derechos de los senadores a expresarse en lo que les salga de sus caprichos que los dineros miserables.
Los argumentos son de cajón.
"La democracia cuesta dinero", señaló ayer a El Confidencial un portavoz de Entesa Catalana de Progrés para justificar la reforma del reglamento [-->]Mostrándonos de paso la incómoda verdad de que en USA o en Francia no hay democracia. O si no, que la palabra democracia tiene, para un nacionalista catalán, un significado -digamos- heterodoxo. Nada que ver con lo que se entiende por democracia en los países que se suelen considerar democracias con solera. Tal vez sería cosa de saber de qué estamos hablando antes de seguir jugando con fuego.
"El coste no es relevante porque los derechos no se pueden cuantificar y tenemos derecho a dirigirnos al Senado en nuestra lengua", explicó la senadora del PNV Miren Leanizbarrutia [-->].Y explicó bien, y muy sinceramente. Es impepinable que si los derechos no se pueden cuantificar, el gasto de la cosa pública tampoco. Y cuando no cuantificas el gasto, puede ocurrir que gastes más de lo que ingresas. Más bien suele. Y llega la quiebra, o la crisis con rescate. Con lo que a tomar por flai muchos de los derechos, porque no se pueden pagar. Así que esa idea de los derechos "no cuantificables" y los "costes no relevantes", hermosísima, nos explica con toda precisión lo que nos está ocurriendo. Que nos gobiernan cantamañanas con la mentalidad de Leanizbarrutia.
Montilla va a hablar en catalán, que no domina, a juzgar por lo que dicen los que lo escriben sin chuletas. Y a juzgar por lo que dice él mismo [–>]. Y sin duda ninguna esos 6.000 euros no van a cambiar significativamente nuestro estado de ruina. Lo malo es que para que Montilla pueda evitar hablar en cordobés, que no le mola, y pueda hablar en un idioma que habla mal, primero hay que embarcarse en esa mentalidad de “la democracia cuesta dinero”, y de que “los derechos no son cuantificables”. Lo que nos llevaría a la sorprendente conclusión de que cuando nos quedemos sin dinero suficiente para pagar las deudas (ya), no podrá haber ni democracia, ni derechos. O a su única alternativa: prescindir de los nacionalistas, y payasadas asimiladas.
En el caso de Montilla, prescindir de la payasada es comprender que si la lengua propia de Cataluña es el catalán, y solo el catalán, entonces Montilla no es propio de Cataluña. Lo cual es una obviedad que no merecería más atención, salvo por el pequeño detalle de que si Montilla es un ciudadano en Cataluña, en vez de un piojoso extranjero analfabeto sin derechos políticos, es por ser español, y no por ser catalán.
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Al margen. Parece una ironía un tanto grotesca que los nacionalistas vascos hablen de derechos no cuantificables, y precisamente refiriéndose a un asunto lingüístico. Porque aunque llevan 30 años ocultando el precio de la gracia del vascuence, hasta ahora no se habían atrevido a decir tan claro que no tenemos derecho a saber lo que cuesta. O lo que pagamos por ello. Y ya que la crisis nos ha inducido a esta línea tan inconveniente de pensamiento, convendría ir planeando preguntarle lo mismo a Patxindakari. Para ver en qué consiste lo del cambio.