Un grano de mostaza
Octavio
--Nuestro políticos han desarrollado la constitución en el sentido de potenciar la democracia representativa frente a la democracia directa , dado que esta ultima podría haber servido de freno frente a la deriva de aquella , el resultado es lo que tenemos… partitocracia.
Aquí casi todos estamos de acuerdo que en actual marco institucional es insuficiente y no permite la intervención de la sociedad civil en la política, que se ha convertido en un coto de los partidos y sobre todo… no ya de los políticos profesionales (aquellos que han destinado su experiencia profesional a la política) sino de los profesionales de la política ( aquellos que han convertido la política en su profesión).
¿ Cual es el problema? Pues que quien pretenda cambiar “de” sistema desde fuera se tendrá que enfrentar contra toda la casta y en esa batalla, donde en un lado están los ideales y en el otro el poder , el dinero , la mayor parte de los medios de comunicación y sobre todo, una sociedad mayoritariamente indiferente… se pueden hacer cálculos de lo que puede tardar en fracasar esa iniciativa.
La solución , pensaron algunos, pasaría por tanto por cambiar “el” sistema desde dentro ¿ como?, mediante un partido político que propugnara la regeneración de las instituciones y la democracia interna dentro de ellos… si añadimos la necesidad de defenderse del sistema allí donde mas opresivo se hace por culpa del nacionalismo, aparece Ciudadanos… y casi al mismo tiempo , dado que aquello tiene visos de tener un espacio territorial muy definido, surge en alguna mentes y en la mente de alguna (pero con objetivos diferentes) la idea de que la cosa puede hacerse extrapolable al resto del Estado, y nace UPyD.
La idea , aunque no hubiera sido desvirtuada por los que vieron en ella una forma de asegurarse una pensión de oro , no puede prosperar sin degenerar….los partidos, por muy democráticos que puedan ser, dejados en manos exclusivamente de su militancia o en las garras de sus dirigentes….(siendo bien pensados) intentarán regenerar el sistema pero indefectiblemente terminarán asimilados por el… por la sencilla razón de que se convertirán en compartimentos estancos en los que , al no poder interaccionar constantemente con la sociedad civil y ante la golosina del dinero publico , acabarán por enfermar de endogamia.
El otro día discutíamos aquí sobre si cabe la posibilidad de repetir aquí un fenómeno como el Tea Party…. No puede ser, porque allí las estructuras partidistas son mínimas y los políticos dependen, no del aparato interno del partido para alcanzar o sostener su candidatura sino que dependen directamente de su electorado, es ahí donde interacciona con la sociedad civil. Tan poco pensemos que aquello es la panacea pues, esa presunta sociedad civil puede ser simplemente , el disfraz que utiliza el dinero ( en este caso privado) de los grupos de presión.
Pero si los partidos no permitirán ser desalojados del sistema y la sociedad civil no puede intentar cambiar el sistema de manera pacifica, pero al margen de los partidos , y esta y aquellos no interecaccionan ¿debemos perder toda esperanza?.
Compañía…, no podemos abogar por una revolución que cambie el sistema de forma violenta y no podemos pedir cambios constitucionales o legislativos pacíficos sin la intervención de los partidos.
Pero existe una posibilidad que os planteo y que un grupo de compañeros ha acogido con un intenso debate a favor o en contra, en su búsqueda de intentar conseguir medidas para dar a los ciudadanos el poder de decisión. Antes de negarla de raíz, por merecida fobia antipartido, os pido un poco de benevolencia , no me digais no de manera rotunda sin analizar críticamente las posibilidades regeneradoras de la cosa.
En un partido político donde , con carácter previo e inexcusable, existan listas abiertas y primarias para elegir a sus cargos internos… ¿ Por qué no permitir que cualquier ciudadano pueda presentarse como candidato de ese partido a una elecciones para cargos públicos?. Con solo dos requisitos… uno formal, declaración expresa y publica de acatamiento y defensa de su ideario político (los famosos objetivos a conseguir o líneas rojas a no traspasar) y otro de carácter material, que tenga un determinado numero de avales por parte de militantes del partido con los derechos de elección vigentes .