El "caso Cascos".
Hilarión
Hubo un tiempo en que creía que los partidos políticos eran una agrupación de individuos con una ideología afín y un proyecto común de administración de la cosa pública; llegue a creer también que estos individuos deseaban ganar todas las elecciones para gobernar según su ideología, porque consideraban que era la mejor para ellos y sus conciudadanos.Un buen día deje de creer en estas cosas, no sé si por el paso del tiempo, incompatible con la ingenuidad, o porque el envilecimiento de la política llevaba a esta por otros derroteros, pero el caso es que me dí cuenta de que para algunos políticos no era importante ganar elecciones, sino mantener su particular cuota de poder.
Cuando en 2008 tuvo lugar el Congreso del PP en Valencia, tuve la confirmación de lo atinado de mi descreimiento. En aquellos días, recién celebradas las elecciones legislativas en que Mariano se llevó tan monumental chasco, nadie daba un céntimo por sus posibilidades de ganar unas elecciones. Ni en 2012 ni nunca. Recuerdo que alguien me preguntó asombrado cómo era posible el fervorín que mostraban los varones “barones” regionales, por alguien que en la vida podría llevarlos a la Moncloa. Yo con mi descreimiento recién estrenado le dí una explicación:
—Porque a estos varones barones les importa una higa que su partido gobierne España.
— ¿Cómo, pues? El objetivo de cualquier partido es ganar todas las elecciones. Hasta Rosa Díez querría ganar alguna.
—Eso era antes. Ahora con la España plural y autonómica, los partidos están realmente partidos en diecisiete trozos, y mandan los virreyes regionales, y a estos les trae al fresco lo de la Moncloa; lo que quieren es tener el poder en su ínsula Barataria y que el que mande en el partido sea un panoli que no obstaculice sus trapisondas en sus naciones de andar por casa. Y como para el panoli es suficiente con ser primer ministro de la oposición, así que les deja hacer.
Y hete aquí que ahora tengo otra confirmación en Asturias con el “caso Cascos”. Pues ¿cómo es posible que en un país en que el personal vota con la camiseta del partido puesta, y sobre todo si al frente de la lista hay alguien, famoso, con eso que se llama tirón, se renuncie a él en favor de una ignota concejala?No será por el resultado de ningún debate, debate que yo no esperaba dado que dentro de un mismo partido se da por supuesto que todos andan por onda parecida, y por la entidad de los contendientes. Bueno, debate sí que ha habido: desde un lado se ha acusado al protagonista de kaleborroquero (eso me suena), y la elegida, en una brillante intervención, le acusó de estar gagá pues al fin y al cabo es sesentón. Aguda reflexión que me saco de un error, pues cuando la vi en una foto me recordó a Bibiana, pero después de oírla decidí que Bibiana no, sino Leire y Chamosa a partes iguales. Los ideólogos del partido han cerrado filas arropándola, y también han terciado emitiendo sesudas cogitaciones que hablan de que por encima de las siglas está la nada y que es imposible volar más alto que la gaviota (sic). Por su parte el interpelado se ha envuelto en la bandera de la Cruz de la Victoria, ha invocado a D. Pelayo y a la deuda histórica por los muchos años de abandono del país (sic) asturiano. No me consta que haya invocado también la sidra y los oricios, pero en un debate de tal altura ideológica no me extrañaría nada.
La decisión, pues, no ha dependido de debates ni de ideologías (si es que queda algo de eso), sino de que al jefe del partido le importa un bledo ganar en aquella región o no, con tal de tener un barón que no le toque las barbas y al barón actual le importa aún menos, pues tiene su particular cuota de poder, vive muy bien con ella y para qué meterse en líos. Así que todos contentos… perdiendo elecciones. Quien me lo iba a decir.
Así pues vuelvo al principio y replanteo al estimado lector mi duda a ver si alguien me da una respuesta: el que mi creencia en que todo militante de un partido deseaba ganar todas las elecciones, fuera errónea ¿se debía a la ingenuidad, o a lo mucho que se ha envilecido la política?
P.S. Que nadie deje de observar el comportamiento de la prensa adicta, los payadores de Mariano. Los que hace nada besaban por donde pisaba el protagonista del caso, hoy se tiran inmisericordes a morderle las canillas, con la misma furia que si se tratase de Rubalcaba. Sic transit gloria mundi.