Las revueltas
Santiago
Hola, PM.Aunque últimamente no doy señales de vida, os sigo con el interés de siempre. Hace algún tiempo que las eventuales novedades “cacharrísticas” resultan absolutamente frívolas en medio de la gravedad de los acontecimientos que nos sorprenden cada día y, más en general, de la gravedad de la situación en España. Hace unos días hice un solo comentario a propósito de esta grave situación y lo que a mi me parecía un también frívolo juego de “marear a la perdiz”, hablando de la influencia sobre el futuro de unos cuanto votos a C’s o a “Voto en blanco” o a… quien sea.
Sin embargo, y después de aquel lamentable día en que, por razones que no hacen al caso, tuve (tuvimos?) una actuación de escasa fortuna, no he querido seguir una línea de enfrentamiento con nadie y prefiero abstenerme.
Hoy, por casualidad y mientras ojeo LD, encuentro un artículo de Luis del Pino que me parece, viene como anillo al dedo a mi comentario del que he hecho referencia. Te lo copio debajo por si te parece oportuno sacarlo a relucir. Por supuesto y como siempre, puedes hacer con estas líneas lo que te parezca más oportuno.
Un cordial saludo
Santiago
(Tomado de LD, Luis del Pino)
La actual revuelta contra el régimen de Gadaffi es un acto más de una epidemia de levantamientos provocados por la crisis económica, levantamientos que no se han iniciado - aunque la memoria sea tan frágil - hace unas pocas semanas en Túnez, sino hace más de dos años y mucho más al norte.
En 2008, la crisis económica comenzó a hacer mella en la maltrecha economía islandesa. A pesar de los desesperados intentos del gobierno islandés por atajar esa crisis, la moneda islandesa se depreció un 35% con respecto al euro en cuestión de meses, la inflación se disparó hasta el 14% y los tipos de interés alcanzaron el 15,5%. Como resultado, y ante el riesgo de colapso, el gobierno islandés decidió intervenir los tres bancos comerciales del país, que estaban virtualmente quebrados.
Los ahorradores islandeses perdieron buena parte de su dinero. Y las protestas en la calle en enero de 2009 tuvieron que ser reprimidas por la Policía, que utilizó gases lacrimógenos por primera vez en Islandia desde 1949. La presión en la calle fue en aumento y terminó por provocar la destitución del gobernador del Banco Central Islandés y por hacer caer el Gobierno, con lo que hubieron de convocarse elecciones anticipadas.
Pero también perdieron su dinero muchos ahorradores extranjeros, lo que originó considerables tensiones diplomáticas entre Islandia y algunos gobiernos, principalmente el británico y el holandés, que comenzaron a presionar para que el estado islandés cubriera las pérdidas de los inversores extranjeros. El gobierno inglés llegó incluso a aplicar un precepto de la legislación antiterrorista para congelar las cuentas en Londres de alguna institución financiera islandesa.
Cediendo a la presión, en agosto de 2009 el parlamento islandés aprobó una ley para pagar a Gran Bretaña y Holanda 5.000 millones de dólares, con el fin de cubrir las pérdidas sufridas por sus inversores.
Ante esa decisión, que hipotecaba a los islandeses para muchos años, la población volvió a echarse a la calle, reclamando que la medida se sometiera a referéndum. “¿Por qué nosotros, que hemos perdido nuestros ahorros con la quiebra de los bancos, tenemos que cubrir las pérdidas de los bancos extranjeros?”, se preguntaban los islandeses. “Si los ingleses invirtieron aquí, lo hicieron asumiendo los mismos riesgos y buscando los mismos beneficios que nosotros. Por tanto, tendrán que apechugar con las pérdidas igual que nosotros”.
La presión popular fue tal que el presidente islandés se negó a ratificar la ley votada en el Parlamento, con lo cual se convocó un referéndum en marzo de 2010. En ese referéndum, la ley salió estrepitosamente derrotada, con el 93% de votos en contra: los ciudadanos islandeses se negaron a cubrir con su dinero las pérdidas de ningún inversor extranjero.
En paralelo, las investigaciones de la Justicia islandesa sobre las prácticas financieras previas a la crisis condujeron a la detención de varios altos ejecutivos de instituciones financieras y a la huida del país de muchos otros.
Finalmente, con las instituciones financieras colapsadas, con la clase política destruida, con el país en quiebra, los islandeses decidieron elegir una asamblea de ciudadanos para redactar una nueva Constitución. Se presentaron como candidatos más de 200 islandeses, de los cuales fueron elegidos 25, los cuales tendrán que redactar una nueva Carta Magna para el país.
Así pues, las revueltas en Túnez, en Egipto, en Libia, en Yemen, en Bahrein… no son algo aislado. Son una consecuencia más de una crisis económica que ya hizo caer en enero de 2009 al primero de los gobiernos afectados, el islandés.
Y si estas revueltas están demostrando algo es que hacen falta reformas profundas no sólo en los países árabes, sino en todos. Si es que se quiere que los ciudadanos sigan sintiéndose representados por unas instituciones que hace mucho tiempo que parece que sólo se preocupan por sí mismas.