Rajoy, Arriola, y la voz.
No solemos darnos cuenta de la importancia que tiene la voz en un mensaje. Es un elemento cuyo peso es subconsciente, pero fortísimo. Por ejemplo, te presentan a alguien, charlas unos minutos, y te despides. ¿Y cómo era, te preguntan después? Y dirás algo como guapa, simpática, algo gordita, estatura media, castaña. Con buen rollo. Pero no dirás nada de la voz. Y sin embargo los profesionales del asunto saben muy bien el impacto o el rechazo que puede producir la voz de cada persona. Es un ejemplo clásico que cuando el cine se hizo sonoro, la mitad de los actores de Hollywood perdieron su empleo.
También es una experiencia típica que a menudo no se entiende el valor de un actor hasta que no lo oyes en versión original. Y no se trata de voz bonita o fea, es algo mucho más sutil. Es voz que llega o que no llega, que dice o no dice, que crees o no crees; y no se sabe por qué. Puramente irracional, y sin embargo fundamental. ¿Por qué no se menciona nunca la voz de los políticos?
Barack Obama es negro, muy bien. No creo que sea un Adonis, aunque tiene buena facha. Y una retórica de izquierda bastante vista. ¿Qué tiene Obama de especial? Sobre todo, una voz.
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¿Y qué es lo que no tiene Mariano Rajoy? Pues una voz.
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Don Teledeporte puede hacer un discurso de palabras magníficas y muy bien hiladas, y los ha hecho con frecuencia. Pero da igual; te importa una higa lo que diga. No llega. Punto. Es muy injusto, pero es así. Lo mismo que hay feas y guapas. Por eso suelen salir esos resultados tan aparentemente raros en las encuestas tras los debates parlamentarios. Dónde si lees lo que ha dicho uno y otro, Rajoy barrería a Zapatero, pero la encuesta da al revés. Es por eso; porque el mensaje llega sobre todo por la voz, no por el texto.
¿Era Adolfo Suárez un gran político? Probablemente no. Pero era una gran voz. Lo mismo que Felipe González. Aznar tiene vocecita de conejo rasposo, y por eso hablaban de la falta de “carisma”. Pero al menos lo sustituye con carácter. Un respeto. Y Zapatero, aunque resulta más engolado que Carlos Herrera, y con una entonación y atasco desesperantes, tiene un vozarrón como de Dios leyendo las Tablas de la Ley.
¿Cómo puede nadie pensar que Mariano Teledeporte llegue a la presidencia, con esa voz de anciano repipi al que se le sale la dentadura postiza, salvo catástrofe y carambola? Así que empiezo a sospechar que el denostado Arriola tiene razón. La mejor estrategia con Rajoy es que no hable nunca. Que no abra jamás la boca, vaya. Igual va, y le sale.