Vaya tropa (UPyD)
Álvaro Ballesteros envía …
Vaya Tropa! |
Sin embargo, no parece que la formación política fundada por Rosa Díaz (que nos la presentaba con una fotocopia de su propio DNI en un alarde de transparencia)tenga un verdadero propósito distinto de el de apalancarla a ella en su sillón en el Congreso, a su mayor gloria y reconocimiento. No, al menos, si analizamos cómo han funcionado los suyos en Valdemoro, que, según nos cuentan -y así parece- no es distinto de cómo están funcionando por otros lares.
Que UPYD Valdemoro se iba a romper lo teníamos claro desde hace tiempo alguno de nosotros (yo desde luego) que conocíamos bien las entrañas de la formación local, que habíamos no solo colaborado sino pertenecido a ella, y que la abandonamos viéndolas venir y porque no tenemos ya edad de andar jugando al escondite en patios de escuela.
Allí había una serie de personas que estaban convencidas de conseguir el sillón edil (ser concejales, vaya) por el sólo tirón de su lider, Rosa Díez, y que barruntaban con ello asegurarse un “sueldecito” fijo cada mes además del reconocimiento público que conlleva el cargo, pero sin mayores pretensiones de trabajar por el municipio. Suena duro, y se que me costará más de una discusión con mis antiguos compañeros, pero lo digo como lo siento.
No había, ni hay, ideas. No había, ni hay, previsión. No había, ni hay, coordinación. No había ni hay, en fin, dirección. Ninguna iniciativa de nadie fué nunca puesta en marcha, ni lo está siendo ahora, salvo la de acudir a las fiestas patronales indumentados con la camiseta rosa oficial. Las personas que integraban (algunas aún integran) UPYD Valdemoro no tenían la menor experiencia política y daban la sensación (me daban la sensación) de estar jugando en el patio de la escuela. Y así se lo hice saber a mis más cercanos de ellos cuando abandoné la formación.
Los mandamases de Madrid se dieron cuenta de ello cuando mi admirado Antonio González abandonó la formación local hace unos meses (¡Y mira que lo habíamos hablado, querido Antonio!). Entonces le sonó el teléfono desde Madrid y pudo escuchar los lamentos, los porfavor, porfavor, los te prometemos que lo arreglamos. Pero ya era tarde. El daño estaba hecho.
Así, poco a poco, se ha ido quedando lo que se ha ido quedando: De los 24 afiliados de Valdemoro sólo 14 votaron en unas primarias impuestas por sus Estatutos pero que, a la postre, se han mostrado tan falsas como se barruntaban. De los dos candidatos que concurrían, cada uno obtuvo 7 votos. Pero ninguno de los dos candidatos gustaba al aparato territorial de Madrid, y por eso éste se ha descolgado con una disolución y la posterior imposición de quien no tiene nada que hacer salvo decir amén a lo que digan desde Madrid, incluida la previsible no convocatoria de nuevas primarias.
De todo ello concluyo que en UPYD están jugando a ser democráticos sin serlo. Están haciéndonos creer que cualquiera puede integrarse en UPYD y que allí mandan las bases, cuando ésto no es cierto. Y no lo es porque son conscientes de que es fácil que se les pegue “lo mejor” de cada casa, los que vienen rebotados de otros partidos en los que no han conseguido medrar como quisieran. Y ese temor es lógico y fundado y su prevención requiere mano firme. Pero no se puede jugar a emplear mano firme impositiva revistiéndola de apertura y de transparente democracia. Eso es manipular. O mentir. O sea, más de lo mismo. Y la formación acabará pagando las consecuencias de sus simulaciones.