Fiasco libio, fiasco europeo
Álvaro Ballesteros
No deja de ser cuando menos curioso que la campaña aliada organizada bajo la excusa de proteger a los civiles libios, haya entrado ya en la fase de matar civiles libios. No me refiero solo a la muerte del hijo y nietos del propio Gadafi, víctimas del último bombardeo del complejo residencial del dictador en Trípoli, sino a todos los demás que caen con cada uno de los bombardeos aliados, atrapados como estamos en la realidad de un país que no es como el Irak de Sadam o la Serbia de Milosevic.Libia es un país inmenso. Despoblado en su gran mayoría (el 90% lo cubren las arenas del desierto). Con una población de poco más de 6 millones, las zonas urbanas y de infraestructuras en Libia se concentran en las regiones costeras del norte del país, lo cual implica que a la hora de diseñar los ataques de los aliados los objetivos válidos susceptibles de ser bombardeados son muy limitados en número. En esta categoría entran (estirando como un chicle lo que es en verdad una zona de exclusión aérea) centros de mando militar, guarniciones de fuerzas armadas y de seguridad, aeródromos de uso militar, puertos militares, buques de guerra, depósitos de armamento, radares, centros de comunicación-inteligencia-comando-control, depósitos de combustible, columnas de tropas, un listado muy limitado de infraestructuras civiles y poco más. Fuera de eso, los objetivos a bombardear son todos ilegítimos y su destrucción es ilegal: núcleos urbanos, hospitales, colegios, carreteras de uso civil, plantas energéticas, centros de abastecimiento civil, etc.
Ahora, entrando en los detalles de la campaña de bombardeo aliada sobre Libia y analizando la realidad, solo podemos llegar a una conclusión: la OTAN hace mucho que se quedó sin objetivos militares que bombardear. Desde ese momento, estamos tirando el dinero del contribuyente, poniendo en peligro a nuestros pilotos, poniendo en mayor peligro aun a la población civil libia que se suponía que queríamos proteger, y violando las premisas que impulsaron toda nuestra intervención (si es que nos queremos creer que dichas premisas importaban algo).