Nuestros verdaderos enemigos
Desde el blog [-->] de ...
Alvaro Ballesteros
Hay muchos que eligieron hace mucho preocuparse por multitud de cosas al margen de la realidad. Decidieron ignorar las señales que nos anunciaban lo que estaba por venir. Incluso hoy, con la que está cayendo, son millones los españoles que se mantienen aun inmunes a las circunstancias. Una realidad política que se ha convertido en una ronda circense de piruetas dialécticas y contradicciones descaradas que a mí, he de reconocerlo, empieza a provocarme cierto mareo.La realidad de la España de 2011 es sencillamente ALUCINANTE (de alucinación, no de ‘guay del Paraguay’). Yo llevo años denunciando las contradicciones políticas de este gobierno, pero lo cierto es que creo que hemos llegado al cúlmen de lo enrevesado y lo absurdo. Me aterroriza constatar que la gente absorbe multitud de mensajes cortos, parciales, vacíos. “Información” (entre comillas) como en Tweeter. Mensajes de famosos estilo “Me acabo de levantar. Estoy en la bañera. Me fumo un puro”. “Gadafi bombardea Misrata”. “El Euribor sube un 3,15%”. “El gobierno acata la resolución del Tribunal Supremo en espera de la del Constitucional”. Una avalancha continua de datos que no significan nada, de parrafadas breves que no aportan luz, sin análisis. Información incompleta, inconexa, que desinforma y oculta más de lo que muestra. Noticias que ayudan a que la gente desconecte cada vez más de aquello que nos rodea, facilitando la labor de políticos ineptos para hacerse con el control de nuestras vidas.
Así, nuestro gobierno se contradice cada dia, hasta fundirle los plomos al más puesto. Trinidad Jiménez dice que “la coalición internacional que bombardea Libia no parará hasta que Gadafi abandone el poder”. Javier Solana, histórico del PSOE que hace ahora el trabajo encargado por Zapatero desde la sombra, se dirige a los medios para decir (en referencia a la situación en Afganistán) que “cuanto antes empecemos a negociar con los talibanes, mejor”. ¿Lo ven? Con Gadafi no hay nada que hablar, a pesar de que hace cuatro meses nuestro Presidente del Gobierno se abrazaba con él en Madrid y en Trípoli. Con los talibanes, sin embargo, a pesar de llevar diez años en guerra con ellos, “cuanto antes empecemos a negociar, mejor”. Una contradicción que a muchos les parecerá baladí, pero que marca una de las líneas rojas que nos llevan al desvarío político nacional.
En el Congreso de los Diputados, Zapatero aplaude públicamente la ejecución extrajudicial de Bin Laden (de quien dice además que tiene lo que se merece) pero impulsa al mismo tiempo la legalización de Bildu y la reentrada de ETA en el entramado institucional estatal. El PSOE justifica públicamente la presencia de nuestras tropas en la coalición internacional que ataca Libia porque (presuntamente) “así se defiende la democracia”, al tiempo que abandera la legalización del partido de aquellos que la pisotean en suelo español. Queda claro, pues, que la agenda nacional se ha desvinculado plenamente de la realidad. Nuestro atrofiado cerebro va cerrando compartimentos y desconectando neuronas, mientras nuestros maquiavélicos políticos se apoderan de toda nuestra vida.
Tal vez, al fin y al cabo, somos nosotros los equivocados; los que confunden la realidad; los que yerran el análisis más básico. Nuestros verdaderos enemigos, los que amenazan más seriamente nuestro futuro, no son los talibanes, ni los terroristas de ETA, ni la crisis económica ni el paro.
Nuestros verdaderos enemigos son nuestros representantes políticos; aquellos que nos gobiernan. Esos que siguen viviendo del cuento a costa de nuestro sufrimiento; medrando llueva, nieve o haga sol. Saboreando los réditos de nuestra estupidez al dejarles al frente de nuestras vidas. Alimentando a los que nos amenazan para justificar en nuestro miedo su tren de vida y ocultar en nuestra confusión su absoluta ineficiencia e ineptitud.
El filósofo francés Georges Bataille escribió hace mucho aquello de que “la verdad tiene solo una cara: la de una violenta contradicción”. Estoy seguro de que Zapatero, aun sin saberlo, comparte plenamente esta afirmación. La culpa es siempre nuestra, por aupar a quien nos maltrata. Nosotros somos las víctimas de la violencia continua de la dramática contradicción zapateríl. ¿Habrán tomado nota los que tanto aplaudían antes? Pues eso.
Álvaro Ballesteros.
Original en el blog de Álvaro: