Progresistas para niños
Te voy a contar un cuento.
[caption id=“attachment_20307” align=“aligncenter” width=“350” caption="¡Somos progresistas, ea!"][/caption]
Somos los buenos, y nos llamamos progresistas. Luchamos contra los malos (el PP), que son reaccionarios. Pero nuestro problema no es que los malos hayan avanzado en las últimas elecciones, sino que hemos perdido el camino, y no sabemos por dónde vamos.
Nuestro amado jefe, El Cejas, al que aupamos al poder, ya no nos sirve. Ha sucumbido a las tentaciones del infierno (los poderes financieros). Ellos nos quieren separados, uno a uno, como si fuéramos hombres adultos. Así estamos solos y tenemos miedo. Pero podemos salvarnos si conseguimos volver a una ilusión compartida, ser de nuevo la masa amorfa que sigue las consignas oportunas. Eso es lo que nos da la fuerza, como se demostró en el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, el rechazo a la guerra de Irak, o recientemente en el 15-M.
No podemos deciros exactamente, niños, cuáles son las soluciones técnicas concretas. Solo podemos mostraros el camino que hay que retomar:
- Todos juntos
- El estado del bienestar.
- Acabar con los beneficios desmesurados.
- Muchos derechos laborales.
- La defensa de lo servicios públicos.
- La solidaridad internacional
- La dignidad de la naturaleza.
- Hay que reconstruir el presente de la izquierda.
El cuento lo firma una curiosa savia de juventud, que va a cambiar el mundo: “Querido Emilio, unos milloncejos por favor”. Pedro Almodóvar, Joaquín Sabina, ó Miguel Ríos, que ya vendieron “alegría” la vez anterior, en insisten, pese a que dicen que no funcionó. O Almudena Grandes, Luis García Montero y Pilar Bardem, proclives a la novedosa política de Izquierda Unida, de resultados bien conocidos en Cuba.
Solchaga fardaba de que España era el país donde se podía hacer más rápidamente una fortuna. Pero de los los firmantes del cuento, que eran todos bien adultos entonces ya que ninguno es precisamente joven, no salió la menor protesta. No debían ser desmesurados aquellos beneficios, a pesar de ser los mayores del mundo en la época.
La perfecta indefinición de la proclama es irrelevante. Se sobreentiende: el dinero, y mucho, que hace falta para lo que queremos, se lo quitaremos a los ricos. A los otros ricos, se supone. ¿Han contado cuánto dinero tienen esos ricos, y cuánto dinero hace falta para lo que piden? ¡Tonterías! Eso es muy aburrido, y los niños no lo entienden. Lo que saben es que lo de la guerra de Irak funcionó. Aunque no se dan cuenta de que al mismo tiempo nos dicen que finalmente no funcionó tan bien, puesto que hay que reconstruir el presente de la izquierda, a pesar de aquel formidable éxito. Pero es que los cuentos son así.
Nota: El amigo Teddy no está en la lista de firmantes todavía, porque tiene unas ocupaciones imprevistas que se lo impiden. Y los 400 millones no son “beneficios desmesurados”. Ni siquiera son beneficios sino, presuntamente, algo que los reaccionarios llaman apropiación indebida. ¡Como si el canon digital fuera una apropiación estupenda, no te jode!
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=_bQ9-rk1Thc]
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Añadido:
Luis Bouza-Brey nos propone (¡gracias!), desde su web [–>]:
EL 15M Y LA CRISIS DE LA IZQUIERDA
Reflexiones de Luis Bouza-Brey del 1-7-11
Sobre la evolución del movimiento del 15M y sus propuestas, me interesaría hacer algunas consideraciones: Viendo a Garzón y acompañantes, cejiflexos de las artes pop, revolucionarios toledanos del leninismo inconsumpto y algunas de las propuestas del movimiento, yo crearía una categoría de la izquierda que es la de “izquierda plañidera”, aquellos que detectan problemas en la sociedad y organizan protestas, pero nunca son capaces de articular propuestas de solución de esos problemas.Creo que eso se debe a que antes tenían un modelo anticapitalista que era el de la URSS, que se les ha evaporado, y se han quedado vacíos de pensamiento creativo y estratégico; son anticapitalistas y nada más, denunciantes y nada más, pero si se intentara aplicar alguna de las ocurrencias que les sobrevienen los problemas se agravarían al máximo, nuestro país entraría en la zona de marginalidad de la economía global y viajaríamos aceleradamente desde el siglo XXI a mediados del siglo XX en la simplificación y degeneración de nuestras estructuras económicosociales.
Después, aparte de la izquierda plañidera, está la “izquierda ultraligera”, o “zapatera”, antifranquista de manual y jiliprogre, inconsistente y frívola, cuya mayor preocupación estratégica es la superficie de las cosas, el matrimonio gay, el aborto ilimitado, el feminismo irredento y la bondad escatológica de los nacionalismos etnicistas.
Estas dos izquierdas, la plañidera y la zapatera se han coaligado para jodernos el Perú —digo, el país— y su ciclo se ha terminado. Hay que identificarlas, denunciarlas, exorcizarlas, y evitar que sigan contaminando y destruyendo el país. Los muchachos del 15M deberían tenerlos fichados, en su núcleo y sus terminales, y mandarlos a liberar y revolucionar Corea del Norte.
Mientras España no consiga liberarse de esta plaga será un país cojo y norteafricano, cuya entrada en Europa ha sido un azar histórico que ellos mismos van corrigiendo a pasos agigantados.
Tiene que existir otra izquierda, una “izquierda verdadera” sobre la cual apoyarse para reconstruir España de las cenizas creadas por estas sectas de inútiles. Una izquierda que no excluya a la derecha, que busque el Pacto de Estado para salir del caos, como se hizo en los Pactos de la Moncloa; una izquierda que se renueve desde los cimientos para gobernar la globalización en el ámbito mundial y restablecer los equilibrios internacionales rotos por San Mercado y los intereses de las grandes multinacionales; una izquierda que asuma de una vez los principios de la democracia y el Estado de Derecho; una izquierda que construya la Europa política en lugar de refugiarse en los nichos estatales con políticas oportunistas, traidoras y populistas; una izquierda que gobierne desde Europa, y no desde los Estados, para hacer política internacional, fiscal, social, cultural, medioambiental y económica europea.
Una izquierda, en fin, que recupere la tradición de defensa de los intereses generales y del Bienestar de la mayoría de la población, así como la de los intereses de los pueblos de los países menos desarrollados, en oposición a los intereses cortoplacistas de las grandes compañías multinacionales y las élites despóticas del Tercer Mundo.
Comienza una nueva Era: todavía hay por delante mucho trabajo para una izquierda renovada de raíz. O la izquierda se renueva, o muere, y eso no sería bueno para los pueblos que una vez pusieron sus esperanzas en los valores y principios de igualdad, libertad, solidaridad y fraternidad que la izquierda encarnó. Esos principios siguen estando ahí para fundamentar y orientar el futuro: o la izquierda se depura y renueva o nacerá otra izquierda de las cenizas de la actual.
Perdón: ¿Tu has estado en China, y en la España de los años 60? No lo parece.Lo elimino. Aunque creo que la comparación no vale, la crítica no aporta nada al argumento.