James Delingpole. Sandías - verdes por fuera, rojas por dentro. El Ecologismo como sustituto de las viejas dictaduras del siglo pasado.
James Delingpole, autor, periodista, habla sobre su último libro, Watermellons.
La idea del ecologismo -y la locura del cambio climático- como sustituto del comunismo es delicada. Por una parte hay conexiones innegables, empezando por el estímulo a los movimientos ecologistas desde la antigua Unión Soviética. Siempre fuera de la URRS, claro. Por otra parte ambos tienen concomitancias y resonancias obvias. Lo delicado, para mi, es que es meterse en un jardín difícil, porque aparte de muchos elementos comunes, no son lo mismo.
Delingpole al menos relaciona el ecologismo tanto con los antiguos fascismos como con los socialismos. Lo que ya da un poco más de perspectiva. Y probablemente acertaríamos más si vamos más alla, y pensamos que el ecologismo militante y la gran campaña con la coña del clima, simplemente parten del mismo impulso del que partieron tanto los socialismos como los fascismos. El miedo a la libertad. El miedo a lo que nos hizo una cultura especial en la historia de la humanidad. Y se se impulsan también en los listos que saben que le van a sacar un gran partido personal a ese miedo.
Hay gente que se frena ante esta idea, al pensar en la cantidad de científicos que están apoyando la movida. No debería extrañarles. Basta pensar que la mayor parte de los grandes científicos del siglo pasado, cuando la ciencia era infinitamente mas “seria” que ahora, eran abrumadoramente partidarios del socialismo, cuando no directamente partidarios de la Unión Soviética. Es sorprendente que todavía cause sorpresa la idea de que un genio de la física, Einstein mismo, pueda ser un perfecto asno en política. Hay demasiados ejemplos.
Tal sea porque vez tienen tanto cerebro, y desprecian tanto el cerebro común, tan inferior, que no se dan cuenta de que miles de cerebros comunes, libres e interconectados, piensan mejor que cualquiera de los genios en solitario. Y para darse cuenta del problema no tendrían más que observar qué pasa con la ciencia cuando le quitas la libertad. Lysenko.
¿Por que defienden con uñas y dientes la libertad y la competición en ciencia (al menos lo hacían los genios del siglo XX), y no lo defienden para el resto de la sociedad?
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