La Berrea
Ful Izquierdo
La berrea otoñal
Dice mi amigo, el de Astigarraga, que en cuanto pasa el veranillo de San Miguel le entra un gusanillo por el cuerpo que le hace andar como atontadillo y con sensaciones raras.“Me levanto por las mañanas con ganas de jai, más suelto de verbo y mis miradas a las féminas son menos castas que de costumbre. ¡Pensaba yo que estas cosas pasaban en Primavera!”
Pues no amigo mío, los celos más intensos y las exhibiciones más pintorescas se producen en otoño. La primavera es más colorida, más plumífera, son los “pájaros” los que dominan el ambiente, en espera del estío que es época de abundancia.
Los lirios, las rosas, las mariposas…Colores por doquier.
El otoño sin embargo es la hora de los “machos”, es preludio del Invierno, época de frío y hambre. Colores ocres y olor a tierra mojada.
El “ganao” de cuernos (no se me ofenda nadie) se desentume de la modorra estival y comienza la ceremonia del cortejo.En la tierra de Monago, la PeCera le llaman ahora, en sus inmensas dehesas, se desarrolla un espectáculo único: La berrea.
Es la lucha aparatosa pero incruenta de los venados machos por ganar el favor de las damas de la especie, que como en todas las especies se hacen las remolonas. ¡Faltaría plus!
Los berridos angustiosos, el entrechocar de las cuernas, las interminables danzas…
¿Y las venadas? “Tan agustito” que diría la canción.
Igual de “agustito” que estamos los ciudadanos de la piel de toro en este otoño tan caliente y lascivo. Vestidos de nuestras mejores galas esperamos que los machos de la especie terminen sus exhibiciones para entregarnos a la cópula. Pero eso sí, sólo con el más macho, el de cuernos más retorcidos.
Hasta entonces asistimos arrobados a todo tipo de piruetas y cabriolas que nos encienden el ánimo, colorean las mejillas y humedecen la entrepierna.
Da igual que estemos en la ruina más absoluta, que año tras año nos engatusen con las mismas mentiras, que tengamos que ser putas y encima poner la cama. Da igual. ¡La estupidez del ser humano es infinita!
El 20 N nos levantaremos tempranito, nos pondremos braguitas limpias y ¡hala! A la fiesta de la democracia! A decidir quién de todos los machos va a tener el privilegio durante cuatro años de darnos por el culo y de quitarnos por el bolsillo.
Porque en el fondo, lo que les importa a los cornudos, no es cepillarse a la niña sino quedarse con el cepillo.
Tan soñadores somos que seguimos esperando al príncipe azul. Y como nuestros deseos son órdenes, la voluntad del ciudadano ya sabéis, pues aspirantes a príncipes no faltan. O princesas que lo mismo nos da, hacemos a pelo y a pluma. Maduros que somos.
Por el Foro anda revuelto el otoño entre princesas magentas, se supone que también en espera de macho, y príncipes engominados. El color del príncipe no consta.
¡Liberales pidiendo subidas de impuestos! Tanto informe le ha debido confundir, como a Dinio la noche.
Vices que reniegan de los presis que se van y presis reneGALdos que quieren volver. Entre “X” y Faisanes lo difícil es despejar la incógnita.
Y otros príncipes, o princesas, que se van, o vienen, o se deberían de haber ido o nada de lo anterior. El de Asturias lo tiene más claro y viene, fijo. ¡Y tanto que viene!
¡La fiesta de la democracia! ¡Y yo con estos pelos!
¡Hatajo de golfos!