La pulga de Antón, feliz. El nivel del mar está igual que hace ocho años, según ENVISAT.
Lo decía Antón Uriarte, con gran coña: ¡Se nos va a ahogar la pulga! Bueno, eso era hace unos años, cuando el mar subía a la prodigiosa velocidad de ¡3 milímetros y pico al año! Muchísimo más, al parecer, que los dos milimetros que subió de media durante el siglo XX. Claro que esa subida del siglo pasado tenía sus altibajos, y hubo décadas en que subió tan rápido como lo que ahora nos alarma tanto, y le hacía preocuparse a Uriarte por la salvación de la pulga.
Lo malo del caso es que parece que ahora no está en peligro ni la pulga de Antón. En 2002 la Agencia Europea del Espacio lanzó el mayor y más avanzado satélite para controlar la atmósfera y la superficie terrestres, el ENVISAT [–>], cuyas siglas deben venir de “satélite del medio ambiente” en inglés. Todo muy verde que te quiero verde. Entre otras muchas cosas mide la variación del nivel del mar, y la pulga se ha puesto muy contenta:
No coincide mucho (bueno, nada) con el otro satélite que mide eso, que es del que sale la idea de una subida de tres y pico. Pero incluso en ese otro la subida lleva años descendiendo y descendiendo.
Si ponemos el mismo nivel del origen de los datos ENVISAT, se ve que han acumulado una diferencia entre ambos satélites de 15 milímetros en ocho años. No seré yo quien se extrañe por ello. No me imagino que nadie sensato se tome muy al pie de la letra una medición del nivel del mar con una precisión de unos pocos milímetros, desde satélites. Como idea aproximada, bueno, vale. Pero como anuncio del fin del mundo, y si encima no es un resultado diferente de lo que se venía obteniendo con mareógrafos cuando nadie emitía CO2 en cantidades dignas de mención ... ¿de qué diablos estamos hablando?
¡Ah, sí!, Ban-ki-Moon en 2007:
Lo contaba Antón Uriarte en la mencionada entrada sobre la pulga, en su blog. ¡Arrepentíos, pecadores!, que si las cuentas no me fallan, ya solo os quedan menos de cuatro años. Y Sebastián sigue sin vender sus cochecitos eléctricos, con el pastón que está dispuesto a sacarte para subvencionarlos . Y lo peor es que ya no colaboran ni las pulgas.–
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