Los principales científicos del IPCC, estupefactos ante la falta de calentamiento reciente.
De lo más granado del sacerdocio del calentamiento global: Hansen, Trenberth, Santer, Solomon, Kaufmann, Lean, y más. No solo se muestran estupefactos por no poder encontrar el calor que no está, sino discutiendo las cuestiones más elementales, en una asombrosa demostración de consenso y de conocimiento del sistema sobre el que osan hacer previsiones centenarias.
Y no es para menos. Hay que darse cuenta del palo. Observan un calentamiento no fuera de lo común durante 20 años, y se ponen a crear una teoría del fin del mundo por achicharramiento, a cuenta de un aumento del CO2 en el aire. Como es un chollo para los políticos y para las multinacionales de la energía, reman a favor de corriente. Y como eso supone el mayor chorro de billones que haya recibido jamás ninguna rama de la investigación científica, obviamente casi todos los científicos del ramo aplauden a rabiar, y se suman al “consenso. Como para no sumarse.
Pero el que no se suma es el maldito clima. Si llevaba 20 años calentándose, ¿no podía haber seguido otros 10 más? Con diez añitos, más lo que se puede prolongar la discusión enturbiando las aguas del debate, se plantaban en una jubilación de oro anticipada. Pero … ¡mala suerte!, y el clima no colabora. Y ahora hay que explicar por qué no vemos el calentamiento que anunciaban.
Los escépticos venían diciendo todos estos años que el clima nunca ha sido algo tan estable como para que no haya calentamientos y enfriamientos en una escala de décadas, y del orden de varias décimas de grado en la temperatura global. O sea, lo que vemos. Y que no se sabe lo suficiente sobre el sistema para atribuir esas decimitas de grado a este o aquel factor. Demasiado complejo. Pero para el consenso, esta llamada “variabilidad natural” era tabú, la bicha, y saltaban al cuello de cualquiera que la mentara. Eso no explica nada -alegaban - no es más que una confesión de la falta de una teoría alternativa por parte de los “negacionistas”. ¡Oh, la, la!
Y ahora, tachán, el “consenso” del IPCC se tiene que agarrar a esa misma variabilidad natural de los escépticos, porque no pueden explicar dónde está el calentamiento que debería de haber y no hay. Y el gran invento nuevo es pedir una prórroga, a ver si conseguimos llegar a esa jubilación de nuestros sueños antes de que nos corran a gorrazos.
Kevin Trenberth:
El parón (en el calentamiento) no era inesperado. La variabilidad en el clima puede contrarrestar temporalmente el ascenso de temperaturas, aunque antes de esta década los científicos no estaban seguros de cuánto podían durar estos parones. De cualquier forma, una década no es suficiente para decir nada acerca de los efectos humanos en el clima; como explica un trabajo que se va a publicar pronto, hacen falta 17 años.Judith Curry:
Por favor, Kevin, recuérdame cuándo fue la primera vez que pensaste que habría un parón en el calentamiento.Todo esto, y mucho más, viene de un artículo interesantísimo de Paul Voosen en Greenwire titulado “Provoked scientists try to explain lag in global warming.” Desgraciadamente el artículo es de pago, pero hay tres referencias con extractos y comentarios muy jugosos, como el que acabo de poner de Trenberth / Curry. Y es perfecto para que cualquiera se dé cuenta del significado que en este cuento de terror tienen los términos como "consenso", "la ciencia dice", "extremadamente probable", y por ahí.
El más resumido, y con más chispa, es el de Judith Curry:
Roger Pielke da una muestra más completa, y con menos comentarios propios (y chispa): Pero destaca lo obvio, sin piedad:These extracts from the Greenwire article illustrate why the climate system is not yet well understood. The science is NOT solved.Y finalmente el mismo Roger señala en una actualización la localización del artículo (sin pagar) que le ha enviado el mismo Paul Voosen. Parece la versión completa: Por cierto, se podrá decir que hoy tocaba hablar de crisis, bancos, la falta de crédito, etc. Pero, ¿alguien piensa que estamos hablando de otra cosa? Porque cuando consigamos poner en su sitio a todos estos caraduras, y a sus impuestos a la energía (o sea a todo), sencillamente, seremos todos más ricos.