¿Podemos dudar del calentamiento global?
Nota previa: Me han pedido un artículo para una revista nueva que se distribuirá por internet, con la idea de hacer algo “suavecito” y fácil sobre el calentamiento global. Y como me resulta muy difícil saber qué es suave y qué es tocho infumable, pregunto vuestra opinión sobre este primer borrador. Para recibir sugerencias, petición de devolver al corral, lo que sea. Me interesa mucho saber si se entiende, y si es muy coñazo. O cualquier otra cosa. Gracias.
Nota bis: Ya no vale, porque tengo que reducirlo en más de un 50%. Pero se admiten ideas / sugerencias.
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Me han pedido que escriba un artículo que explique con sencillez, y para profanos, los problemas que hay para creerse el peligro que corremos a cuenta del “calentamiento global”. Y tal vez sea un buen enfoque recordar los motivos que hay para sí creérselo. Se reducen a uno: la fe en la autoridad. Pero parece una autoridad formidable. Un gran organismo de la ONU, el IPCC, que reúne a los mejores científicos de la especialidad. Miles de ellos, y tienen un “consenso”.
En principio es un buen argumento. Cualquier persona razonable acepta lo que diga ese panel de científicos, mientras no tenga ningún motivo muy serio en contra. Pero un sano escepticismo puede hacerle recordar que hace muy pocos años todos, pero todos los médicos del mundo afirmaban que la úlcera de estómago y la gastritis venían del estrés, de la vida irregular, y del tabaco y del alcohol, etc. No había más cura que vivir tomando pastillas antiácido a diario, al punto que ese producto era el principal ingreso de la industria farmacéutica. Y sin embargo, recientemente les concedieron el premio Nobel a dos médicos australianos que se habían pasado ¡20 años! diciendo que el problema era simplemente una bacteria.
Hablamos de una tesis científica que se puede comprobar con la mayor facilidad. Los australianos habían descubierto que, en su hospital, todos los muertos con un historial clínico de úlcera o gastritis tenían la misma bacteria en el estómago. Y empezaron a curar a la gente con antibióticos, y con resultados excelentes. Nada más sencillo que comprobar lo mismo en el resto de hospitales. ¿Por qué se tardaron 20 años en extender ese conocimiento?
Por dinero. Las revistas médicas y los congresos se financian fundamentalmente con aportaciones de la industria farmacéutica. Y con el descubrimiento se hacían inútiles las pastillas anti-ácido. Suponía cambiar de antiácidos durante toda la vida, a un antibiótico durante dos semanas.
La climatología era hace 30 años una ciencia oscura y menor, cuyo único valor - fuera de una curiosidad puramente académica - venía de lo que pudiera aportar a la meteorología. Era un auténtico “patito feo” de la ciencia. Pero anunciando el fin del mundo se ha convertido en la rama de la investigación que más recursos ha conseguido en toda la historia de la humanidad. Lao Tsé tenía un adagio: es imposible convencer a alguien si su bienestar económico depende de que no le convenzan.
No hace falta que un científico mienta, ni que se ponga a conspirar, para que se convenza de algo si tiene un interés fuerte en hacerlo. Nos pasa a todos, y a los científicos también. Y precisamente para protegernos de ese problema, exigimos que se tengan en cuenta todos los datos, todos los estudios, y todas las hipótesis. Sin ese juego limpio no hay autoridad creíble. Pero el IPCC ha incurrido en demasiadas prácticas que solo se pueden definir como juego sucio. Como siempre, con la disculpa de que tienen una “buena causa” que les exime de jugar limpio. Y, como siempre, ese es el momento en el que deben de saltar todas las alarmas.
No es nada difícil encontrar en internet la documentación necesaria para comprobar este problema que hay con el IPCC. ¿Si quisieran saber la verdad en vez de promover una tesis preconcebida, necesitarían insultar a los que tienen versiones diferentes? ¿Necesitarían “jugar sucio”?
- El 34 por ciento del “núcleo duro” del IPCC está asociado a organizaciones ecologistas.
- Eluden las peticiones de datos: An IPCC backchannel ‘cloud’ was apparently established to hide IPCC deliberations from FOIA.
- Funciona como un monopolio.
- Minimiza las incertidumbres.
- Ignora las críticas y las visiones alternativas.
- Y, en definitiva, el IPCC necesitaría una reforma radical (si eso pudiera hacerse).
- Claude Allegre, ex director del Instituto para el Estudio de la Tierra, Universidad de Paris.
- J. Scott Armstrong, cofundador de la Journal of Forecasting ay de laInternational Journal of Forecasting
- Jan Breslow, director del Laboraorio de Genética Bioquímica y Metabolismo, Universidad Rockefeller
- Roger Cohen, miembro de la American Physical Society
- Edward David, miembro, National Academy of Engineering y National Academy of Sciences
- William Happer, profesor de física, Princeton;
- Michael Kelly, profesor de tecnología, Universidad de of Cambridge, U.K.
- William Kininmonth, ex director de investigación del clima en la Oficina Meteorológica de Australia
- Richard Lindzen, profesor de Ciencias Atnmosféricas, MIT
- James McGrath, profesor de química, Virginia Technical University;
- Rodney Nichols, ex presidente y CEO de la New York Academy of Sciences
- Burt Rutan, ingeniero aeroespacial, diseñador del Voyager y delSpaceShipOne
- Harrison H. Schmitt, astronauta Apollo y ex senador USA
- Nir Shaviv, profesor de atsrofísica de la Universidad Hebrea, Jerusalén
- Henk Tennekes, ex director del Royal Dutch Meteorological Service
- Antonio Zichichi, presidente de la Federación Mundial de Científicos, Ginebra.
Pero como se trata de un asunto muy politizado, y con muchísimos intereses por medio, los periódicos y los políticos cuentan cosas que no son. Por ejemplo, lo del “consenso”. Sí es verdad que todos los científicos están de acuerdo en que ha habido un pequeño “calentamiento global” el siglo pasado. Algo más de medio grado, y con 2/3 de los sitios de la tierra calentándose y 1/3 enfriándose. Y también están de acuerdo (casi) todos los científicos en que el CO2 produce algún calentamiento. En lo que no están ni remotamente de acuerdo es en cuánto calentamiento, ni en si es un problema.
Todo se basa en un asunto muy simple, que no se sabe. La teoría que tienen dice que el CO2 que tiramos al aire debería calentar la tierra poco más de 1 grado hacia el año 2.100. A nadie le preocuparía eso. Más bien al contrario; el CO2 es muy bueno para los cultivos y para la vegetación en general. Es lo que “comen” los vegetales. Y un calentamiento así se notaría sobre todo en los sitios fríos, y en invierno. ¡La lotería! Pero los alarmistas tienen la idea de que el sistema climático es básicamente inestable, y que reacciona a un poco de calentamiento calentándose aun más por sí mismo. Con el frío, igual. Y los escépticos aseguran que los pocos datos que hay indican lo contrario, y que de ser cierta esa idea, hace millones y millones de años que la vida hubiera desaparecido de la tierra. Y que con un sistema que tiende más a la estabilidad que a la inestabilidad, como a ellos les parece, el efecto del CO2 no es ningún problema, y muy probablemente sea una bendición.
Lo que seguramente no sabes es que no hay ninguna prueba de lo que dicen los alarmistas. Pero ninguna, ninguna. Lo que tienen es un proceso que llaman “atribución”. Básicamente se trata de que crean unos modelos matemáticos carísimos con su tesis (solo se pueden hacer con financiación de los gobiernos), y que afirman que con el CO2 se explica lo que ocurre, y sin el CO2 no. Mientras que los escépticos alegan que esos modelos, con el escaso conocimiento que hay sobre el funcionamiento del sistema climático, no sirven de nada. Y además, que los modelos tampoco dan cuenta de lo que pasa.
¿Y ahora, qué pensamos? En realidad no es tan difícil. Toda teoría tiene una “prueba del nueve”. O se cumple lo que pronostica, y entonces podría ser cierta, o no se cumple, y entonces no puede ser cierta. Los modelos que usan se “cerraron” en diciembre de 2000. Quiere decir que sabían lo que había ocurrido hasta entonces, y podían ajustar parámetros para que coincidiera con la realidad hasta esa fecha. A partir de enero de 2001 es predicción, que se cumple, o no se cumple.
Es muy fácil encontrar los datos en internet. Yo he elegido, para mostrar un ejemplo, los de temperatura del mar del NCDC. Me gusta el mar, porque la temperatura del aire depende de él, y porque oscila mucho menos que el aire, y es más fácil ver una tendencia. Y con los datos y una hoja de cálculo, lo puede hacer cualquiera. La teoría (los modelos) predicen una subida de temperatura para los dos primeras décadas del siglo XXI de a 0,21ºC por década. Y la realidad dice esto, de momento:
Si se prueba lo mismo con la temperatura del aire, el resultado es igual. Hay cinco equipos que mantienen las series, tres con termómetros y dos con satélites. Y coinciden bastante en que no está habiendo calentamiento desde hace más de una década. Y aunque no es mucho tiempo como para asegurar nada, porque no sabemos lo que ocurrirá los próximos años (una muestra de que no sabemos cómo funciona el sistema climático), cada vez va pareciendo más difícil que las temperaturas se acerquen a los modelos. Por eso cada vez hay más gente preguntándose de qué hablan los del IPCC. Y la gran pregunta, tal y como la plantea el prestigioso climatólogo Roger Pielke, es cuánto tiempo más de desacuerdo entre los modelos y la realidad hace falta para que acepten que los modelos (y por tanto la teoría) están mal.Pongo un enlace final con un ejemplo de ese preguntarse, y mosquearse. Burt Rutan es un ingeniero aeroespacial muy prestigioso que hace unos años decidió averiguar qué había de serio en la alarma del clima. Y hace un resumen muy breve y claro.
Cuenta que un ingeniero alarmista le escribió enfadado, al ver que había firmado el artículo del Wall Street Journal que hemos puesto más arriba. Y esta es su respuesta, explicando.
Al final, la cosa probablemente quedará en esta versión reducida: --–
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