Bilbao, 4 de enero. La cripta de no se sabe qué.
Si buscas en Google [bilbao 4 de enero] apenas hay una referencia. Así que pongo algo, para que conste. Es un poco vergüenza de Bilbao esta desmemoria. No nos gusta la historia, salvo para tergiversarla. Con razón. El que no le guste, que no siga leyendo.
Yo creo que esa fecha no le dice nada ni al uno por ciento de la población del país de los museos por la paz. Y de las grandes comisiones parlamentarias en memoria y honor de todas las víctimas. El país, en fin, de la memoria histórica. Donde los aplaudidores y apoyos de las manos manchadas de sangre de hoy, lo justifican porque, es que, … ¡hubo Franco! Hace 70 años. Pero me temo que no sólo hubo Franco.
Hay muy buenas razones para no querer saber. Entre los pocos que se acuerdan, a los más les molesta. Y los menos no quieren molestar a los más. Lo de todas las víctimas, frase tan en boga, es otra de las mentiras del país de los cuentos. Hay responsabilidades que son demasiado extendidas, y muy difíciles de “explicar”. Ni siquiera Laurita Mintegi podría hacer ese prodigio, porque hablamos de un “delito” de opinión anterior a Franco. Es mucho mejor cubrirlas con un espeso manto de silencio.
El ejercicio de olvido tiene su mérito. No habrá muchos en Bilbao que no hayan pasado alguna vez por su cementerio. Y lo primero que uno ve son unas escaleras monumentales que parecen descender a un infierno helado. Dejemos que lo cuenten en el periódico del PNV. Muestra bien lo difícil que es ocultarlo, y la habilidad de la gimnasia de memoria creativa.
La visita comienza, ateniéndose a un orden geográfico, en la cripta que recibe al visitante junto a la entrada principal. Una escalera desciende a un lugar sobrecogedor, cubierto por la humedad. Durante años pudo leerse, donde hoy dice Cementerio de Bilbao, otro lema bien distinto: Los 300 mártires de Bilbao. La historia se cuenta rápido. Bilbao fue bombardeada por la aviación alemana -rebelde, en aquellos tiempos- en repetidas ocasiones entre los años 1936 y 1937. Como represalia a aquella atrocidad, un grupo de ciudadanos asaltó la cárcel de Larrinaga y los barcos-prisión Altuna Mendi y Cabo Quilates, donde dieron muerte a los detenidos. Sus huesos reposan en la cripta señalada y cada año dos misas encargadas por la asociación de ex combatientes, en septiembre y enero, recuerdan aquellos episodios violentos.
Quien se anima a entrar en lo que en el cementerio de Bilbao llaman "la cripta", si se la abren, encuentra una pieza rectangular en la que tres paredes son nichos de mármol negro. Cinco alturas por sesenta y ocho columnas, de las que todas (340), menos tres, están ocupadas y nominadas.La historia se cuenta rápido. Mejor así, para no enterarse de mucho. Como represalia a aquella atrocidad -los bombardeos aéreos-, dieron muerte a los detenidos. Como si fuera normal. Como si, por ejemplo, los ingleses hubieran asaltado los campos de prisioneros de guerra alemanes después de cada bombardeo de Londres. O los alemanes sus propios campos de prisioneros. Con la diferencia de que el bombardeo del cuatro de enero produjo entre tres y seis muertos (según las fuentes). Y la atrocidad, para el periódico del PNV, es esa; y no el linchamiento de más de 200 encarcelados por un delito de opinión imaginario.
Dos de los aviadores alemanes se tiraron en paracaídas, tras ser alcanzados por cazas republicanos. Uno de ellos fue muerto por la gente, que llevó el cadáver delante la consejería de Gobernación, en La Bilbaina. El consejero, Telesforo Monzón, les pidió que se disolvieran. Y se “disolvieron” hacia los edificios que el Gobierno Vasco había dedicado para encerrar a aquellos de los que podía suponer que tuvieran simpatía por el alzamiento. Digamos que hubieran ocupado cargos públicos durante la monarquía. O fueran curas, no nacionalistas. Grandes delitos. Una vez llegados a las prisiones, empezó el linchamiento - hoy convenientemente olvidado. Algunos guardianes, y no pocos civiles (como Luisa Urquijo, Superiora General del convento e instituto de Los Ángeles Custodios) hablaron por teléfono con el consejero Monzón para avisarle del asalto. Hacia las cinco de la tarde. Como si no lo supiera.
Se lo pensó durante cuatro horas, hasta que finalmente a las nueve de la noche se presentó, junto a otros dos compañeros del gobierno, y paró los asaltos. Con eso se salvaron tres. Doscientos veinticinco, no. Estaba a unos 15 minutos, en caso de haber ido andando. 800 metros. ¿Cinco minutos en coche?
También avisaron a Jose Antonio Aguirre. Este, al menos, sí parece que tuviera cierta conciencia de mala actuación. O de falta de. En 1956 dejó escrito:Llegó el 4 de enero, en el cual más de 200 prisioneros nuestros en las cárceles fueron asesinados por nuestro “populacho”. Y no diré ahora palabras nuevas. Por todo América, en conferencias dadas en 22 universitarias, di frente a este problema diciendo somos culpables nosotros, yo el primero en nombre del Gobierno, porque nos fallaron los resortes del mando en aquel momento. [-->]Se puede explicar así, si llamamos "resortes" a la voluntad. Debió de ser Aguirre el que ordenó a Monzón parar los linchamientos, tras cuatros horas [-->]. Más tarde le pidieron al lehendakari la dimisión del consejero de Gobernación, desde su propio partido. Vergüenza, supongo. Pero no la concedió.
Si entras en el cementerio de Bilbao (en Derio), lo primero que verás son unas escaleras que no entiendes a dónde bajan. Nada lo indica.
Es mejor no entrar, y no saber, porque se trata del infierno. Y está helado. Y además lo tienen cerrado. Lo de todas las víctimas y los museos de la paz son cuentos. Los que quieren pensar en una II República idílica tendrían problemas de digestión. Ya se echaron los trastos a la cabeza en su época, pasándose el bochorno de unos a otros:En el I Congreso Mundial Vasco, celebrado en el exilio (París, 1956), Telesforo Monzón acusó al batallón UGT-8 [Jean Jaurès] de las matanzas en las prisiones, dando lugar a un grave altercado con los socialistas [-->].Luego parece que se pusieron de acuerdo en señalar a los anarquistas. Pero al final se trata del mismo pueblo elegido que se ha tirado 30 años pensando que si ETA asesinaba a alguien, algo habrá hecho. O es porque hubo Franco y tal; y ya se sabe. Como dice Mintegi. Así que mejor hacemos como que La Cripta no existe, aunque nos la tropecemos de bruces en cada despedida. Y el cuatro de enero, en Bilbao, ¿pasó algo? Nunca ha habido una masacre mayor en toda la historia de la villa. Pero preferimos silbar, en lugar de intentar digerirla. Esperemos que no conocernos sea una solución adecuada. No suele serlo, pero no somos capaces de otra.
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La Cripta, en números:
25 de septiembre (1936)
- En el barco Cabo Quilates: 83
- En el barco Altuna Mendi: 29
- En el colegio convento de los Ángeles Custodios: 112.
- En El Carmelo de Begoña: 76
- En la cárcel de Larrínaga: 19
- En la Casa Galera: 18
- Lista de todos los nombres del cuatro de enero
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Nota / añadido: En un email me comunican que a la entrada de la cripta, todo lo que se explica sobre su motivo es:
Bilbainos, silencio y oración, honran al ejemplo, ayudan a la imitación.Con lo que se le podría llamar la cripta del misterio. Porque el enterramiento principal del cementerio -o lo primero que ves- es una especie de fosa común, en versión de lujo -pero desatendida-, con nichos sin fecha, y ningún motivo aparente. La vergüenza de Bilbao.