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Original: http://plazamoyua.com/2013/03/01/la-jauria-y-la-cantada-de-canto-ii/

2013-03-01 - publicado por: plazaeme

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La jauría y la cantada de Cantó (II).

Interesante la cantada de ayer de Toni Cantó [–>]. ¡A quién se le ocurre plantearlo así!, en términos de “la mayoría” de las denuncias de violencia de género son falsas. Incluso aunque le hayan vacilado, ¿cómo piensa Cantó que se puede sacar un dato así? ¿De dónde? Y encima, tiene todas las de perder, y nada que ganar, cuando bastaba decir que la ley fomenta el abuso de la denuncia falsa.

Maleni y Antonio Juliá trajeron ejemplos opuestos de opiniones expertas, que sitúan bien el problema. Por ejemplo, esta activista de la femi-causa le da un repaso a Cantó, al que el actor -ya acoquinado- no va a contestar.

Pero será por acoquinado -que no contesta-, porque el caso es que la activista no aporta nada que contradiga la tesis de fondo de Cantó. El problema del abuso de denuncia. Es muy fácil. La jauría lo acollona, y luego viene doña Moralina a dar unas lecciones que jamás funcionarían si Jaimito pudiera hacer preguntas. Lecciones que, además, se resumen en que no mires y no pienses, que nosotros te diremos cuál es la realidad, y lo que tienes que pensar [-->]. Lo de la jauría de siempre.

Antonio Juliá trajo dos enlaces del otro lado de la barrera. Entre ellos, figuran cosas del tipo en cuyos datos se basaba Cantó, y que no ha podido defender. Apenas he echado un vistazo todavía, pero tienen pinta de que merece la pena guardarlos para mirarlos con calma. Solo destaco una pincelada de algo que me ha llamado mucho la atención.

Uno de los articulistas señala un detalle que para él -que está en ese mundo- es pan de cada día. El arte de birlibirloque por el que cada denunciante es una “victima”. Supongo que ahora le llamarían “denuncianta”, si no fuera porque le llaman víctima. Y el efecto perverso -bien previsible- que eso produce.

Lo que me ha sorprendido es la forma brutal en la que se comprueba es salvajada en el segundo artículo que trae Antonio. En él enlazan al estudio con el que la jauría “demuestra” que no se puede poner en cuestión la aplicación de la ley de violencia de género, ni mencionar un abuso más o menos generalizado con las denuncias. El mismo que usa la fenómeno que ha traído Maleni.

En lo que trae Juliá [-->] está bastante bien desmenuzado, pero habría que contrastarlo y es largo. Sin embargo, con un vistazo rápido se ve en seguida que se trata de lo que uno puede esperar de un grupo de "expertos y expertas". Ideología de género. Por ejemplo, se dedican en una parte amplia a estudiar los casos de absoluciones. Preocupados, como si fueran un error del sistema. Y mostrando crudamente el problema del birlibirloque de la sustitución de denunciante por víctima. Dos ejemplos:

Para los supuestos en que la víctima y testigo son la misma persona, ha señalado el TS que la declaración de la persona que reúne esa doble condición es prueba para desvirtuar la presunción de inocencia siempre que reúna determinados requisitos: ausencia de incredibilidad subjetiva, verosimilitud, persistencia en la declaración, sin ambigüedades no contradicciones. (Pág. 36)

En el extremo opuesto existen sentencias que consideran que la declaración de la víctima. sin otras corroboraciones periféricas, no constituye suficiente prueba de cargo para sustentar una sentencia condenatoria y proceden a declarar la absolución del acusado por falta de pruebas. (Pág. 39)

O sea, que para estos "expertos y expertas", la denunciante es víctima independientemente del resultado del juicio. Lo que implica (en pura lógica) que el denunciado es un maltratador, también con independencia de lo que diga la sentencia. Y la víctima lo es solo por denunciar, y desde ese mismo momento.

El problema es que estos expertos lo son del CGPJ. O del gobierno de los jueces. Y si el gobierno de los jueces piensa así, y tiene esa idea del derecho (en este campo), ¿qué se puede pensar de la cantada de Cantó? Yo diría que es un completo idiota por lo de “la mayoría de”; pero que por lo demás tiene la suficiente razón como para decirle a la jauría que se calle, que probablemente estamos ante una aberración jurídica colosal.

Enlaces.

Lo de Maleni:

Lo de Antonio Juliá: La biblia de la jauría (los supuestos "datos"): El que quiera, tiene material de sobra para empollar.

Actualización: Este artículo de Anna Grau es muy bueno:


  • Francisco 2013-03-01 15:30:04
    Se sabe que todos los sistemas humanos son imperfectos, y el más imperfecto es la justicia. Es tan imperfecta que apenas existe. En estos casos, supongo que el sistema tendrá que guiarse por el principio básico de mal menor. Puesto que en la mayoría de los casos la falsedad de la acusación es indemostrable, la pregunta es hacia qué lado será menos cruel el error. También es de esperar que, si el falsamente acusado es un ser medianamente racional, la falsedad de la acusación de su pareja servirá como mínimo para animarlo a escapar de la relación, dar la unión por terminada. Y también es de esperar que la acusada haga lo mismo si está diciendo la verdad. Lo asombroso es que ese no suele ser el resultado. Al menos no sin antes haber pasado por varios ciclos de Reconciliaciones apasionadas. Los expertos han determinado que la causa principal del divorcio es el matrimonio. Hurgando más adentro, la causa principal del resentimiento amargo entre parejas es la decepción de las expectativas del Amor. La causa principal de esas expectativas es la perversa propaganda de Hollywood e industrias afines, o algo así. Nadie explica claramente a estos incautos e incautas que la disciplina del régimen de aparejamiento formal y permanente con fines reproductivos requiere un nivel de abnegación, renuncia y supresión del yo en muchos sentidos superior a cualquier régimen monástico. La decepción es inevitable, brutal y a menudo trágica. Los verdaderos héroes de la especie son los innumerables hombres y mujeres que a lo largo de los siglos se han aguantado mutuamente durante toda su vida para cumplir el programa. Nadie les ha dado una puta medalla. En cambio la historia abunda en santos y santas que tras una vida de gozo en plena libertad de ensoñamiento, son exaltados por su ascetismo. En resumen, hasta que no dispongamos de un detector infalible de mentiras, la ley me parece bien tal como está. El sexo dicho “fuerte” tiene que aceptar ese pequeño handicap en las reglas del juego y dejar de lloriquear como un nene. Por cierto, los experimentos que la naturaleza ha hecho otorgando superioridad física a la hembra dan resultados mucho más desalentadores para la masculinidad (para su esencial irrelevancia), como ilustra aquí Isabella Rossellini en su serie “Green Porno” http://www.youtube.com/watch?v=oXoPLeIIUFY En vista de lo cual, cabe preguntar al hombre: ¿qué más quieres, Valdomero?