Solos
No durará. La única cosa que ha metido el PP en educación se derogó en cinco minutos. En España lo que dura son las leyes de educación de los que van acompañados por los que dicen odiar España. Y es que somos gente de compañía. ¿Cómo les llaman cuando no quieren decir putas? Escorts, o algo así. Eso, de compañía.
El Huffington Post tiene una selección de críticas a la ley, de los parlamentarios acompañados. Supongo que habrán elegido los mejores argumentos. No es mi selección, no se me acuse de ella.
Tardá:
- Fanatismo que no tiene perdón.
- Cruzada nacional católica de los tiempos del NODO.
- No pasarán (coño, de Madrit)
- De mala gente estamos hartos
- Franco intentó matar nuestra lengua, y no lo consiguió. Usted tampoco.
- Una auténtica bomba en el corazón de nuestro pueblo.
- Ley españolizadora, centralizadora, adoctrinadora y elitista.
- Hasta que el PP pierda la mayoría absoluta.
- Onanismo legislativo.
- Nace muerta. Una ley segregadora, privatizadora y mercantilista.
- Un mesianismo educativo basado en una mayoría laminadora.
Entre las novedades de la nueva normativa, destaca la introducción de evaluaciones nacionales al final de cada etapa, diseñadas por el Gobierno. Además, las asignaturas estarán agrupadas en tres bloques: troncales, específicas y de libre configuración. El horario y currículo de las primeras lo definirá el Ejecutivo, mientras que las comunidades autónomas se encargarán de las específicas.
La polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos se elimina del currículo y se crea Valores, una alternativa a la materia de Religión, que también será calificada. Además, blinda los conciertos a los centros de educación diferenciada y propone una mayor autonomía de los centros, cuyos directores tendrán que ser acreditados.
O sea que la mitad de la discusión debe consistir en quién mamonea la educación, si el gobierno central o las taifitas, y la otra mitad en si meten doctrina A o doctrina B. Ese debe ser todo el problema de la educación en España, según los padres de la la patria - o patrias. La cuestión. El quid.Lo único que suena bien es lo de mayor autonomía a los centros, y que parece que les da fuerza sobre los consejos escolares (padres, alumnos, profesores). Yo no apartaría a los profesores, siempre que demuestren ser buenos. Resultados, vaya.
También parece “permitir” la segregación sexual, cosa que debe ser muy ofensiva.
Dos notas.
Me sigue impresionando la presencia que hubo de la extraterrestre Inger Enkvist en el parlamento de Cataluña. ¿No habría forma de quitar la educación de las manos, no solo de las autonomías, sino de los políticos? Me dirán que eso es quitarla de las manos del pueblo, a quien los políticos representan. Pero no es que dude de esa representatividad, es que también dudo del pueblo. Un pueblo que no reacciona al espectáculo de estos subnormales, a los que vota, mucha confianza -ni respeto- no merece. No sé cómo se podría hacer, pero supongo que es bueno el camino de la autonomía de centros ¡y profesores!, y de que la gente pueda elegir el centro con facilidad. Y que los padres y alumnos no opinen exactamente nada. Tendrían la opinión (y responsabilidad) principal: elegir el centro.
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Segunda nota:
José Antonio Marina: La hora de los docentes.
Apuesta: El PP de Mariano, El Aguerrido, se dará el hostión (y desde luego con mi total indiferencia). Quitarán esta ley, y pondrán una llena de compañía y todo tipo de escorts. Seguiremos bajando puntos PISA. Seguiremos proclamando que tenemos “la generación mejor formada de la historia de España”. O Vasquilandia, o lo que toque entonces; en eso no iba a haber diferencia. Seríamos vasqui-asnos, en vez de hispani-asnos, y no se podrán distinguir ni con lupa. La corrupción seguirá muy bien, muchas gracias. Y a los padres no les dirán -ni ellos se molestarán en averiguar- que el factor individual más importante a la hora de influir en el sueldo futuro de sus hijos, es la calidad de los profesores que hayan padecido. Pero la calidad no se mide ni por la doctrina, ni por la puta lengua en la que se imparta. Que es lo único que parece preocupar a nuestros asnos parlamentarios.