¿La suma catalanista + académico producirá siempre asno? Por ejemplo, Ferran Sáez Mateu
Los periodistas Cristina Losada (@christinalosada), José García Domínguez (@jg_dominguez), y Mariano Alonso (@mariano_alonsof) tienen un programa de radio relativamente nuevo. El Búho (@elbuhoXXI). Lo quieren hacer distinto. Sin tanto “friki” opinador profesional, o monstruito habitual de la telebasura. Y con entrevistas calmadas a gente de interés, que sabe de lo que habla. O sea, lo contrario de esos períodicos que parecen hechos para analfabetos funcionales, y así les va.
No había escuchado el programa hasta ayer. Es una hora a la que no suelo oír la radio. A partir de las ocho, creo. Pero me pilló justo en un raro momento sin alternativa definida, ví por Twitter que andaban en ello, y decidí probar. Lo poco que pillé.
La idea era buena. Una entrevista a un catalanista aparentemente no payaso. No le conocía, pero es académico, escritor, y director del Centre d’Estudis de Temes Contemporanis (CETC) de la Generalitad de Catalunya. Ferrer Sáez Mateu. Claro que en la Cataluña actual resulta francamente arriesgado apostar porque el académico director del más prestigioso instituto no sea un payaso integral. Con lo que la estrategia de “frikis fuera” peligra. Pero los tres periodistas de El Búho han hecho méritos sobrados para concederles la confianza, y no había demasiado motivo para temer.
Ferran Sáez pertenece a la academia de mirar el mundo con la mono-perspectiva de demostrar que Catalonia is different. Pero solo diferente de Hispania. Gimnasia muy peculiar que garantiza el tortazo, con mucho riesgo de la crisma.
Llegué tarde y solo oí parte del cuento. Donde explicaba que el compartir religión no hacía que el problema catalán fuera más leve que otros donde la religión hace de separador. Porque en realidad el catolicismo de Cataluña no tiene nada que ver con el de España. Está muy influído por emigrantes hugonotes. Que se conoce que llegaron a Cataluña a mansalva, y a ninguna otra parte de España. No tengo tiempo de comprobarlo ahora. Pero no importa, porque Sáez defiende que se nota a simple vista. Por ejemplo, en la diferencia que hay entre el catolicismo de Montserrat y el de El Rocío.
Sí, y digo yo que también se ve en la impopularidad del robo de Pujol en Cataluña, comparado con la popularidad del de Bárcenas en la mesataria España. Pura influencia protestante que cala hasta lo más hondo de sus élites económicas. Javier de la Rosa y otras sagas familiares de renombre. Que, como es sabido, destacan por haber formado históricamente los bancos más sólidos de la penísnula. Porque si de algo se fía un catalán para sus dineros, es de otro catalán. De toda la vida.
Bromas aparte, ¿qué necesita un académico catalanista para ser capaz de observar que el catolicismo del El Rocío se parece tanto al de Covadonga, al de El Pilar, o al de la virgen de Begoña, como se pueda parecer al de Montserrat? Se le podría sugerir que lea a Bertrand Russell, en su ensayo sobre la diferencia esencial entre católicos y protestantes (*). Se ve mejor, sorprendentemente, en los ateos católicos y protestantes. Tan diferentes que, según BR, los ateos protestantes heredan de su religión la necesidad de crear una filosofía para lograr ser buenos, y los católicos hacemos lo mismo para que los demás sean buenos. Y que eso hace que unos miren hacia adentro, y los otros miren al vecino – y disimulen ante el vecino. Lo segundo viene siendo como la definición de un catalán (y de todo lo Mediterráneo). Pero ya se sabe, preferimos hacer cuentos sobre los hugonotes. ¿En qué consistirá el “aspecto protestante” del catolicismo catalán? Recuerda a la teoría de El hombre andaluz, de Pujol. A los periodistas se les olvidó preguntarlo, y mira que había chipsas ahí para sacar. También es verdad que se echó el tiempo -muy breve- encima.
Yo creo que El Búho debería intentar mejorar esa estupenda idea de que los “frikis” se queden a la puerta del estudio. O afinamos el filtro, o nos ponemos los pantalones.
Pero exagero. El programa tiene buena pinta, cuentos o no cuentos de Ferran.
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(*) Ensayo que Russell trasladó a la colección de artículos publicada como Why I am not a Christian.