Una teoría del kindergarten
Viene de un estudio de psicología, del que me entero por @pitiklinov. A mi me parece clave para entender el kindergarten. Y de paso su contrario, el populismo o geriátrico. Para entendernos, kindergarten es el conjunto de progres y separatas (siempre quieren bajar la edad del voto a los 16 e impedir votar a los abuelos), y el geriátrico son las federicas o los trumpistas, de notablemente avanzada edad media. La tesis es que el kindergarten lleva unas décadas moralizando la política en modo industrial, y que eso es un peligro social de primer grado. Y este trabajo que comentamos establece un enlace entre esa moralización del kindergarten, que es una tesis mía que no parece fácil de ver, y el sentimiento como zanahoria del voto, que ve todo el mundo. La acusación típica al kindergarten es que apela a sentimientos; y no a razón, argumentos, realidad, o datos. Y es obvia. Pero el mecanismo que traigo espero que explique cómo opera el kindergarten sobre los sentimientos para inducir el voto. Con la moral; o mejor dicho, con una neo-moral. Moralina barata (lo de “neo” la hace barata).
Explico. Al parecer, las teorías dominantes sobre la relación entre sentimientos y moral suponían que los sentimientos preceden y son un “input” para la salida del juicio moral. No tenía ni idea, y no entiendo cómo se puede pensar eso. Si la moral te dice qué es bueno y malo; quién somos nosotros y ellos; y cómo nos comportamos; quiere decir que para cumplir su función tiene que ser (1) universal en el grupo y (2) fuertemente consistente dentro del grupo. Y para lograr eso no puede andar al albur de sentimientos ajenos a la moral, que en ese casol tendrán demasiada variabilidad individual. Yo creo que los que pensaban eso se habrán preocupado de mirar el efecto de la moral en la persona, pero no su función en el grupo. Y un código de grupo sólo puede tener una función de grupo.
Esta trabajo hace cuatro pruebas discriminando los tiempos en los que ocurren los dos elementos. Para saber si el esquema es: evento ⇒ emoción ⇒ juicio moral; o es evento ⇒ juicio moral ⇒ emoción.
Because causality implies temporal precedence, we reasoned that if attended emotions cause moral evaluations, then participants ought to experience (and be able to report) certain emotions (such as feeling angry or upset) before being able to judge the moral status of that behavior. In contrast, if moral judgments guide affect or emotions based on perceived norm violations, causal and mental information , and so on, then felt emotions should follow moral judgments.Y lo que les resulta es la segunda. Que los juicios morales preceden -y probablemente guían- los sentimientos. No creo que le sorprenda a nadie, salvo a los académicos y expertos de turno. Y no creo que le sorprenda nada a los flautistas del kindegarten. Sea de forma consciente, intuitiva, o por prueba y error (pero sin formalización), el caso es que lo practican con notable maestría.
Imagina. El voto más barato y más seguro es el voto sentimental. Si despiertas el sentimiento tienes el voto casi asegurado, y no te va a andar pidiendo demasiadas cuentas – mientras el sentimiento dure. Pero despertar sentimientos no es un ejercicio precisamente baladí. ¿Interpretando la Quinta Sinfonía por las calles? ¿Concursos de poesía hagiográfica del líder máximo? Difícil; muy difícil. Salvo que sea a través de la moral. La moral despierta los sentimientos. La academia no lo sabía hasta este estudio, pero los políticos los saben desde mucho antes de Julio César.
Aunque tiene una gran pega. Una moral de peso, establecida, lo es de toda la sociedad. Por definición, código de conducta y opinión del grupo. Y si el equipo azul toca la flauta moral -!USA, USA!- lo mismo puede hacer el equipo rojo. No hay ventaja. A no ser que se trate de neo-moral y esté asociada con uno de los equipos, por haber sido auspiciada por él. Mientra sea “neo”, funcionará. Luego, o se abandonará, o se generalizará, y ya no será políticamente útil. Y hay que sacar una nueva a pasear.
Coño, que se ve. En las primeras elecciones ganadas por Obama, el matrimonio arco-iris no lo defendían ni Obama ni Hillary. En las segundas fue un ariete de la campaña. En las que ha perdido Hillary lo defendía hasta Trump, y ya no era políticamente útil.
Funciona. Funciona de cojones, y han aprendido el truco. Y lo que te espera es un carrusel acelerado de moralina kleenex. Todo es moral para estos. Desde el cambio climático (yo soy oficilamente criminal contra la humanidad) hasta el manspreading, pasando por el racismo inverso. Ya verás cómo ahora Podemos se sienta distinto en los mítines. Hasta que se pase.
Pero el truco es estar siempre tirando de un hilo moral más o menos nuevo, que despiera unos sentimientos, que inducen el voto. Hay hilos de esos que son ocurrencias pegadizas y afortunadas, como una canción del verano; otros son sembrados a largo plazo. Como las neo-etnias y vernáculos. Pero es la misma estrategia para conseguir el voto con sentimientos y sin cerebro.
Decíamos que esta teoría explica el kindergarten, y el geriátrico. De este no hemos hablado, pero me refiero a la reacción de Trump a la moralina barata, que es literalmente una contra-moral. Pero la puede ejercer porque había una resistencia muy fuerte a la que se ha podido agarrar. Y es estrategia también, por supuesto. Le importa una higa. La usa. Como los otros, por otra parte.
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Fuente
Nota: Como es un paper de psicología, y yo no recomendaría mirarle los entresijos con atención. Da igual. Da igual, porque se sabe desde siempre, y funciona desde siempre. La novedad -tal vez- es que el sistema actual parece premiar el abuso industrial.