O Apollo, o sororidad
Es como la versión posmo del chiste de los vascos en el monte. ¿Oye, a qué vamos; a Rolex o a setas? Si son vascos, ya sabemos que la pregunta es absurda. Pero si es el 50 aniversario del alunizaje, y es el WaPo, la cosa va en serio.
Es verdad que el proyecto Apollo tenía la utilidad exclusiva de un cuento. ¡Pero menudo cuento! Nada menos que: ¡somos los mejores! No se puede aspirar a más en cuestión de historias estimulantes. Y no se puede menospreciar la utilidad inducida que representó. No sólo por el desarrollo tecnológico que produjo; también unidad, propósito, optimismo y atrevimiento. Una sociedad segura de sí misma, y dispuesta a comerse el mundo. Y el cosmos. Aunque probablemente aquella hazaña representara más el síntoma de todo eso. La consecuencia, no el impulso.
Sic transit …
Ahora vamos a setas. No se trata de llegar a nuevas metas que parecían inalcanzables. Se trata de que las mujeres, etcétera, lleguen a donde ya se había llegado. O que las mujeres, etcétera, lleguen. Donde sea. Punto. Y está muy bien. Cambiamos la carrera del espacio, por la carrera del espacio de la igualdad. Hay que olvidar lo de Marte. ¡Cosas de Trump! ¿Qué más dará donde lleguemos, mientras lleguemos en igualdad? Vaya, que podemos quedarnos en la tierra. Más tranquilo. El espacio estaba en casa.
Como cuento, es igual de cuento. Y seguramente debe ser estimulante también. Probablemente estimula que seamos muy buenos. O podemos creerlo así. Ahora, como llegar, llegar, no parece muy claro que tenga tanto recorrido. Recorrido espacial, quiero decir; no moral.
¿Pero tú vas a setas, o vas a Rolex?
Perdón.
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Nota: las fotos las ha recopilado la cuenta de Twitter: Noventa (@90248a)